Más allá del Chutzpah
Por Norman Finkelstein y Sherri Muzher
Audacia. Desfachatez. Atrevimiento. Descaro. Cualquiera de estas palabras puede definir el término“chutzpah” en Yiddish, tanto con significados positivos cuanto negativos. Pero como el profesor de la Universidad DePaul, Norman Finkelstein, demuestra en su nuevo libro “Beyond Chutzpah”: on the Misuse of Anti-Semitism and the Abuse of History” (Más allá del Chutzpah : sobre el abuso del antisemitismo y el maltrato de la Historia”). Hay gentes que se inclinan por la acepción más negativa de chutzpah.
Una de esas personas es el eminente profesor de derecho de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz, cuyo libro “The Case for Israel” ( En defensa de Israel) desmantela punto por punto por el infatigable y meticuloso investigador Norman Finkelstein. Hace poco, el libro de Dershowitz fue acusado de plagio y fraude, y al saber que el libro de Finkelstein podría dañar su credibilidad, Dershowitz tomó la sorprendente decisión de escribir al gobernador de California, Arnold Schwarzenegger para pedirle que interviniera y evitara la publicación del libro. La editora del libro es la Universidad de California (The University of California Press). Según The Nation, el secretario de asuntos legales del gobernador Schwarzenegger respondió a la carta de Dershowitz: “... él (el Gobernador ) no considera que deba hacer uso de su influencia en este asunto dado que se trata claramente de un tema de libertad académica”.
Finkelstein, cuyos padres son supervivientes del holocausto, analiza el abuso del antisemitismo con objetivos políticos, y ello queda patente en su libro cuando demuestra que la proclamación que hace Dershowitz en el sentido de que Israel es una garantía de los derechos humanos es totalmente falsa. Informes de organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional y de la propia organización israelí B’tselem se citan exhaustivamente. Uno se pregunta si Dershowitz se llegó a plantear siquiera contrastar sus afirmaciones con prominentes y respetadas organizaciones de derechos humanos cuando coloca a Israel en el pedestal del respeto a esos derechos. Desde los gráficos, a la tortura de menores palestinos y la complicidad del personal médico israelí, no se ha dejado nada a la imaginación que supere el horrendo historial sobre derechos humanos de Israel. En la parte final del libro se ofrece una cronología en la que se describen las raíces del conflicto palestino-israelí.
Si se pudiera resumir en una sóla frase lo que es “Beyond Chutzpah “, sería ésta: Finkelstein no deja piedra sobre piedra cuando intenta demostrar el mal uso del antisemitismo.
Hace poco, tuve ocasión de hablar con Finkelstein sobre sus opiniones en relación con miles de temas relacionados con su libro. Apasionado, firme en sus opiniones y con un agudo ingenio para la controversia, Finkelstein rechaza la etiqueta de ser un intelectual y en su lugar se define como “alguien que analiza los informes y las historias serias sobre lo que está pasando y los compara con las tonterías...de alguien que miente”.
Sherri Muzher: ¿Qué pretendía al escribir “Beyond Chutzpah : On the Misuse of Anti-Semitism and the Abuse of History”?
Norman Finkelstein: Es importante que la gente conozca la historia de lo que está sucediendo.
¿Cuál es el ejemplo más significativo, a su juicio, del nuevo antisemitismo en la opinión pública estadounidense?
Hay una enorme campaña en los campus universitarios en la que circulan denuncias sobre un antisemitismo desenfrenado. Pero cuando Usted va directamente a las fuentes, se dirige a los archivos, habla con los profesores, con los decanos, etc. se descubre que todas esas denuncias son falsas. No existe un solo informe de este supuesto antisemitismo rampante en los campus universitarios.
El ejemplo más chocante es la Universidad de Columbia donde se ha desencadenado una enorme histeria, con editoriales en los periódicos y entre los políticos locales que exigen el despido de algunos profesores del Middle East Center (Centro sobre Oriente Próximo) de Columbia. El presidente, eventualmente, se vio obligado a crear un comité ad hoc (comité específico) para investigar las denuncias y tras tanta histeria y exigencias de que se echara a esos profesores, todo lo que han podido encontrar ha sido un caso, en una clase determinada, en un día concreto tras la invasión de Jenin en abril de 2002. Un profesor contestó acaloradamente a un estudiante que defendía las actuaciones de Israel. Eso fue todo. Por otra parte, encontraron que gentes pro israelíes, ajenas a la Universidad, interrumpían las clases de esos profesores, grababan en secreto sus conferencias y, según puso de manifiesto la investigación de Columbia, las entregaban a personas que informaban al lobby pro-israelí. La verdadera historia fue la del hostigamiento a los profesores críticos con la política israelí.
¿Qué va a sorprender más a la gente que lea “Beyond Chutzpah”?
Creo que se van a sentir muy sorprendidos por el hecho de que la denuncia del nuevo antisemitismo es un fraude completo y se van a quedar boquiabiertos ante el historial de Israel en derechos humanos que es pésimo. Es el efecto acumulativo de consultar todos los archivos relativos a todos los aspectos de la política de derechos humanos de Israel. No se trata de analizar un caso único, de una persona determinada que fue torturada o de un niño asesinado, o de una casa demolida. El historial es verdaderamente escalofriante. Todo el que lo ha leído ha comentado que resulta muy impactante conocer la magnitud de los crímenes de Israel contra los derechos humanos en los Territorios Ocupados
¿Cómo se utiliza el “nuevo-antisemitismo” para desacreditar la crítica legítima a Israel?
Siempre que Israel tiene que enfrentarse a un desastre en sus relaciones públicas o a la presión internacional para resolver el conflicto de Israel y Palestina, las organizaciones judías estadounidenses recurren a esa fantasía denominada “nuevo antisemitismo”. El objetivo tiene varios planos. El primero, desacreditar cualquier acusación al denunciar a la persona a la que transforman en antisemita., lo que convierte a los judíos en víctimas, y de esa forma los palestinos dejan de serlo. Como cuando Abraham Fox de la ADL (N.T.: Liga contra la Difamación, en sus siglas en inglés) mantiene que los judíos se ven amenazados por un nuevo holocausto, lo que se hace es inversión de los papeles: las víctimas son los judíos y no los palestinos, de manera que esta táctica realiza la función de desprestigiar a la gente que plantea la denuncia. Ya no se trata de que Israel tenga que abandonar los Territorios Ocupados; son los árabes quienes tienen que liberarse del antisemitismo.
Las organizaciones judías estadounidenses: ¿sionistas o no sionistas?
A las asociaciones judías, Israel les importaba un comino antes de la Guerra de junio de 1967. Después, Israel se convirtió en su causa porque era algo seguro. Israel ahora es un activo estratégico para Estados Unidos en Oriente Medio y, por ello, ahora la gente se ha convertido en pro-Israel, no porque sean sionistas. Es una postura políticamente correcta. El error fundamental que se puede cometer es creer que la gente en el poder tenga convicciones ideológicas. Ben-Gurion fue sionista y Abba Eban también. Los fundadores del Estado de Israel eran sionistas, sin duda, porque estaban comprometidos con una ideología, de la misma manera que los bolcheviques eran comunistas convencidos, pero una vez alcanzado el poder la gente sólo se interesa por una cosa: por tener cada vez más poder y entonces adaptan sus creencias y su ideología a este objetivo.
No creo que Alan Dershowitz se preocupe por Israel. Nunca había escrito sobre ella con anterioridad a junio del 67. El Holocausto, lo ha dicho él mismo,: mientras crecíamos nunca hablamos de él; no recuerdo una sóla conversación con nadie sobre el Holocausto.
A ellos no les preocupan Israel o el Holocausto, sólo les preocupa su carrera profesional. Siempre me ha producido perplejidad por qué se les ha valorado como si tuvieran una ideología y como si se comportaran con convicción.
Hablando de Alan Dershowitz, Ustedes dos han mantenido auténticas polémicas en público. En “Beyond Chutzpah”, ha desacreditado su libro “The Case for Israel” (En defensa de Israel) punto por punto. ¿Ha habido respuesta de la Universidad de Harvard?
No ha habido reacción alguna salvo que al principio le exoneraron de todas esas acusaciones. Para Harvard, Dershowitz tiene las manos limpias.
Usted ha dicho que cree que existen allí garantías contra la publicación de material fraudulento excepto cuando se trata del conflicto palestino-israelí. ¿Es eso lo que está ocurriendo en este asunto?
Creo que han concurrido varios factores. Ésa es una parte del asunto, pero otra parte es que Harvard no puede reconocer que su principal profesor de derecho es un tramposo y un plagiador, lo que revela la situación de la institución ya que resulta demoledor que no puedan siquiera hacerlo. Arroja luz sobre ellos lo que resulta bastante chocante. Se trata de Israel pero se trata también del corporativismo profesional.
¿Qué contesta a quienes ven “Beyond Chutzpah” como un rechazo a cualquier mención de la memoria del Holocausto?
Hay mucha gente en el mundo que ha sufrido, y ya ha llegado el momento de sacar a la luz pública la historia de otros pueblos. No creo que exista aquí peligro alguno de que la gente se olvide del Holocausto habida cuenta de que el New York Times publica algo relacionado con el Holocausto probablemente 5 veces a la semana. En primer lugar, el único tema que tiene más cobertura que el Holocausto es el parte meteorológico. En segundo, la mayor parte de lo que se denomina la memoria del Holocausto Nazi tiene motivaciones políticas. Su uso y explotación sirve para proteger a Israel de la crítica, inmuniza a los judíos estadounidenses frente a la crítica y, durante muchos años, ha servido para extraer dinero de Europa. Podemos prescindir de ese tipo de recordatorio.¿Recordar el Holocausto? ¡El Holocausto son mis padres!
¿Cómo cree que “Beyond Chutzpah” va a afectar a la comunidad judía estadounidense y a sus críticos en las organizaciones judías de Estados Unidos?
Bueno, es imposible cambiar la mentalidad de ciertas gentes. En cierta ocasión le preguntaron a Leon Trosky, el revolucionario ruso, ¿qué se puede hacer con los fascistas? Y contestó: Infórmenles con ladrillos.
A ciertas personas no se les van a cambiar las ideas pero existen muchas otras que están muy mal informada y son personas decentes que tienen una información equivocada. Es a ese tipo de gentes a quienes se quiere llegar, no a los fieles y fanáticos de Sión. No intento convencerles de nada. Tengo mejores cosas que hacer con mi tiempo. Preferiría aburrirme.
En cuanto a los que proponen, como Ariel Sharon, la solución de dos Estados, ¿son sinceros o es simple palabrería?
No existen gentes que propongan la solución de dos Estados, porque no tiene sentido. Existe un consenso internacional sobre lo que significa un acuerdo de dos Estados, que consiste en que Israel abandone la totalidad de Cisjordania, incluido Jerusalén Este, y Gaza. Todo lo demás es basura. Pero hay gente como Sharon que no apoya un acuerdo para los dos Estados, quiere un solo Estado, Israel, y una cabina telefónica para los palestinos.
¿Cree que el “nuevo antisemitismo” se empezó aplicar antes de la retirada de Gaza?
Por supuesto. La broma del denominado “nuevo antisemitismo” se inició en 2001 justo nada más producirse la debacle de relaciones públicas que sufrió Israel con la segunda intifada. Y está siendo muy efectiva. Pero la cobertura de Oriente Próximo que llevan a cabo las nuevas organizaciones empieza a cambiar. Todos están inquietos ante la idea de convertir en objetivo a Israel, y esto ha ocurrido mucho antes de la retirada de Gaza.
Usted habla sobre el Muro de Israel y la confiscación de tierras. ¿Qué diría a quienes afirman que “con expolio de tierras o sin él, Israel tiene el derecho a defenderse y a defender a sus ciudadanos?
Todos los Estados tienen ese derecho. Usted construye una valla en su propiedad. Cuando era pequeño, mis padres no se llevaban bien con sus vecinos así que decidieron poner una alambrada alrededor de su terreno. Al menos en Nueva York, lo primero que tienes que hacer es contratar a un topógrafo que establezca los límites y si se apropia de una sóla pulgada del terreno del vecino, la ley obliga a tirar la valla. No es muy complicado.
Cisjordania y Gaza, según las leyes internacionales, son territorios ocupados e Israel no tiene derecho alguno ni a media pulgada de Cisjordania, de Gaza o de Jerusalén Este. ¿Se quiere construir una valla? Que se construya dentro de sus fronteras para proteger a su pueblo. Esto nada tiene que ver con el terrorismo, ni con la protección de las colonias. Si se quiere proteger a las colonias, se hace lo que ha hecho Israel. Se levantan alambradas electrónicas alrededor de ellas. Kiryat Arba está muy bien protegida y allí no hay atentados terroristas.
De lo que se trata, sin embargo, es de establecer nuevas fronteras.
¿Considera que Estados Unidos está de acuerdo con este cambio de fronteras?
Israel no pueda hacer nada sin el apoyo de Estados Unidos, ni tan siquiera respirar. Estados Unidos lo financia todo y es estúpido creer que Israel puede hacer algo sin su aquiescencia. Hay diferentes opiniones sobre las razones por las que Estados Unidos apoya a Israel. ¿Se trata del lobby o de intereses estratégicos? Se puede discutir sobre ello pero lo que es indiscutible es la idea de que si no fuera por Estados Unidos, Israel no podría hacer nada.
¿Cuándo, considera Usted, que la efectividad de este “nuevo antisemitismo” empezará a decaer?
Es muy sencillo, cuando Israel no sea motivo de críticas en público o cuando la gente se canse del asunto, como con la industria del Holocausto. La gente estaba harta del Holocausto. Como la ley del rendimiento decreciente, si se sigue alimentando el Holocausto la gente cada vez se aburre más y más. Hasta cierto punto, se está haciendo menos omnipresente en la vida pública. Y es previsible que cuando empiecen a decir que Mickey Mouse y Michael Jackson son antisemitas la gente comenzará a bostezar y a desconectar.
Hábleme de la persona a quien ha dedicado “Beyond Chutzpah”, de Musa Abu Hashhash.
Musa creció en el campo de refugiados de Fawwar. En su juventud fue comunista y ahora forma parte del grupo israelí pro-Derechos Humanos, B’tselem. Tendría que decir que es el ser humano más decente que he encontrado en mi vida. Y ya no soy un niño. Ya llevo 51 años en este planeta.
Hay una canción que canta Paul Robeson llamada “The Purest Kind of Guy” (El tipo más puro). La letra dice ‘No sé porqué lo sé pero sé que lo sé. Es el tipo más justo’ Ese es Musa.
Sherri Muzher es analista política y de los medios de información de Mason, Michigan
· Título original: Interview with Professor Norman Finkelstein
· Autor: Norman Finkelstein y Sherri Muzher
· Origen: ZNet/ Palestine Chronicle ; Miércoles 02 de Noviembre, 2005
Traducido por Felisa Sastre y revisado por Germán Leyens
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