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M O Q A W A M A

Cuestión sionista

Más allá del Chutzpah

 

Por Norman Finkelstein y Sherri Muzher

 

Audacia. Desfachatez. Atrevimiento. Descaro. Cualquiera de estas palabras puede definir el término“chutzpah” en Yiddish, tanto con significados positivos cuanto negativos. Pero como el profesor de la Universidad DePaul, Norman Finkelstein, demuestra en su nuevo libro “Beyond Chutzpah”: on the Misuse of Anti-Semitism and the Abuse of History” (Más allá del Chutzpah : sobre el abuso del antisemitismo y el maltrato de la Historia”). Hay gentes que se inclinan por la acepción más negativa de chutzpah.

Una de esas personas es el eminente profesor de derecho de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz, cuyo libro “The Case for Israel” ( En defensa de Israel) desmantela punto por punto por el infatigable y meticuloso investigador Norman Finkelstein. Hace poco, el libro de Dershowitz fue acusado de plagio y fraude, y al saber que el libro de Finkelstein podría dañar su credibilidad, Dershowitz tomó la sorprendente decisión de escribir al gobernador de California, Arnold Schwarzenegger para pedirle que interviniera y evitara la publicación del libro. La editora del libro es la Universidad de California (The University of California Press). Según The Nation, el secretario de asuntos legales del gobernador Schwarzenegger respondió a la carta de Dershowitz: “... él (el Gobernador ) no considera que deba hacer uso de su influencia en este asunto dado que se trata claramente de un tema de libertad académica”.

Finkelstein, cuyos padres son supervivientes del holocausto, analiza el abuso del antisemitismo con objetivos políticos, y ello queda patente en su libro cuando demuestra que la proclamación que hace Dershowitz en el sentido de que Israel es una garantía de los derechos humanos es totalmente falsa. Informes de organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional y de la propia organización israelí B’tselem se citan exhaustivamente. Uno se pregunta si Dershowitz se llegó a plantear siquiera contrastar sus afirmaciones con prominentes y respetadas organizaciones de derechos humanos cuando coloca a Israel en el pedestal del respeto a esos derechos. Desde los gráficos, a la tortura de menores palestinos y la complicidad del personal médico israelí, no se ha dejado nada a la imaginación que supere el horrendo historial sobre derechos humanos de Israel. En la parte final del libro se ofrece una cronología en la que se describen las raíces del conflicto palestino-israelí.

Si se pudiera resumir en una sóla frase lo que es “Beyond Chutzpah “, sería ésta: Finkelstein no deja piedra sobre piedra cuando intenta demostrar el mal uso del antisemitismo.

Hace poco, tuve ocasión de hablar con Finkelstein sobre sus opiniones en relación con miles de temas relacionados con su libro. Apasionado, firme en sus opiniones y con un agudo ingenio para la controversia, Finkelstein rechaza la etiqueta de ser un intelectual y en su lugar se define como “alguien que analiza los informes y las historias serias sobre lo que está pasando y los compara con las tonterías...de alguien que miente”.

Sherri Muzher: ¿Qué pretendía al escribir “Beyond Chutzpah : On the Misuse of Anti-Semitism and the Abuse of History”?

Norman Finkelstein: Es importante que la gente conozca la historia de lo que está sucediendo.

¿Cuál es el ejemplo más significativo, a su juicio, del nuevo antisemitismo en la opinión pública estadounidense?

Hay una enorme campaña en los campus universitarios en la que circulan denuncias sobre un antisemitismo desenfrenado. Pero cuando Usted va directamente a las fuentes, se dirige a los archivos, habla con los profesores, con los decanos, etc. se descubre que todas esas denuncias son falsas. No existe un solo informe de este supuesto antisemitismo rampante en los campus universitarios.

El ejemplo más chocante es la Universidad de Columbia donde se ha desencadenado una enorme histeria, con editoriales en los periódicos y entre los políticos locales que exigen el despido de algunos profesores del Middle East Center (Centro sobre Oriente Próximo) de Columbia. El presidente, eventualmente, se vio obligado a crear un comité ad hoc (comité específico) para investigar las denuncias y tras tanta histeria y exigencias de que se echara a esos profesores, todo lo que han podido encontrar ha sido un caso, en una clase determinada, en un día concreto tras la invasión de Jenin en abril de 2002. Un profesor contestó acaloradamente a un estudiante que defendía las actuaciones de Israel. Eso fue todo. Por otra parte, encontraron que gentes pro israelíes, ajenas a la Universidad, interrumpían las clases de esos profesores, grababan en secreto sus conferencias y, según puso de manifiesto la investigación de Columbia, las entregaban a personas que informaban al lobby pro-israelí. La verdadera historia fue la del hostigamiento a los profesores críticos con la política israelí.

¿Qué va a sorprender más a la gente que lea “Beyond Chutzpah”?

Creo que se van a sentir muy sorprendidos por el hecho de que la denuncia del nuevo antisemitismo es un fraude completo y se van a quedar boquiabiertos ante el historial de Israel en derechos humanos que es pésimo. Es el efecto acumulativo de consultar todos los archivos relativos a todos los aspectos de la política de derechos humanos de Israel. No se trata de analizar un caso único, de una persona determinada que fue torturada o de un niño asesinado, o de una casa demolida. El historial es verdaderamente escalofriante. Todo el que lo ha leído ha comentado que resulta muy impactante conocer la magnitud de los crímenes de Israel contra los derechos humanos en los Territorios Ocupados

¿Cómo se utiliza el “nuevo-antisemitismo” para desacreditar la crítica legítima a Israel?

Siempre que Israel tiene que enfrentarse a un desastre en sus relaciones públicas o a la presión internacional para resolver el conflicto de Israel y Palestina, las organizaciones judías estadounidenses recurren a esa fantasía denominada “nuevo antisemitismo”. El objetivo tiene varios planos. El primero, desacreditar cualquier acusación al denunciar a la persona a la que transforman en antisemita., lo que convierte a los judíos en víctimas, y de esa forma los palestinos dejan de serlo. Como cuando Abraham Fox de la ADL (N.T.: Liga contra la Difamación, en sus siglas en inglés) mantiene que los judíos se ven amenazados por un nuevo holocausto, lo que se hace es inversión de los papeles: las víctimas son los judíos y no los palestinos, de manera que esta táctica realiza la función de desprestigiar a la gente que plantea la denuncia. Ya no se trata de que Israel tenga que abandonar los Territorios Ocupados; son los árabes quienes tienen que liberarse del antisemitismo.

Las organizaciones judías estadounidenses: ¿sionistas o no sionistas?

A las asociaciones judías, Israel les importaba un comino antes de la Guerra de junio de 1967. Después, Israel se convirtió en su causa porque era algo seguro. Israel ahora es un activo estratégico para Estados Unidos en Oriente Medio y, por ello, ahora la gente se ha convertido en pro-Israel, no porque sean sionistas. Es una postura políticamente correcta. El error fundamental que se puede cometer es creer que la gente en el poder tenga convicciones ideológicas. Ben-Gurion fue sionista y Abba Eban también. Los fundadores del Estado de Israel eran sionistas, sin duda, porque estaban comprometidos con una ideología, de la misma manera que los bolcheviques eran comunistas convencidos, pero una vez alcanzado el poder la gente sólo se interesa por una cosa: por tener cada vez más poder y entonces adaptan sus creencias y su ideología a este objetivo.

No creo que Alan Dershowitz se preocupe por Israel. Nunca había escrito sobre ella con anterioridad a junio del 67. El Holocausto, lo ha dicho él mismo,: mientras crecíamos nunca hablamos de él; no recuerdo una sóla conversación con nadie sobre el Holocausto.

A ellos no les preocupan Israel o el Holocausto, sólo les preocupa su carrera profesional. Siempre me ha producido perplejidad por qué se les ha valorado como si tuvieran una ideología y como si se comportaran con convicción.

Hablando de Alan Dershowitz, Ustedes dos han mantenido auténticas polémicas en público. En “Beyond Chutzpah”, ha desacreditado su libro “The Case for Israel” (En defensa de Israel) punto por punto. ¿Ha habido respuesta de la Universidad de Harvard?

No ha habido reacción alguna salvo que al principio le exoneraron de todas esas acusaciones. Para Harvard, Dershowitz tiene las manos limpias.

Usted ha dicho que cree que existen allí garantías contra la publicación de material fraudulento excepto cuando se trata del conflicto palestino-israelí. ¿Es eso lo que está ocurriendo en este asunto?

Creo que han concurrido varios factores. Ésa es una parte del asunto, pero otra parte es que Harvard no puede reconocer que su principal profesor de derecho es un tramposo y un plagiador, lo que revela la situación de la institución ya que resulta demoledor que no puedan siquiera hacerlo. Arroja luz sobre ellos lo que resulta bastante chocante. Se trata de Israel pero se trata también del corporativismo profesional.

¿Qué contesta a quienes ven “Beyond Chutzpah” como un rechazo a cualquier mención de la memoria del Holocausto?

Hay mucha gente en el mundo que ha sufrido, y ya ha llegado el momento de sacar a la luz pública la historia de otros pueblos. No creo que exista aquí peligro alguno de que la gente se olvide del Holocausto habida cuenta de que el New York Times publica algo relacionado con el Holocausto probablemente 5 veces a la semana. En primer lugar, el único tema que tiene más cobertura que el Holocausto es el parte meteorológico. En segundo, la mayor parte de lo que se denomina la memoria del Holocausto Nazi tiene motivaciones políticas. Su uso y explotación sirve para proteger a Israel de la crítica, inmuniza a los judíos estadounidenses frente a la crítica y, durante muchos años, ha servido para extraer dinero de Europa. Podemos prescindir de ese tipo de recordatorio.¿Recordar el Holocausto? ¡El Holocausto son mis padres!

¿Cómo cree que “Beyond Chutzpah” va a afectar a la comunidad judía estadounidense y a sus críticos en las organizaciones judías de Estados Unidos?

Bueno, es imposible cambiar la mentalidad de ciertas gentes. En cierta ocasión le preguntaron a Leon Trosky, el revolucionario ruso, ¿qué se puede hacer con los fascistas? Y contestó: Infórmenles con ladrillos.

A ciertas personas no se les van a cambiar las ideas pero existen muchas otras que están muy mal informada y son personas decentes que tienen una información equivocada. Es a ese tipo de gentes a quienes se quiere llegar, no a los fieles y fanáticos de Sión. No intento convencerles de nada. Tengo mejores cosas que hacer con mi tiempo. Preferiría aburrirme.

En cuanto a los que proponen, como Ariel Sharon, la solución de dos Estados, ¿son sinceros o es simple palabrería?

No existen gentes que propongan la solución de dos Estados, porque no tiene sentido. Existe un consenso internacional sobre lo que significa un acuerdo de dos Estados, que consiste en que Israel abandone la totalidad de Cisjordania, incluido Jerusalén Este, y Gaza. Todo lo demás es basura. Pero hay gente como Sharon que no apoya un acuerdo para los dos Estados, quiere un solo Estado, Israel, y una cabina telefónica para los palestinos.

¿Cree que el “nuevo antisemitismo” se empezó aplicar antes de la retirada de Gaza?

Por supuesto. La broma del denominado “nuevo antisemitismo” se inició en 2001 justo nada más producirse la debacle de relaciones públicas que sufrió Israel con la segunda intifada. Y está siendo muy efectiva. Pero la cobertura de Oriente Próximo que llevan a cabo las nuevas organizaciones empieza a cambiar. Todos están inquietos ante la idea de convertir en objetivo a Israel, y esto ha ocurrido mucho antes de la retirada de Gaza.

Usted habla sobre el Muro de Israel y la confiscación de tierras. ¿Qué diría a quienes afirman que “con expolio de tierras o sin él, Israel tiene el derecho a defenderse y a defender a sus ciudadanos?

Todos los Estados tienen ese derecho. Usted construye una valla en su propiedad. Cuando era pequeño, mis padres no se llevaban bien con sus vecinos así que decidieron poner una alambrada alrededor de su terreno. Al menos en Nueva York, lo primero que tienes que hacer es contratar a un topógrafo que establezca los límites y si se apropia de una sóla pulgada del terreno del vecino, la ley obliga a tirar la valla. No es muy complicado.

Cisjordania y Gaza, según las leyes internacionales, son territorios ocupados e Israel no tiene derecho alguno ni a media pulgada de Cisjordania, de Gaza o de Jerusalén Este. ¿Se quiere construir una valla? Que se construya dentro de sus fronteras para proteger a su pueblo. Esto nada tiene que ver con el terrorismo, ni con la protección de las colonias. Si se quiere proteger a las colonias, se hace lo que ha hecho Israel. Se levantan alambradas electrónicas alrededor de ellas. Kiryat Arba está muy bien protegida y allí no hay atentados terroristas.

De lo que se trata, sin embargo, es de establecer nuevas fronteras.

¿Considera que Estados Unidos está de acuerdo con este cambio de fronteras?

Israel no pueda hacer nada sin el apoyo de Estados Unidos, ni tan siquiera respirar. Estados Unidos lo financia todo y es estúpido creer que Israel puede hacer algo sin su aquiescencia. Hay diferentes opiniones sobre las razones por las que Estados Unidos apoya a Israel. ¿Se trata del lobby o de intereses estratégicos? Se puede discutir sobre ello pero lo que es indiscutible es la idea de que si no fuera por Estados Unidos, Israel no podría hacer nada.

¿Cuándo, considera Usted, que la efectividad de este “nuevo antisemitismo” empezará a decaer?

Es muy sencillo, cuando Israel no sea motivo de críticas en público o cuando la gente se canse del asunto, como con la industria del Holocausto. La gente estaba harta del Holocausto. Como la ley del rendimiento decreciente, si se sigue alimentando el Holocausto la gente cada vez se aburre más y más. Hasta cierto punto, se está haciendo menos omnipresente en la vida pública. Y es previsible que cuando empiecen a decir que Mickey Mouse y Michael Jackson son antisemitas la gente comenzará a bostezar y a desconectar.

Hábleme de la persona a quien ha dedicado “Beyond Chutzpah”, de Musa Abu Hashhash.

Musa creció en el campo de refugiados de Fawwar. En su juventud fue comunista y ahora forma parte del grupo israelí pro-Derechos Humanos, B’tselem. Tendría que decir que es el ser humano más decente que he encontrado en mi vida. Y ya no soy un niño. Ya llevo 51 años en este planeta.

Hay una canción que canta Paul Robeson llamada “The Purest Kind of Guy” (El tipo más puro). La letra dice ‘No sé porqué lo sé pero sé que lo sé. Es el tipo más justo’ Ese es Musa.

Sherri Muzher es analista política y de los medios de información de Mason, Michigan

 

 

·        Título original: Interview with Professor Norman Finkelstein

·        Autor: Norman Finkelstein y Sherri Muzher

·        Origen: ZNet/ Palestine Chronicle ; Miércoles 02 de Noviembre, 2005

Traducido por Felisa Sastre y revisado por Germán Leyens

 

Geert Wilders y su choque de civilizaciones

Geert Wilders y su choque de civilizaciones

¿Quien es Geert Wilder y que propone con su impio documental "Fitna"?

 

Es esta una pregunta que hoy nos hacemos en muchos rincones de Europa, pero que tambien se hacen en todo un mundo islamico ofendido por un documental destinado a crear confrontacion, polemica y en definitiva a dar un paso mas en ese llamado "Choque de civilizaciones" promocionado desde los sectores neoconservadores de occidente.

 

"Fitna" no es el producto casual de la demencia de un fanatico liberal neoconservador, no es el producto aleatorio de un sionista radical... es un producto propagandistico mas de los servicios secreto israelies "Mossad" en su afan de promocionar el choque de civilizaciones entre Europa y el mundo islamico, es un producto mas de los enemigos de los pueblos de la tierra que se empeñan en llevar al mundo a un cataclismo sin precedentes en la historia.

 

Geert Wilder es un profundo admirador de la entidad sionista artificial de "Israel" es sabido que en los ultimos años ha visitado al menos 40 veces de forma publica Israel y que se ha entrevistado personalmente con Ariel Sharon, ex-lider del Likuk y criminal sionista reconocido y con otros politicos criminales sionistas como Olmer, Lieberman etc.

 

La conexion de Wilders con el Mossad es tambien sobradamente conocida y responde a un plan sionista de infiltracion en la elite politica Europea (con gran exito en paises como Francia y Alemania donde han logrado infiltrar a agentes como Sarkozy o Merkel en la elite de la politica europea) este plan basicamente propone presentar al Islam como un peligro para los valores fundacionales de la democracia liberal y a Israel como salvador de la civilizacion y como escudo ante el avance de las barbaras hordas islamicas con el fin ultimo de conseguir la legitimidad intrinseca para llevar a la practica sus crimenes a lo largo y ancho del mundo contra la nacion islamica y proseguir su ofensiva militar e ideologica.

 

Wilders es solo un peon en el tablero de ajedrez, un agente al servicio de una causa mucho mayor y un eslabon de una cadena que se enrolla cada vez con mas fuerza alrededor del mundo oprimiendo a aquellos pueblos que no renuncian a su soberania, a un pensamiento independiente, que no cesan en su disidencia de un mundo cada vez mas esclavo en la paradoja de la libertal, cada vez mas sometido a ocultos intereses y a un desproposito que tiene como unico objetivo la supremacia de una ideologia perversa y de un pueblo "elegido" sobre toda la faz de la tierra.

 

 

 

Cristianismo y sionismo

Cristianismo y sionismo

  29-10-2007
Cristianismo y sionismo
 
Donald Wagner
Information Clearing House

 

 

PARTE I:

FUENTES BRITÁNICAS



El asunto es así.

Los británicos tienen una fascinación de larga data con la idea de Israel y con la idea de que tendrían un rol central en las profecías bíblicas. Esta idea vendría de los propios primeros registros literarios británicos. La epístola (carta) a Gildas (siglo VI después de Cristo) y la “Venerable Historia Eclesiástica de Bede” (735 después de Cristo), los dos textos ven a los británicos “como un nuevo Israel”, como el “pueblo elegido de Dios”, predestinado a un destino histórico no obstante cuántas invasiones de vecinos nórdicos hubiere. En la percepción británica de ser un pueblo elegido esas batallas eran vistas como las batallas de Israel contra los filisteos, los babilonios y otras tribus.

Estos temas resurgieron en el siglo XVI, en la atmósfera cultural de la Reforma Protestante con su énfasis en la libre interpretación de la Biblia y, en consecuencia, con su apertura a interpretaciones variadas, diferentes. Roma, los romanos y el papa de Roma ya no imponían su interpretación de las cosas en la Inglaterra que pasaba a ser protestante y anglicana. Una de las primeras expresiones de esa fascinación con Israel fue la monografía Apocalypsis Apocalypseos escrita por un sacerdote anglicano llamado Thomas Brightman en el año 1585. Brightman proponía a los británicos que apoyen la causa del retorno de los judíos a Palestina como medio para acelerar el cumplimiento de una serie de previsiones proféticas cuya culminación de todo sería el retorno de Jesucristo.

En el año 1621 un hombre importante del parlamento británico, el abogado Henry Finch, expuso una perspectiva parecida, cuando escribió que: “Los judíos deberían recuperar su país, vivir seguros allí y por los tiempos de los tiempos”. Basado en cómo interpretaba el Genesis 12:3 Finch decía que Dios bendeciría a todas aquellas naciones que apoyen el retorno de los judíos. No encontró apoyo en el resto de sus compañeros legisladores.

Si bien no se podría clasificar a estos escritores como sionistas cristianos sí se lo podría hacer como “protosionistas”, en tanto y en cuanto prepararon el terreno que luego otros continuarían. Vino un tiempo de retroceso de estas creencias hasta que la época de turbulencias de las revoluciones francesa y norteamericana hizo cruzar un sentimiento de relativa inseguridad en algunas capas de población europeas. Para fines del siglo XVIII las ansiedades de algunas capas de población encendieron en estas de nuevo las especulaciones proféticas centradas en derredor de un posible retorno de Jesucristo. Otra vez estos pensamientos estaban en el aire de la época.

Eso sucedió, en particular, en la década que siguió al año 1800. Todo un conjunto de clérigos y sacerdotes se pusieron a reflexionar y a escribir sobre que desarrollos históricos podrían conducir a un inminente retorno de Jesucristo. Entre ellos un tal Louis Way, un clérigo anglicano. Este hombre enseñó que previo a todo era preciso que los judíos retornen a Palestina. Después de eso podría llegar una nueva era mesiánica y venir Jesús por segunda vez. Fundó un semanario, The Jewish Expositor, ganó muchos lectores, incluidos muchos académicos y clérigos e, inclusive el poeta Samuel Coleridge figuraba como suscriptor.

En la generación que le siguió a Way ya fueron bastantes los escritores protosionistas. El más famoso de todos ellos fue un sacerdote renegado anglicano irlandés, John Nelson Darby (1800-1881). Darby también era de los que colocaban a Israel en el centro de su pensamiento teológico. Afirmaba que un estado judío llamado Israel era una herramienta fundamental de la voluntad de Dios para cumplir con la totalidad de sus planes hasta el último día de la vida en la tierra. Solamente los verdaderos cristianos, los “cristianos renacidos” (los born again christians) ….

Los largos 60 años de carrera de escritor y predicador de Darby lograron dar forma y consolidar una forma de fundamentalismo denominado “premilenarismo” (Jesucristo retornará antes de la batalla del Armagedón y del comienzo de su reinado de 1000 años en esta tierra). Darby estuvo seis veces enseñando y predicando en Norteamérica, dónde llegó a ser muy popular. La teología premilenarista, su influencia en el fundamentalismo cristiano y la emergencia de un movimiento evangelista en los Estados Unidos se pueden rastrear perfectamente en la prédica de Jhon Nelson Darby.

El sionismo cristiano es un producto directo de este inusual y relativamente reciente capítulo de la teología protestante. Nacido primariamente en Inglaterra y Estados Unidos se la exporta ahora a todo el globo a través de la televisión vía satélite, el Internet, novelas best seller, películas y la siembra de un montón de predicadores. Pensar que durante tiempo vivieron en los bordes de las corrientes principales de las iglesias católicas, protestantes y ortodoxas. Vistas como algo extremo, marginal, hasta herético.

Uno de los reformadores sociales británicos influidos por estas visiones teológicas premilenaristas fue Lord Shaftesbury, con vínculos íntimos con los líderes del Parlamento. El año 1839 publicó un ensayo en la distinguida revista el Quarterly Review titulado: “El Estado y la Restauración de los judíos en su tierra”, argumentaba que los judíos debían ser alentados a regresar a Palestina en gran número. 57 años antes de que los primeros escritores sionistas como Max Nordau, Israel Zangwill y Teodoro Herzl popularizaran la idea ya Shaftesbury escribía que “los judíos eran un pueblo sin país para un país sin pueblo”. El dicho era curiosamente similar al que después proclamaron los primeros sionistas cuando decían que “Palestina era una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Gradualmente las visiones de lord Shaftesbury fueron ganando aceptación entre el periodismo británico, la clase sacerdotal y los políticos.

Una de las figuras más importantes en el desarrollo del Sionismo Cristiano fue el capellán anglicano de Viena, la capital de Austria, década del 80 del siglo XIX, don William Hechler, conocido de Herzl. Hechler se enamoró de Herzl y de su proyecto sionista como si se tratara de un proyecto concebido por Dios. Utilizó su vasta gama de contactos políticos para ayudar a Herzl a encontrar sponsors para su proyecto. Le consiguió a Herzl encuentros, por ejemplo, nada menos que con el Sultán Otomano y con el Kaiser alemán. Pero lo decisivo fueron sus contactos con la élite británica. De esa forma llegaron a un político británico que se llamaba Lord Balfour. Ese encuentro tuvo lugar en 1905. Con el tiempo se lograría de este la famosa Declaración Balfour de noviembre de 1917 según la cual los judíos tenían derecho a tener un hogar nacional. Este fue el primer gran espaldarazo jurídico-político que precisaba el movimiento sionista para avanzar.

Posteriormente también sería de gran ayuda el famoso primer ministro Lloyd George de quién se decía que conocía mejor las ciudades y los pueblos del Israel bíblico que los de su Gales nativa o Inglaterra.

La geopolítica imperial británica era indudablemente la fuerza subyacente en la tarea de traer y ganar apoyo para el proyecto sionista pero a su vez queda claro que la predisposición para apoyar el proyecto devenía de sus anteriores pensamientos protosionistas cristianos. El famoso discurso de Balfour del año 1919 ya aclaraba el punto: “En Palestina no nos proponemos consultar los deseos de los habitantes del país … Los cuatro grandes poderes están comprometidos con el sionismo, esté este en lo correcto o esté equivocado, sea bueno o malo, porque arraiga en largas tradiciones, en las necesidades presentes, en esperanzas futuras, y todo esto es por lejos de mucha mayor importancia que los deseos y prejuicios que 700 mil habitantes que habitan hoy por hoy esa vieja tierra”.





PARTE II.

ISRAEL Y LA SEGUNDA VENIDA de CRISTO



La expresión Sionismo Cristiano es de cosecha relativamente reciente. Rara vez se la utilizó antes de principios de los años 90’ del siglo XX. Organizaciones autoproclamadas “Sionistas Cristianas” tales como los “Puentes para la paz” y la “Embajada Cristiana Internacional”, las dos con oficinas en Israel, estuvieron operando por más de 20 años pero solo después del 11-S de 2001 están bajo la mira de los expertos en Medio Oriente.

Brevemente definido, el Sionismo Cristiano es un movimiento que, desde dentro del protestantismo evangelista (casi exclusivamente anglosajón) visualiza el actual moderno Estado de Israel como el cumplimiento de una profecía bíblica y, en tanto que tal cosa, como algo merecedor de apoyo religioso, político y financiero. Los cristiano sionistas trabajan en una relación muy estrecha con el gobierno de Israel y con las organizaciones judías sionistas, tanto las religiosas como las laicas. Esa buena sintonía en general se transforma en perfecta cuando son los conservadores del Likud los que controlan el gobierno y el parlamento israelí. Algunas fuentes estiman la cuantía humana del movimiento en unos 100 a 125 millones de miembros. Una visión más prudente, pero no subestimatoria, lo ubica como una parte del universo fundamentalista evangelista del protestantismo cristiano.

El Sionismo Cristiano brotó de una corriente teológica particular denominada “dispensacionalismo premilenario”, el que, a su vez, emergió, a principios del Siglo XX, en Inglaterra, por ese entonces un verdadero caldo de cultivo de doctrinas premilenaristas. Las enseñanzas y los escritos de un renegado irlandés, Jhon Nelson Darby, ponían énfasis en que se cumplirían en forma real, material, no metafórica, profecías bíblicas tales como las de la resurrección de las muertos (rapture), el retorno y el ascenso del Anticristo, la batalla del Armagedón y del rol central que cumplirá un resurrecto estado-nación de Israel en los últimos días de la historia humana.

El “premilenarismo” es un conjunto de creencias cristianas tan viejas como el mismo cristianismo. Tiene sus raíces en el pensamiento apocalíptico judío. En general lo que se sostiene es que Jesucristo volverá, de carne y hueso, a la tierra, antes de que se inaugure su prometido reino de mil años. A esta cosmovisión como marco general Jhon Nelson Darby le agregó la doctrina de las dispensas y la idea de que los textos proféticos todos tienen valor predictivo. Dividió la Historia Universal en períodos que denominó “dispensas” que tienen que servirle de guía a los creyentes en como cada uno tiene que manejar su conducta según el período histórico en el que se encuentre. Colaborar en el cumplimiento de los signos proféticos deviene una tarea cristiana (protestante) fundamental.

Las ideas de J. N. Darby llegaron a ser el cuerpo central en las enseñanzas de muchos sacerdotes, misioneros y militantes en las décadas que transcurrieron entre 1880 y 1890, incluyendo evangelistas como Dwight Moody y Bill Sunday, el más importante obispo presbiteriano James Brooks, el radio evangelista de Philadelfia, Harry Ironside, y Virus Scofield. Scofield aplicó los esquemas escatológicos (sobre el fin de los tiempos) de Darby a una Biblia que luego se editó y pasó a ser conocida como la Biblia de Scofield.

Paulatinamente esa Biblia de Scofield llegó a ser la versión de la Biblia por lejos la más utilizada por la mayoría de las ramas del evangelismo y protestantismo de los siguientes 95 años.

Los sionistas cristianos afirman taxativamente que el libro del Genesis 12:3 (“Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan”) es algo que se tiene que interpretar en forma literal, no metafórica. Creen fervorosamente en la idea de que la alianza de Dios con Israel es eterna, excluyente (exclusive, en el inglés original, N. del T.) y de que continuará por los siglos de los siglos. La alianza de Dios con la Iglesia, en cambio, es un mero paréntesis en los planes de Dios. La alianza decisiva, eterna, indestructible, es con Israel. La alianza de Dios con la Iglesia será reemplazada y removida de la historia cuando la suceda la resurrección de los muertos (1 Thesalonians 4: 13-17 y 5:1-11). Esa es la causa por la que los judíos en general e Israel en particular tienen que ser apoyados en todo sentido. Se tiene la visión de la historia universal y de sus etapas de J. N. Darby que, a su vez, luego, popularizó Scofield en su Biblia, editada por la Universidad de Oxford en 1909. Y como todo el mundo, sacerdotes, seminarios, colegios bíblicos, etc, usan la Biblia de Scofield, esta versión de la Biblia llegó a ser, por lejos, la más eficiente difusora de las visiones del dispensacionalismo premilenarista y, en tanto tal, pavimentó el camino para el sionismo cristiano. Si se quisiese ser lo más precisos posible, esa versión del premilenarismo popularizada por Darby, Irving y Scofield, debería ser denominada “futurist premilenarism dispensationalism” para diferenciarlo un poco del histórico premilenarismo (y su correspondiente particular escatología) que cultivaron muchos Padres de la Iglesia como Tertuliano, Cyrilo de Jerusalén, Justin Martyr y otros.

Se tiene una visión pesimista de la historia. Se está como en una espera impaciente de un conjunto de guerras y acontecimientos que preanunciarían el retorno de Jesucristo. El establecimiento del Estado de Israel, la reconstrucción del Tercer Templo, el ascenso del Anticristo y la construcción de ejércitos que estarían listos para atacar a Israel son vistos como algunos de los signos que preanunciarían una batalla final y el retorno de Jesucristo. Las naciones y las personas serían juzgadas, en este esquema, según como se comporten, en relación con Israel (Genesis 12:3)

Esas visiones encuentran apoyo entre los carismáticos, entre los Pentecostales, y todo un rosario de iglesias independientes dentro del vasto universo evangelista protestante. Se ve a menudo con hostilidad la línea principal de las iglesias protestante, católica y la ortodoxa y no ha faltado veces en que se consideró a nada menos que el Consejo Mundial de Iglesias y cuerpos relacionados como herramientas del AntiCristo. Son islamófobos. En Tierra Santa mantienen relaciones hostiles con los palestinos cristianos y, generalmente, se aborrece a los musulmanes como fuerzas del demonio, adoradoras de otro dios.

Calculan en unos 20 0 25 millones a los norteamericanos que tienen estas visiones. Crece muy fuertemente.



 

PARTE III.

LA BIBLIA Y LA ESPADA.

LOS SIONISTAS CRISTIANOS DESCUBREN ISRAEL



Sépase que el primer esfuerzo de lobby a favor de la idea de un estado judío en Palestina no fue judío. Fue iniciativa de William Blackstone, un escritor popular fundamentalista y sacerdote, que organizó una campaña nacional dirigida a quien luego fue presidente de Estados Unidos, Benjamín Harrison, para que este apoyara aquella idea.

Blackstone se había hecho famoso en 1881 con su libro que había llegado a ser best seller: “Jesús is coming”. Se había conmovido con horribles historias de pogroms en Rusia. Pensaba que había que apoyar a los judíos. Apeló a la buena voluntad de magnates amigos como John Rockefeller, del petróleo, Morgan, de la industria, y al editor Charles Scribner para financiar avisos y toda una campaña de estos en todos los diarios desde Boston hasta el Missisippi. Logró también conseguir el apoyo de miembros del Congreso. Pero no mucho más que eso.

Políticamente hablando el movimiento entra luego en un cono de sombra de 50 años, aproximadamente, hasta que la creación del Estado de Israel en 1947 y la Guerra Fría con la Unión Soviética vuelve a galvanizar y movilizar los espíritus de la derecha cristiana. Seleccionando las citas bíblicas adecuadas ambos desarrollos históricos se podían relacionar. Y eso fue lo que hicieron. Como supuestamente el fin de la historia se acercaba y según las profecías un auténtico imperio del mal emergería bajo el liderazgo de un misterioso líder mundial denominado por ellos anticristo, que procedería a atacar Israel, en una gran batalla final del fin de la historia universal denominada Armagedón, bueno, lo de Israel encajaba pues perfecto para cerrar el silogismo: todo el apoyo político, moral y militar del mundo había que darle a Israel. Todo pasa por Israel. En esta escatología y en esta visión Israel es el centro de la historia mundial.

Cuando Israel capturó Jerusalén, Cisjordania (o la franja Occidental), Gaza, Sinaí y las alturas del Golan en la guerra de junio 1967, los conservadores cristianos evangelistas sintieron una especie de éxtasis como si la historia universal entrara en sus últimos días. Nelson Bell, padre espiritual de Billy Graham, editor del influyente Christianity Today, escribió el mes siguiente: “Por primera vez en más de 2000 años Jerusalén está en manos de los judíos lo cual da a nuestros estudiantes más y mejores pruebas y una renovada fe en la exactitud y validez de la Biblia”.

Este universo mental ganó popularidad por medio de un verdadero frenesí de libros y prédicas radiales y televisivas. El libro de Hal Lindsay, “The late, great planet earth”, llegó a ser uno de los más vendidos de la historia. Colocaba a Israel en el centro de la historia universal. Fue un libro que impactó fuertísimo, incluido nada menos que el expresidente Ronald Reagan.

Poco más tarde varias tendencias comenzaron a converger en el panorama político y religioso de América. Y todas apuntando en dirección de un incrementado apoyo norteamericano a favor de Israel. Primero de todo que, en desmedro de las ramas tradicionalmente principales del protestantismo y catolicismo, el sector de mayor crecimiento dentro de la cristiandad anglosajona americana fue el de los evangelistas y fundamentalistas. Segundo, que un hombre de ellos, Jimmy Carter, fue elegido presidente de Estados Unidos, un evangélico del “cinturón bíblico”. Esto puso al movimiento en un lugar de legitimidad y expectativa y prestigio. La revista Times designó a 1976 “el año de los evangélicos”. Tercero: después de ganar la guerra de 1967 Israel pasó a ser visto y considerado como un auténtico pilar de la estrategia occidental en Medio Oriente y un verdadero baluarte en contra de toda penetración soviética en Medio Oriente, en particular luego de que el vendaval de la revolución iraní acabara con ese régimen cliente de Estados Unidos en la zona y se perdiera esa posición de poder. Fue por esa época que el AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Americano-Israelí) y otras organizaciones parecidas comenzaron a tallar fuerte en la configuración de la política sobre Medio Oriente. Cuarto: mientras eso sucedía la línea luterana principal y la católica se corrían a posiciones más equilibradas en el conflicto, es decir, posturas menos inclinadas a favor de uno u otro de los bandos en el conflicto. Para los extremistas proisraelíes estas eran opciones anti Israel. Quinto: la victoria electoral en las elecciones de 1977 por Menachen Begin, del ala derecha del Likud israelí, con su política de militarización del conflicto, de darle a todo gas con los asentamientos de colonos en los territorios ocupados, de anexarse las tierras de los árabes, y la práctica de ponerles bíblicos a los nuevos asentamientos y de defender sus políticas con retóricas bíblica (como que “Dios nos dio a nosotros estas tierras”), todo sintonizaba con los pensamientos y la retórica de los fundamentalistas evangelistas.

Un desarrollo sorprendente tuvo lugar en marzo de 1977 cuando a Jimmy Carter se le fue a ocurrir decir en un discurso que “los palestinos tienen derecho a un hogar nacional”. Fue una época clave en el forjamiento de una alianza entre los sionistas y la derecha cristiana fundamentalista. Inmediatamente se movilizó toda una maquinaria que publicó a todo trapo solicitadas pagas en todos los grandes medios periodísticos en las que se decía cosas tales como que “era tiempo de afirmar con toda claridad por parte de las comunidades cristianas evangélicas su creencia en la validez de la profecía bíblica según la cual Israel tiene derecho divino a la tierra… vemos con grave preocupación todo recorte y toda disminución de este derecho por cualquier otra nación o entidad”.

Esa campaña de solicitadas fue uno de los primeros signos de la existencia de una alianza naciente entre el Likud israelí, el lobby pro Israel y la derecha cristiana. Redireccionó el apoyo de la derecha cristiana de Carter, un demócrata, a la derecha republicana. Luego vino la crisis de los rehenes norteamericanos que tomó Irán y cómo esta crisis melló el prestigio de Carter. Todo lo cual, sumado, hizo que toda una tremenda masa de votantes que pensó que Carter no había cumplido en suministrar un apoyo incondicional a Israel se pasó a votar a Ronald Reagan en las elecciones siguientes del año 1980. Durante por lo menos siete veces, Reagan, en forma pública, hizo referencias a su creencia en una batalla final del Armagedón. Cuando Israel bombardeó y destruyó el reactor nuclear que fabricaba Irak, en la localidad de Osirak, en el año 1981, la primera llamada telefónica de Menachen Begin no fue a Reagan. Fue a Jerry Faldwell, líder de la “mayoría moral”, encargándole que explique a su audiencia el sentido de la acción realizada. Recién después llamó a Reagan. Jerry Faldwell asimismo se encargó de reconvertir al viejo senador Jesse Helms de crítico de Israel a uno de sus más firmes apoyos. Una serie de escándalos menguaron su poder, pero no tanto porque después igualmente se eligió a otro presidente perteneciente a una iglesia bautista evangelista hasta que el apoteosis llegó con los años de George W. Bush.



PARTE IV

EL SIONISMO CRISTIANO EN LOS AÑOS DE CLINTON



Durante sus dos mandatos Clinton procuró incrementar la mediación en el conflicto israelí-palestino. Sus simpatías se inclinaron por el lado del partido laborista. Mantuvo una relación muy estrecha de afinidad de pensamiento con el primer ministro Yitzhak Rabin. Por el otro lado la alianza Likud-CristianoSionista se mantenía al margen y expectante. Esta gente estaba en la oposición a los acuerdos de Oslo.

En mayo de 1996 Benjamin Netanyahu se convirtió en el primer ministro de Israel, derrotando a Shimon Peres. Una vez más la ideología del Likud dominaba la política israelí. Benjamin Netanyahu era por lejos el favorito de los cristiano sionistas, una relación que se había cultivado durante los años en los que este había sido representante de Israel ante la ONU y figura invitada y orador de importantes eventos de la agenda sionista cristiana como por ejemplo la Fiesta de los Tabernáculos, organizada por la Embajada Cristiana Internacional o la plegaria de desayuno anual por Israel que se hace una vez por año en Washington. A los pocos meses de ser elegido arregló con la gente del Israel Christian Advocacy Council de llevar 17 líderes fundamentalistas protestantes evangelistas norteamericanos a Israel, a un viaje de actualización sobre la problemática de Medio Oriente. El viaje concluyó con una conferencia y una declaración que reflejaban la plataforma política del Likud. Se firmó una declaración que rezaba: “América jamás abandonará a Israel”. En otras se apoyaba los asentamientos ilegales de colonos israelíes en Cisjordania, en la Franja de Gaza y en las Alturas del Golán, de propiedad siria. Igualmente por una Jerusalén unida bajo soberanía única israelí. Todo envuelto en un conveniente lenguaje bíblico y evangelista.

A su regreso a los Estados Unidos esta gente desplegó una campaña a todo vapor que incluía solicitadas pagas en los principales diarios de EU bajo la divisa: “Los cristianos llamamos a apoyar la causa de un Jerusalén unido”. El hecho de que esta postura estaba en conflicto con la política oficial del gobierno empeñado en ese entonces en las negociaciones de paz que se celebraban en la ciudad noruega de Oslo les importaba muy poco a los cristianos evangelistas sionistas. Suscriptas por gente como Pat Robertson de la Christian Broadcasting Network, Ralph Need, director de la Coalición Cristiana, el famoso predicador televisivo Jerrry Faldwell y por Ed Mc. Ateer de la Mesa Redonda Religiosa, esa campaña fue la respuesta de los likudistas israelíes y de la derecha cristiana norteamericana a los esfuerzos (mejores o peores, discutibles o no, ese es otro tema) de Bill Clinton y los laboristas. Y también era un desafío directo a la línea principal de las iglesias católico romana y protestante en tanto y en cuanto estas tenían una postura a favor de un Jerusalén compartido.

En un momento de baja de las contribuciones a Israel el Likud pudo movilizar a los sionistas cristianos para que cubrieran el faltante. Eso había sucedido durante un conflicto entre ciertas ramas reformista y otra conservadora dentro del universo judaico, a finales de los años 90. John Hagge, [N. del T. : el mismo que en 2006/7 bregaría por lanzar bombas atómicas sobre Irán], por ejemplo, líder de la Iglesia de San Antonio, Texas, anunció en febrero de 1997 que su iglesia donaba un millón de dólares para Israel. Hagge declaró que eran para ayudar al establecimiento de judíos rusos en Cisjordania y Jerusalén. “Sentimos que colaboramos con el cumplimiento de los planes de Dios”. Cuando en una oportunidad se procuró hacerle ver que esos actos estaban en contradicción con la política de su país en ese momento, declaró: “Yo soy un académico bíblico, un teólogo y desde mi punto de vista la ley de Dios está por encima de las leyes de Estados Unidos o de lo que diga el Departamento de Estado”.

Hubo también otras vías de colaboración. Netanyahu utilizó las redes de sionistas cristianos para sabotear los precarios logros del proceso de Oslo. La maniobra inventada fue esta. La radio israelí el día 22 de octubre de 1997 informó que la Autoridad Palestina estaba persiguiendo a los palestinos cristianos. Dos días más tarde en un artículo del Jerusalem Post se decía, citando “información clasificada” del gobierno que los palestinos estaban enfrentando “brutales persecuciones” de un gobierno “predominantemente musulmán”. El informe decía que “los cementerios cristianos habían sido destrozados, las líneas telefónicas de los monasterios cortadas, etc”. “Que los palestinos habían tomado control de las conventos cristianos y estaban forzando a sus líderes a servir como portavoces de Yasser Arafat y otros opositores a Israel”.

Al mes el congresista J. C. Watts, del partido republicano de Oklahoma, vecino (geográfica y espiritualmente) de Texas reiteró estas acusaciones en un artículo de opinión en Washington Times culpando a Arafat por el éxodo cristiano de la tierra santa y llamando a suspender un envío previsto de 307 millones de USS para la Autoridad Palestina. Luego se sumaron a la campaña gente como A. M. Rosenthal y William Safire del New York Times y otros. Los desmentidos de los presuntos afectados directos no llegan nunca. Mayor Nasser de la iglesia de Bethelhem dijo: “Nuestras iglesias tienen la más completa libertad. Jamás escuché nada de ninguna presión”.

En mayo de 1998, en compañía del “Hermano Andrés”, un líder de la organización holandeses “Puertas Abiertas”, el autor de estas líneas decidió investigar por el mismo todo este asunto. Todo lo que encontró fueron tres casos aislados de familias cristianas que tenían conflictos con otras tantas musulmanas pero por asuntos de los matrimonios cruzados entre esas familias y sus bemoles. Y también por cuatro palestinos que se habían convertido al cristianismo como consecuencia de la acción proselitista de una secta evangélica mesiánica judía que residían en un asentamiento judío. Dos de los cuatro tenían antecedentes criminales y los otros dos eran sospechosos de trabajar para los servicios secretos israelíes. Se los había detenido por sus actividades criminales, no por nada que ver con sus convicciones religiosas.

Se trataba, evidentemente, de una calculada campaña para enturbiar y desprestigiar la Autoridad Palestina que, esa vez, con las investigaciones mencionadas y aclaraciones posteriores, se pudo desbaratar, pero que una y otra vez, se reiteran a través del tiempo.



PARTE V:

UNA RELACION CELESTIAL: BUSH Y LOS SIONISTAS CRISTIANOS



El 27 de marzo de 2002 el mundo fue conmocionado por la acción de un suicida palestino que se inmoló con un cinturón con bombas en el Park Hotel, en la localidad de Netanya, en Israel, durante una velada con 250 invitados, que provocó la muerte de 30 y numerosos heridos. Israel respondió con la operación “Escudo Defensivo”, invadió Cisjordania y sitió la ciudad palestina de Jenin. Un alud de protestas se levantó en el mundo entero. George W. Bush ordenó al primer ministro de Israel a retirar sus tropas inmediatamente. Era un fuerte mensaje.

Pero al punto se movilizó toda la maquinaria del sionismo cristiano norteamericano. Jerry Faldwell, que para ese entonces ya llevaba largo tiempo como vocero informal del movimiento pro Israel, junto con otros líderes, usaron todos sus recursos, sus radios, sus espacios en la televisión, miles de cartas, de mails, llamados telefónicos al presidente y sus funcionarios, clamaban por permitir a Israel “terminar su trabajo” de castigo. Bush no pronunció ninguna palabra más de desaprobación de las acciones militares israelíes. La lección que quedó del episodio fue que incluso cuando Norteamérica parece que se pone firme con Israel insinuando algunos límites Israel puede no tomárselos en serio. Como dijo Faldwell: “Israel tiene en el cinturón bíblico una verdadera red de seguridad en Estados Unidos”.

Las organizaciones cristiano sionistas y el lobby pro Israel se encuentran entre las fuerzas más importantes que convergieron desde la elección de George W. Bush para cambiar las concepciones y las prácticas políticas en relación con Medio Oriente. Y otros grupos y capillas ideológicas lo mismo. Fue como si todo convergiera en un punto para una gran acumulación de fuerzas que pudiera producir drásticos cambios. Uno de esos grupos era la derecha republicana. Rodeado de halcones de la administración Reagan Bush hijo hizo a un costado muchos de los criterios y prácticas de Bush padre, un poco más inclinado a dar un poco más de espacio a las negociaciones y las Naciones Unidas como instancia mediadora para resolver conflictos. Por el año 2000 hubo un giro feroz en el partido republicano. El ala derecha, por lejos predominante, abrazó las doctrinas neoconservadoras que abogaban por el unilateralismo, las soluciones militares y las guerras preventivas. Fue un enfoque mucho más agresivo el que se puso en marcha después del 11-S. En ese afiebrado contexto no es de extrañar que la guerra de Israel contra los palestinos y otros enemigos se liguen, más pronto que tarde, con la guerra de EU “contra el terrorismo”.

Otro de esos grupos eran los neoconservadores sionistas, cuyo líder era Paul Wolfowitz, segundo en la jerarquía del Pentágono luego de Donald Rumsfeld, que ya en 1991 había presentado un famoso documento: “Reconstruyendo las defensas de América” en el que abogaba por soluciones unilaterales y guerras preventivas. Y en 1996, desencantados con la política de Clinton, nace el “Proyecto por un nuevo Siglo Americano”, basados en las doctrinas y documentos previos de los neoconservadores sionistas. El mismo año se le entrega un importante documento estratégico a Benjamín Netanyahu, candidato entonces a primer ministro de Israel en las elecciones, titulado, “Una ruptura limpia: una estrategia para asegurar el reino de Israel”. Recomendaba que Israel abandone los acuerdos de Oslo, Noruega, y adoptar estrategias militares agresivas para con los palestinos y los árabes en general. Esas recomendaciones devinieron el modus operandi de Netanhayu y, asimismo, de Ariel Sharon. La elección de Bush y el 11-S dieron a los neoconservadores la oportunidad soñada de cambiar los enfoques vigentes por otros más agresivos, más enfocados en lo militar, imperialistas y unilateralistas.

Otros de esos grupos son las multinacionales de la construcción, de las armas y del petróleo. El acceso directo a petróleo de alta calidad y bajo costo fue siempre un objetivo de primera prioridad para Estados Unidos en Medio Oriente. Las multinacionales del armamentismo fueron también grandes ganadores de esta estrategia. Y su cliente favorito fue siempre inocultablemente Israel.

El quinto grupo son el lobby pro Israel y el vasto rosario de thinks thanks, institutos de estudio, debates, “clubes”, iglesias, derecha cristiana, etc. Y el sexto son los fundamentalistas Sionistas Cristianos. Por lejos el grupo de mayor crecimiento dentro de las iglesias de Estados Unidos son los Evangelistas. Se los puede calcular en entre 100 y 130 millones de personas. De estos un cuarto se los puede considerar fundamentalista y de estos la mayoría, casi todos, apoyan las posturas israelíes, sean cuales sean. Incluyendo que la mayoría de ellos creen en la batalla del Armagedón según una encuesta de Pew Research Center. En esos ambientes la mera idea de que Israel tenga que negociar dar tierras para obtener paz es considerada una cosa obscena. Una de esas organizaciones es por ejemplo, Friends for Israel (Amigos de Israel) y otra es “Stand for Israel”

Conviene entender bien que cuando uno quiere entender la política norteamericana hacia Medio Oriente no basta de ninguna manera hacer referencia hacia el “lobby judío” sino que es indispensable tener en mente todos estos otros grupos de los que hemos venido hablando en estos capítulos.



 

SARKOZY: ESE SIONISTA AGENTE DEL MOSSAD

SARKOZY: ESE SIONISTA AGENTE DEL MOSSAD

 

El diario francés “Le Figaro” ha obtenido pruebas de que Sarkozy, judío húngaro, fue agente del Mossad, como “Sayan”, en los años ochenta. Es lo que se conoce en el sionismo como una “célula durmiente judía”, una persona que está dispuesta a ayudar a los servicios secretos israelíes sin pertenecer estrictamente a su estructura.

La cosa es tan grave que la policía francesa está investigando al presidente de la República, para averiguar hasta dónde ha llegado Sarkozy en su espionaje. Lo que parece claro es que se infiltró en el Partido Gaullista, por cuenta del mismo espionaje israelita. En otras palabras, que ha sido elegido para hacer su trabajo.

Otro tanto se puede decir de Strauss Khan (FMI), que con Jean Claude Trichet (Banco Central Europeo) y Pascal Lamy (OMC) completa la terna de franceses a la cabeza de instituciones financieras. Al igual que estos dos últimos, es miembro del Club Bilderberg. Al igual que Sarkozy, es de origen judío, en este caso, sefardita. Muy amigo de Condolezza Rice, maniobró para desembarazarse de Jacques Chirac, en otra operación de servicios secretos, parecida a la llevada a cabo por Sarkozy, el año pasado.

Sarkozy ex-agente secreto del Mossad
Un informe revela que el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy trabajó para la inteligencia israelí durante mucho tiempo, antes de ser presidente.
El diario francés Le Figaro ha puesto de manifiesto una vez que el líder francés trabajó para el régimen sionista como ‘colaborador’ desempeñando diversas funciones.

Le Figaro francés alegó que los agentes de policía lograron mantener en secreto una carta, que Sarkozy expuestos en el pasado la participación en actividades de espionaje para el Mossad.
En la carta se ordena a Sarkozy espiar ciertas actividades ya en 1983.

En el período inmediatamente posterior a la publicación de Le Figaro, ,el Primer Ministro Ehud Olmert fue en una visita de Estado a Francia, para debatir sobre el programa nuclear de Irán.
Analistas estiman desde Sarkozy tomó posesión de su cargo en mayo, ha aprovechado para obedecer su promesa de lealtad a los Estados Unidos y el régimen sionista.

“Sarko el Sayan (sayans, son los ciudadanos judíos de otras nacionalidades que ayudan al Mossad.)”ha seguido los pasos de la Casa Blanca para enfocar hostilmente el tema de Irán y sus actividades nucleares con fines pacíficos.

Traducción propia  http://carlosjimenez.es

Bush, Sionismo cristiano

Bush, Sionismo cristiano

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Bush, Sionismo y Guerra Global   Manuel Mariña Müller
Con este subtítulo nos referiremos a la forma mediante la cual, el gobierno de Bush puede justificar la conducta expansionista de Estados Unidos valiéndose de las expectativas que, sobre la política exterior de ese país, poseen los 20 millones de Judíos y Cristianos Sionistas que creen ciegamente en el retorno del pueblo judío a la “Tierra Prometida”Para los millones de sionistas que habitan en Estados Unidos (judíos, cristianos y evangélicos) el apoyo de ese país a Israel, así como la invasión a Afganistán y a Iraq, no constituyen simples acciones realizadas en el entorno del interés nacional. Tampoco son decisiones que se agotan bajo el proyecto de  una cruzada planetaria contra el terrorismo. Estas históricas acciones  representan para ellos, la inevitable conducta de los elegidos del señor para dar cumplimiento a un sagrado plan divino.   
  ¿Quiénes son los judíos sionistas?
Los sionistas constituyen un movimiento fundado por Teodoro Herzl en 1896. El objetivo de este movimiento es lograr el retorno de los judíos a Eretz Israel o Sión, sinónimos judíos para definir a la Tierra de Israel y a Jerusalén.El término “sionismo” o “sionista”,  se debe a una colina llamada Sión (en inglés Zión) en cuyo suelo estuvo ubicado el templo judío de Jerusalén. Todos los que soportan la idea del Estado Judío esbozado por Teodoro Herzl en 1896 y el retorno de los judíos a la Tierra de Israel, son llamados sionistas.Pero no todos los judíos son sionistas, al contrario de lo que pudiera creerse, existe un fuerte movimiento entre los judíos que mas bien es contrario al sionismo y a la propia idea del estado de Israel.Sorprendentemente, una protesta de más de 10.000 Judíos Ortodoxos   realizada el 29-04-05 ante las puertas del Consulado de Israel en Nueva York [1] mostraba y vociferaba consignas que decían: “Israel no tiene derecho a gobernar sobre las tierras sagradas”, “Los judíos lamentamos los 56 años de la existencia de Israel”, “Los sionistas no representan a los judíos”, “Los verdaderos judíos nunca reconocerán a Israel”, “Los propósitos sionistas nunca serán exitosos”, “El estado sionista de Israel debe ser disuelto”.Pero los señalamientos realizados por quienes hoy protestan en Nueva York frente al desenfreno de los sionistas de Tel Avid (la capital de Israel) no son nuevos. El movimiento antisionista en el seno de la propia congregación judía nos esta ratificando nuestra postura en contra de las decisiones de los  sionistas (halcones) que ahora, desde el Pentágono, y bajo falsos preceptos político-religiosos, están llevando al mundo a una confrontación global que, vinculada a una suerte de “profecía autocumplida”, no es más que la máscara del mismo desenfreno sionista que a través de la historia reciente, no ha hecho otra cosa que tergiversar, en aras de perversos intereses, la verdadera moral del pueblo judío. Un artículo bajo el título: “El Sionismo en la Era de los Dictadores” publicado el 17-07-2004 en la revista de publicación electrónica “Jews Against Zionism”[2] no sólo señala el carácter traidor de los sionistas al malinterpretar las sagradas escrituras del Torah, (libro de las escrituras sagradas del judaísmo) sino que los acusan de ser los responsables del sufrimiento del pueblo judío por el antisemitismo del cual han sido victimas, precisamente, como consecuencia de las posturas asumidas por los sionistas durante todo el siglo XX.Muchos nos hemos preguntado el porqué de la persecución y exterminio de los judíos durante la II Guerra Mundial. Algunas respuestas conducen a una explicación basada en el carácter monopólico que, sobre la economía alemana venían sustentando los judíos en contraposición al interés de Hitler por lograr el control total del país, pero lo que nunca imaginamos es que existiera otra razón, distinta a la político-económica,  que también explicara el porqué del holocausto judío.Esta razón nos la expone el artículo indicado cuando señala que la idea sionista de Teodoro Herzl (publicada en 1896) de un Estado Judío (Jewish State) o Estado de Israel, como un Estado protector de los judíos, constituye probablemente el engaño mas grande jamás perpetrado en contra del pueblo judío.Durante todo el siglo XX, de acuerdo a éste artículo, los sionistas han estimulado el antisemitismo y la persecución del pueblo judío para justificar la necesidad de la creación de un Estado Judío. Bajo una especie de maquiavelismo elevado a su máximo exponente, los sionistas  han auspiciado el temor, el odio, la persecución y la propia destrucción de sus hermanos judíos para justificar la creación de un estado salvador.En la búsqueda de este perverso objetivo el máximo apóstata del sionismo Teodoro Herzl escribió: “It is essential that the sufferings of jews…become worse…this will assist in realization of our plans…I have an excellent idea…I shall induce anti-semites to liquidate jewish wealth…The anti-semites will assist us thereby  in that they will strengthen the persecution and oppression of jews. The anti-semites shall be our best friends” (from his Diary . Part 1, pp 16) (“Es esencial  que el sufrimiento de los judíos se incremente…ello servirá para la realización de nuestros planes…Tengo una idea excelente…se debe inducir el antisemitismo con el objeto de liquidar la riqueza de los judíos…El antisemitismo nos ayudará a fortalecer la persecución y la opresión de los judíos…El antisemitismo será nuestro mejor aliado”. Tomado de la Pag. 16 de la primera parte de su Diario)Las consecuencias de esta perversa postura del padre del sionismo no se hicieron esperar y ya para 1920 un lenguaje hostil a los judíos comenzó a expresarse en la Universidad de Heidelberg. Una matriz de opinión fue creada para culpar a los judíos de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) “Los judíos de Alemania no tienen nada en común con los alemanes, no tienen lealtad hacia el país donde nacen, se comportan como extranjeros, eran algunas de los señalamientos que se hacían.  Pero, ¡sorpresa¡ estas afirmaciones no provenían de Adolfo Hitler, ellas eran esbozadas por prominentes judíos sionistas como Nahum Goldman quien posteriormente fuera Presidente de la “Organización Sionista Mundial”, o por Jacob Klatzkin quien fuera el gran ideólogo del sionismo en Alemania para el momento en el cual (1921) los judíos disfrutaban de todos sus derechos políticos y civiles en ese país.Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, el decadente Imperio Británico le dio un gran espaldarazo al movimiento sionista de Teodoro Herzl. El Capellán Anglicano William Hetchler,  una de las figuras más relevantes del sionismo cristiano de Inglaterra, conoció en Viena el proyecto sionista de Herzl y se convirtió no solo en su mejor amigo sino también en uno de los mayores promotores de su proyecto en Europa. Hetchler puso a disposición de Herzl sus contactos con el gobierno británico para apoyar al líder del sionismo en su búsqueda por el auspicio político-económico de su proyecto. Fue Hetchler quien arregló reuniones de Herzl con el Sultán Otomano y con el Kaiser  de Alemania. Sus contactos con la elite social británica le sirvió para arreglar la histórica reunión de 1905 entre Teodoro Herzl y el político Arthur Balfour. Más tarde de este encuentro surgiría la declaración de Balfour en 1917. En esta declaración  se le daba la primera legitimidad internacional al  derecho del pueblo judío a tenencia de un Estado propio.El respaldo del Primer Ministro  David Lloyd-George al proyecto sionista de Herzl demostró que los intereses del  imperio británico en su política colonialista constituían la principal razón para apoyar el proyecto de Herzl. El carácter fascista  del colonialismo británico y su denodada intención por avasallar al pueblo árabe lacónicamente se puso de manifiesto en el famoso discurso de Balfour en 1919 cuando expresó: “…respecto a Palestina, no nos proponemos indagar sobre los deseos de los actuales habitantes de ese país…Los cuatro grandes poderes estamos dispuestos a apoyar al sionismo…y el sionismo, sea correcto o incorrecto, malo o bueno, está enraizado en una tradición histórica por lo cual, consideramos que las necesidades del presente y las aspiraciones del futuro son mucho más importantes que los deseos y prejuicios de los 700.000 árabes que actualmente habitan en esas antiguas tierras”La conclusión a la cual arriban los redactores de los artículos que comentamos es que el sionismo, en líneas generales, coincidió con el nazismo y con el fascismo mucho antes de su advenimiento. Ellos siempre argumentaron que los judíos por no poder  vivir en armonía con ninguna sociedad en el mundo, debían ser removidos en beneficio de la propia sociedad donde convivían. Los sionistas seguidores de Herzl, en la búsqueda de sus objetivos, no les importó tal coincidencia y promovieron estas ideas con bastante antelación al arribo de Hitler al poder en Alemania.Toda esta sorprendente contradicción entre las posturas asumidas por los miembros de una misma congregación (judíos sionistas Vs. Judíos ortodoxos) tiene su explicación en la concepción originaria del judaísmo que mantienen muchos miembros de la comunidad judía ya que, de acuerdo a lo establecido en el Torah, el Estado de Israel es ilegítimo, por cuanto luego de la destrucción del templo judío hace 2005 años, Dios expulsó a los judíos, los envió al exilio y les prohibió tener su propio Estado.   Esta circunstancia, en opinión de los líderes rabinos ortodoxos, convierte en ilegítima  y en antirreligiosa todas acciones realizadas por los sionistas incluyendo la creación del Estado de Israel. Después de 1945, nunca el pueblo judío ha estado en mayor peligro que el ocasionado después de la creación del Estado de Israel.Pero el problema que hoy enfrenta la humanidad, es que el sionismo no se ha conformado  con este primer logro de su interesada interpretacicute;n bíblica. Sino que además, bajo la continuidad de esta especie de profecía autocumplida, y con la complicidad ideológica de los cristianos sionistas y de los evangélicos sionistas, se propone atacar de nuevo, pero esta vez, desde una escala mayor y a expensas del sufrimiento de todo un planeta.
¿Quiénes son los Cristianos Sionistas?
Mucho antes de la creación del movimiento sionista auspiciado por Teodoro Herzl en 1896, en Inglaterra, el concepto (sionista) del retorno de los judíos a Sión (Jerusalén) y a toda la “tierra prometida” ya se había anunciado, no bajo el mismo nombre, pero sí con el mismo objetivo profético basado en el retorno de Jesús y el regreso de todos los judíos a Palestina (la tierra prometida)La insurgencia de éste objetivo profético tuvo lugar durante  el siglo XVI y tal vez encuentre su explicación en las reformas que el  movimiento protestante ocasionó sobre la población cristiana de Inglaterra y al énfasis que este movimiento puso, luego de su separación de la Iglesia Romana,  en la interpretación de la Biblia y en la lectura de sus textos. En 1585 el Clérico Thomas Brightman solicita al pueblo británico su apoyo al pueblo judío para su retorno a Palestina a fín de cumplir con una serie de eventos que finalmente conducirían al regreso de Jesús a la Tierra.En 1621 el prominente miembro del Parlamento Británico, Henry Finch retomó el planteamiento cuando escribió:[3] “ Los Judíos deben construir su propio país, ellos deben poseer su heredada tierra como antes para que puedan vivir en paz y seguridad para siempre”. La historia continuó y luego de los efectos causados por la revolución francesa y la independencia de los Estados Unidos, el siglo XVIII se vió envuelto, (especialmente al finalizar esa centuria), nuevamente en las especulaciones proféticas relacionadas con el retorno de Jesús a la Tierra.En el año 1800 el Clérico Anglicano Louis Way ante lo que consideró la inminente llegada de Jesús, señaló: “Se hace necesario el retorno de los judíos a Palestina como la primera etapa de la Era Mesiánica” En 1839 un influyente reformador social británico, el evangélico cristiano Lord Shaftesbury publicó un ensayo en la prestigiosa revista literaria “Quarterly Review”[4] bajo el título “El Estado y la Restauración de los Judíos” donde, luego de argumentar a favor del retorno de los judíos a Palestina, define a los judíos como “un pueblo sin país para un país sin pueblo”, esta frase fue recogida 57 años mas tarde por el propio Teodoro Herzl y por los primeros sionistas que curiosamente comenzaron a describir a Palestina como “una tierra sin gente para una gente sin tierra” Muchos cristianos protestantes siguieron los lineamientos de Louis Way, y de Lord Shaftesbury pero fue un cura rebelde, el anglicano irlandés John Nelson Darby quien puso de nuevo a Israel en el centro de su teología. Esto lo hizo al clamar que un estado judío llamado Israel se convertiría en el instrumento central de Dios para lograr sus planes durante los últimos días de la historia. Darby fue el creador de la llamada Doctrina de la Ruptura. Esta doctrina establece que los “nuevos cristianos” o “cristianos renacidos” (born again cristians) serían literalmente removidos de la tierra y transferidos al cielo inmediatamente después de la llegada de Jesús y antes de la realización de la batalla final de Armagedon.El extensivo trabajo de Darby 1800-1881, le permitió también consolidar una forma de fundamentalismo llamado el “Dispensacionalismo Premilenico”. Esta concepción teológica establece que una serie de signos se producirán durante los últimos días previos al “final de los tiempos”. Estos signos estarían representados por guerras, catástrofes naturales, desenfreno de la inmoralidad, caída de los valores, deterioro del sistema político y económico mundial, surgimiento de nuevas potencias económicas y el regreso de Jesús a la tierra prometida por Dios a Abraham.   De acuerdo con  esta interpretación profética de Darby, se estaría cumpliendo la “Séptima Dispensa” por lo cual, luego de la ocurrencia de los fenómenos indicados, el mundo entraría en lo que dicha profecía define como la “Gran Tribulación”. Durante este período de gran tribulación surgiría una  figura carismática pero satánica. Esta persona desplegaría un gran poder sobre Europa e impondría una tiranía que, según se menciona en la “Revelación”, estaría identificada bajo el fatídico signo “666”. Luego de 7 años de esta tribulación, (¡casualidad¡, el Proyecto para una Nueva Centuria Americana, elaborado por los sionistas del Pentágono, expresamente contempla 7 años de guerra) Cristo y los santos retornaran a la tierra para enfrentar y vencer al “Anticristo y a sus ejércitos” en una batalla que se realizará en Har-Megiddo (la bíblica Armageddón) cerca de la actual Haifa en Israel. Esta teología del milenio fue llevada por Darby a Estados Unidos  durante sus seis viajes misioneros a ese país. El surgimiento en Estados Unidos del Fundamentalismo Cristiano y del movimiento Evangélico se debió a la influencia directa de este teólogo ingles. Hoy, más del 40% de la población estadounidense (de acuerdo a encuestas nacionales publicadas) cree firmemente en esta séptima Dispensa. Esta séptima dispensa que también es conocida como la Dispensa del Milenio, como vemos, señala una visión apocalíptica del futuro de la humanidad. Esta visión se encuentra establecida en una profecía bíblica que, de acuerdo a las creencias de respetables académicos como los profesores del Seminario Teológico de Dallas, del Instituto Moody de la Biblia, de influyentes judíos como Baruch Ben-Yosef del templo de Mount Yeshiva, y de políticos como George Bush, y Tony Blair, se encuentra en su fase de inminente ejecución.El Dispensacionalismo es, tal vez, la concepción teológica de mayor influencia en los Estados Unidos. El pensamiento dispensacionalista de los llamados Cristianos Sionistas, que como hemos señalado tuvo su inicio como un movimiento religioso en la Inglaterra del siglo XVIII y que luego fue introducida en la feligresía de Estados Unidos por John Nelson Darby, fue retomada por los evangelistas Cyrus Scofield y D.L. Moody ([5]) quienes fueron los  que contemporáneamente se encargaron de difundir esta sectaria doctrina religiosa entre los evangélicos estadounidenses. Dentro de las filas del Dispensacionalismo también se encuentran expresidentes  como Jimmy Carter, el extinto Ronald Reagan y el actual presidente George Bush,
Pero, ¿De dónde proviene el Dispensacionalismo?
El Dispensacionalismo surge a partir de una compleja interpretación de la Biblia  y especialmente de la traducción del texto 2 de Timoteo 2:15 donde el Apóstol Pablo le solicita a Timoteo que divida las verdades de la palabra de Dios.([6]) Más tarde, éste versículo fue interpretado por J. N. Darby y posteriormente por C. Scofield como una evidencia de que las sagradas escrituras contienen un conjunto de siete dispensas o excepciones, mediante las cuales la humanidad sería sometida a prueba de acuerdo a las expectativas y mandamientos de Dios.Estas Dispensas comienzan con la creación y terminan con el inminente retorno de Jesucristo al exclusivo reino de los Judíos en la tierra, esto es: la tierra prometida de Israel.([7])En las primeras seis dispensas la humanidad habría fallado en el cumplimiento de los designios de Dios, por lo cual, en la Séptima Dispensa llamada del Milenio, Jesucristo retornaría para realizar el juicio final y de esta forma reestablecer la paz y la armonía en la tierra  por los siguientes mil años.El Sionismo cristiano como producto directo de la teología protestante imperante en Inglaterra y Los Estados Unidos, esta siendo ahora exportado, desde estas naciones, al resto del mundo vía televisión satelital, internet, novelas muy bien promocionadas como las de la serie “Left Behind” (Dejados Atrás), producciones cinematográficas de alto presupuesto y desde los púlpitos de una nueva camada de misioneros evangélicos.En Estados Unidos, este escenario apocalíptico diseñado por John Darby y más tarde seguido por Cyrus Scofield,  ha tenido una notable difusión en estos días a través de presentaciones de evangélicos en la radio y la televisión, en publicaciones de gran circulación en el territorio estadounidense, en las homilías eclesiásticas de pastores fundamentalistas y en los programas de luminarias de la TV como Jerry Falwell, Jack Van Impe y John Hagee.  Pero el carácter apocalíptico y escatológico que, de acuerdo a estos dispensacionalistas, conlleva el retorno de Jesucristo a la Tierra, plantea una ineludible reflexión.La interpretación de lo establecido en las Dispensas de la profecía bíblica que en la actualidad hacen los Cristianos Sionistas en igualdad de objetivos con los Judíos Sionistas y con los Evangélicos Sionistas, señala que ese período de tribulaciones en la Tierra es inminente y que la nación prometida a Abraham y a sus descendientes como el Reino de Israel es el territorio que abarca desde el río Eufrates en el actual Iraq (antigua Mesopotamia) hasta el río Nilo en Egipto. (¿el territorio del petróleo?)Pero además señalan que esa profecía pronostica, que el restablecimiento del Reino de Israel supone la destrucción del actual centro de peregrinación islámica conocida como “El Domo de la Roca” ubicado en el Monte del Templo, en Jerusalén y la reconstrucción, en el mismo sitio, del tercer Templo Judío.“Blowing up the Dome of the Rock is a worthy act” (Volar el Domo de la Roca constituye un acto digno) expresó Yehuda Etzion,   uno de los líderes sionistas del Movimiento Partidarios del Templo del Monte, en una entrevista radial del 27-07-2004 y en respuesta a las medidas de seguridad a ser tomadas por el  Ministro de Seguridad Pública de Israel Tzachi Hanegbi ante la conmemoración del día de la destrucción del primero y segundo templo judío en el lugar que hoy ocupa el Domo de la Roca.El peligro que significa la destrucción del Domo de la Roca es de tal naturaleza, que las instrucciones dadas por el ministro Hanegbi fueron las de: “usar todas las medidas que fuesen necesarias a fin de prevenir que un puñado de extremistas pudiesen encender la totalidad del Oriente Medio y conducir a Israel hacia una guerra religiosa contra cientos de millones de Musulmanes” ([8]) El problema surge porque éste particular evento, de producirse, podría dar inicio a la Cuarta Guerra Mundial (la Guerra Fría es considerada como la Tercera Guerra Mundial) ya que, de acuerdo a la profecía, constituiría la señal para la llegada del Mesías y el inicio del final de los tiempos. Este evento, señalan,  produciría la muerte de la mayoría de la población del planeta, incluyendo también a los Judíos y se conocería en la historia como la realización de la anunciada Gran Batalla de Armageddom.([9])
La Conducta Fundamentalista  de Bush
“I trust God speaks through me. Without that, I couldn’t do my job” (yo confío en que Dios habla a través de mi. Si no fuese así, yo no podría hacer mi trabajo) George Bush. “Yo confío que Dios habla a través de mí, sin su ayuda yo no podría hacer mi trabajo” le dijo Bush el 09-07-04 ([10])  a un grupo de religiosos de  la  Vieja Orden de Amish en el condado de Lancaster. Pero el vocabulario de semblanza religiosa y dispensacionalista de Bush no se remitió solo a esta frase, también en su alocución al congreso, haciendo referencia al desastre del Shuttle Columbia señaló: “las adorables manos de Dios están detrás de nuestras vidas”. Y cuando, por la misma razón, se dirigió en una alocución a la nación exclamó: “…en palabras del profeta Isaías, levanten los ojos y miren a los cielos”. Y más recientemente, durante el primer aniversario del 11 de Septiembre dijo: “Nosotros no podemos conocer todas las cosas que la providencia nos depara, ya que solo confiamos en ella y ponemos nuestra confianza en las amadas manos de Dios que esta detrás de nuestras vidas y de nuestra historia, él nos guiará ahora” ([11])El renovado fervor religioso de Bush, luego de la superación de sus debilidades etílicas y de prolongadas conversaciones en 1986, con el connotado evangelizador dispensacionalista Billy Graham, no hace otra cosa que confirmar la sospecha de que la “libertad infinita” nombre con el cual originalmente pretendió identificar su guerra contra Irak, no es otra cosa que una “cruzada infinita” contra el islamismo.“Cuando una persona habla con Dios, podríamos decir que esta orando, pero cuando es Dios quien habla con la persona podríamos asegurar que ésta sufre de esquizofrenia”.Prof. Robert M. Sapolsky El Dr. Justin A. Frank, un respetado psicoanalista y profesor de psiquiatría, en su libro “Bush on the Couch” ([12]) señala que, luego de analizar los discursos públicos del presidente Bush, asi como los diversos artículos que respecto a él han escrito otros analista y personas que lo conocen bien, ha llegado a la conclusión de que en su psiques existe una dramática división que inevitablemente le limita su capacidad para controlar sus ansiedades y ello lo hace ver al mundo en términos de una absurda dicotomía. El Dr. Frank es una de los pocos pensadores calificados para colocar en la opinión publica de Los Estados Unidos una pregunta crucial: ¿A la luz del record de violencia y crueldad que ha demostrado, és George  Bush, psicológicamente, lo suficientemente estable como para gobernar al país más poderoso de la tierra?El Profesor Robert M. Sapolsky, notable neurólogo de la universidad de Stanford, en su ensayo “Circling the Blanket for God” ([13]) establece un punto de vista importante para el esclarecimiento de la conducta fundamentalista de Bush. Sapolsky señala que, al contrario de la creencia generalizada de que la esquizofrenia constituye una sacudida impredecible entre los extremos emocionales, ella es, primariamente una enfermedad donde, a pesar del desorden del pensamiento, presenta patrones consistentes en la mente de quien la padece. Sapolsky establece que los esquizofrénicos muestran “pérdida de asociación” y tienen problemas con el manejo del pensamiento a niveles de abstracción y ello hace que hagan interpretaciones literales de casi todas las cosas.Desde este punto de vista, la esquizofrenia, podría ser la explicación del comportamiento de algunos fundamentalistas que interpretan los versículos de la Biblia bajo un sentido literal. Cuando oímos historias o relatos la mayoría de nosotros podemos discernir entre lo real y lo fantasioso, entre descripción literal de los eventos y lo simbólico o metafórico, los esquizofrénicos presentan dificultad para este tipo de discernimiento. Los esquizofrénicos, en su mayoría, se ven envueltos en situaciones irreales que más bien pertenecen al campo de la fantasía. El comportamiento fundamentalista de Bush y de los responsables de la  política de Estados Unidos hacia Israel podría estar influenciado por este tipo de comportamiento ya que éllos, en su mayoría, manejan creencias basadas en antiguas interpretaciones de la Biblia. 
 ¿Es Acaso la Religión una excusa de Bush para justificar su decision de ir a la guerra? 
 Los romanos nunca intentaron mezclar la conquista con la religión, el propio Poncio Pilatos, (gobernador romano de Judea), quedó sorprendido cuando los jerarcas judíos le pidieron la cabeza de Jesucristo en lugar de la  del ladrón Barrabás.Pero ahora, a diferencia de los romanos, a estos nuevos colonizadores si los mueve una concepción divina de la guerra, aquella que pretende justificar la conquista argumentando creencias y profecías. Es así, como George W. Bush, presidente del imperio, ahora se incluye entre los que se consideran elegidos del Señor y de esta forma, intenta darle también una respuesta religiosa a una guerra que, después de dos mil años de civilización y aún cuando no es más que otra guerra imperial, cínicamente la  define como la “gran cruzada por la democracia y la libertad infinita de los pueblos”.A través de la historia los gobernantes siempre acostumbran invocar la bendición de Dios bajo situaciones de conflicto bélico, por lo cual, la conducta religiosa de Bush, podría ser vista como algo normal en un gobernante de tradición familiar religiosa, pero lo que si debe llamarnos la atención es que, en este caso particular, se trata de una persona que,  presidiendo la nación más poderosa del mundo, hace de la política externa un proyecto de lucha teológica global en contra de los “malvados” y quien en su discurso del 2003 sobre el  “Estado de la Unión” identificó a Saddam Husseín como “una figura demoníaca y sobrenatural capaz de desatar días de terror jamás conocidos por la humanidad”([14])El reciente libro de David Domke “God Willing?: Political Fundamentalism in the White House, the War on Terror, and the Echoing Press”([15]), no solo señala la habilidad de la administración Bush para mezclar la política con la religión y de cómo esta estrategia ha ayudado al presidente Bush a vender la guerra contra el terrorismo, sino que además, en el libro se recoge toda una investigación sobre la interesada y fundamentalista  actuación de los medios de comunicación de Los Estados Unidos para crear, durante las tres semanas siguientes a la destrucción de las torres del World Trade Center, una matriz de opinión favorable a las acciones bélicas puestas en práctica por Bush luego de dichos acontecimientos.Domke  identifica cuatro mensajes  o pautas de promoción mediática para la guerra: 1- Una concepción en blanco y negro del escenario político mundial tendenciosamente simplista. 2- Llamados para una acción inmediata de  formulación y administración de políticas como parte de la “respuesta” a una “misión nacional” contra el terrorismo. 3- Declaraciones  en relación  a los deseos de Dios respecto al papel de Los Estados Unidos en la difusión mundial de las concepciones de libertad y justicia. 4- Señalamientos orientados a establecer la idea de que disentir de las decisiones de Bush era antipatriótico y de gran amenaza para la nación.Estos mensajes mediáticos, transmitidos por la red de emisoras de radio y televisión, por el Washington Post, por el New York Times y por centenares de periódicos de todo el país,  en opinión de Domke, fueron cuidadosamente elaborados bajo raíces religiosas y de estímulo al nacionalismo en un momento en el cual, a raíz del derribo de la torres, la población trataba de entender lo que había ocurrido y el por qué.El presidente Bush, con el apoyo de esta campaña mediática, no solo invocaba  antiguas profecías bajo un poderoso vocabulario apocalíptico en el que, peligrosamente, aún creen millones de estadounidenses sino que, además, daba inicio a una dinámica de guerras preventivas como la antesala del acercamiento a un final que aparenta ir mucho mas allá de las acciones ya tomadas en contra de Irak y Afganistán.La guerra preventiva de Bush en contra de los “rogue status”, “bad guys”, y “evildoers” que conforman lo que él denomina el “arco de la inestabilidad” podría ser la antesala de una guerra global que iría desde , Asia Central, el Oriente Medio pasando por el norte de África, Venezuela Colombia y Ecuador   hasta llegar a las Filipinas e Indonesia (casualmente cubriendo los mayores reservorios petroleros del planeta)
¿Es la  guerra global posible?
La invasión a Irán: ¿el detonante?La invasión a Irán constituye en estos momentos, sin lugar a dudas, el tema de mayor prioridad para los más altos dirigentes del Pentágono.  Son seis las razones por las cuales consideramos que Estados Unidos procederá a derribar el liderazgo de los mullahs en Irán y en su lugar erigir un régimen con la misma fidelidad que hoy le guardan el resto de los países petroleros de la Región del Golfo. La primera razón, para una economía sedienta de petróleo como lo es Estados Unidos, son las reservas probadas de 125 mil millones de barriles de oro negro que se encuentra en el subsuelo iraní. Después de Arabia Saudita, Irán es el segundo reservorio de hidrocarburos livianos del planeta y ello convierte a esta nación en un factor fundamental dentro de la ecuación petrolera del mundo. Irán produce en la actualidad 4 millones de barriles diarios y es el único país con capacidad para incrementar su producción en 3 millones de barriles adicionales. La segunda razón se basa en el hecho de que la producción de petróleo ya entró en un declinar que, de acuerdo a los estudios realizados (Global Peak Oil) llegará a su punto crítico para el 2010, mientras que el gas natural, visto como sustituto del petróleo (6.000 pies cúbicos de gas contienen la energía equivalente a un barril de petróleo) no es probable que alcance sus límites máximos de explotación sino hasta dentro de varias décadas. Esta circunstancia convierte a Irán, quien posee el 16% de las reservas de gas en el mundo con 940 trillones de pies cúbicos (equvalentes a 155 mil millones de barriles de petróleo) en uno de los pocos países capaces de suplir las grandes cantidades de requerimientos de gas que requerirá la economía mundial en virtud del irreversible proceso de agotamiento del petróleo.La tercera razón   está constituida por la urgente necesidad que tiene Estados Unidos de cubrir su abultado déficit fiscal con petrodólares. Como se sabe, Irán fue uno de los países que junto con Iraq y Korea del Norte decidieron sustituir el dólar por el euro en sus operaciones de exportación (y por eso el Pentágono le pidió a Bush que los señalara en el “eje del mal”), ocurre que un país como Irán con sus 280 mil millones de barriles en  reservas probadas de gas y petróleo representaría para Estados Unidos, si logra controlar sus hidrocarburos, el equivalente a un reservorio de divisas capaz de cubrir (al precio de US$ 50 por barril) su déficit fiscal por los próximos 20 años.La cuarta razón está condicionada por la necesidad imperial de Estados Unidos de dominar la posición estratégica de Irán en la Región del Golfo Pérsico. En la geografía del oriente medio Irán ocupa una posición estratégica hacia el lado norte del Golfo Pérsico, esto, en opinión de los dirigentes de las acciones estratégicas del imperio, coloca en riesgo los intereses que actualmente posee Estados Unidos en los campos petroleros de Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos e Iraq los cuales, en conjunto, contienen más de la mitad de las reservas conocidas de hidrocarburos del planeta. Pero además, Irán está también situado al lado del Estrecho de Hormuz y , da la casualidad, que por esta angosta vía acuática pasa diariamente el 40% de las exportaciones de petróleo del golfo. La quinta razón  La sustenta la necesidad estratégica del imperio de asfixiar el crecimiento económico de China. Para este juego estratégico, Irán constituye una carta fundamental ya que esa nación se ha convertido en el mayor suplidor de petróleo y gas natural a un país que, como China, de continuar creciendo al ritmo actual, para dentro 20 años tendría un consumo de petróleo diario similar al que hoy tiene Estados Unidos (19 millones de barriles diarios). China, con una población de 1.300 millones de habitantes, plantea una demanda potencial de materias primas que, obviamente, ponen en riesgo el acceso que a dichos insumos pueda tener Estados Unidos.La cuenta es muy sencilla, para el 2025 Estados Unidos estará importando el 90% del petróleo que consume. La pregunta también es sencilla: ¿De dónde obtendrá dicho recurso, si Irán, la única nación que esta en condiciones de producir 4 millones de barriles diarios adicionales, ya ha negociado con china el suministro de hidrocarburos por los próximos 25 años.Dentro de este contexto, sabiamente Nigel H. Maund afirmó:[16] “War of terror is nothing other than a massive, albeit obviosly transparent, smokescreen for the real war: THE WAR FOR RESOURCES AND THE ECONOMIC SURVIVAL OF THE UNITED STATES AS A GLOBAL POWER” (La Guerra contra el terrorismo no es otra cosa que una  masiva, aunque obviamente transparente, cortina de humo para ocultar la verdadera Guerra: LA GUERRA  POR LOS RECURSOS Y LA SOBREVIVENCIA ECONÓMICA DE LOS ESTADOS UNIDOS COMO UN PODER GLOBAL)La sexta razón El fundamentalismo sionista: ¿la profecía autocumplida?Hal Lindsey, el teórico Cristiano Sionista que en la actualidad es el de mayor influencia en el estudio del Dispensacionalismo  y el mayor exponente de la interpretación moderna de las profecías de la  Biblia, opina que la guerra es inminente.Lindsey, quien ha sido descrito por la revista “Times” como “el Jeremías de esta generación” y por el “New York Times” como el autor más vendido de esta década(7), en su libro más famoso: “The Late Great Planet Earth” , donde hasta ahora ha logrado más de 109 ediciones y 40 millones de copias vendidas ([17]), señala, casi en forma dogmática, que los sucesos geo-políticos actuales constituyen la respuesta inevitable a lo establecido en la profecía bíblica, por lo cual, no duda en afirmar, categóricamente, la inminencia del fin del mundo.Hal Lindsey, quien  al igual que Darby y Scofield, también señala que sus interpretaciones de la biblia fueron reveladas personalmente por Dios, en su último libro “Planet Earth: The Final Chapter”([18]) lleva al lector a través de una escalofriante narración de las batallas finales de la Gran Tribulación que, desde luego, fueron anunciadas hace más de dos mil años en las profecías del  Viejo y el Nuevo Testamento([19]) pero que ahora, señala, el lector podrá vivenciar durante su propia existencia y podrá además conocer a los líderes que, en el cumplimiento de esta profecía, llevarán al mundo al borde de la extinción. (¿Bush o Sharon?)Es claro, que las consecuencias de estas exageradas premoniciones escatológicas, bien sea que provengan de reconocidas figuras del mundo académico, de judíos fanáticos o de dirigentes fundamentalistas (George Bush y Tony Blair)  no tendrían mayor trascendencia si no fuera por el marco político y económico que las rodea en la actualidad. Para corroborar estas predicciones Lindsey señala que existen  profecías que ya se han cumplido, como la creación del Estado de Israel y la anunciada falla de los seres humanos en lograr una sociedad solidaria, sana y de paz y armonía. También indica que existen otros sucesos en progreso, que configuran lo que pudiera verse como las últimas profecías en proceso de ejecución. Aquí incluye, además de la inusitada presencia de catástrofes naturales como terremotos, intensa actividad volcánica, grandes cambios climáticos causantes de inundaciones y sequías, otros que corresponden al plano del desarrollo de las naciones, como el declinar del poder económico de los Estados Unidos, y el vertiginoso crecimiento de China.Pero lo que Lindsey no incluye en su lista de profecías cumplidas, es lo que tiene que ver con otros acontecimientos en progreso que son, precisamente,  los que pudieran detonar el profetizado final de los tiempos. Estos detonadores tienen su escenario en el Oriente Medio y están representados por la guerra de Estados Unidos con Irak, el conflicto palestino israelí, el incremento de la tensión Estados Unidos-Israel versus Syria e Irán  y el llamado Proyecto para una Nueva Centuria Americana.([20]) Estos sucesos, si en este momento, fuesen incorporados a las premoniciones de inminente guerra mundial de Lindsey (sus últimas interpretaciones fueron hasta 1998) sin duda las reconocería como el preludio en marcha de la ejecución inmediata de sus profecías.Todo el planteamiento bíblico de los cristianos dispensacionalistas y las propias profecías de Lindsey  solo serían argumentos teológicos y de especulación premonitoria si no fuera porque ellos coinciden con lo que en este momento están desarrollando quienes, tras los bastidores de una organización denominada AIPAC, (American Israel Public Affaires Committe) son los que realmente ostentan el poder político y militar en la Casa Blanca.Con  el arribo de Bush al poder, se iniciaron un conjunto de cambios en el aparato administrativo del gobierno de Los Estados Unidos. Estos cambios, especialmente en los ministerios de Defensa y de Estado,  han configurado un terrorífico panorama de plataforma decisional en relación al manejo de la política exterior y a los sucesos posteriores al 11 de Septiembre del 2001. Como lo señala James Petras en su trabajo “Treason in high places: Pentagón zionist, AIPAC and Israel”([21]) “Desde el 9-11-2001 hasta la invasión a Irag, los sionistas del Pentágono y los militaristas civiles han cercado el poder en los Estados Unidos: han logrado marginar la CIA y creado su propio servicio de inteligencia para “cocinar la información” y han, también, puesto en práctica la doctrina de una guerra secuencial que comenzando con Afganistán e Irag, continuaría con Irán, Siria, Líbano, Arabia Saudita y otros países musulmanes”. Más adelante Petras señala: “…entre los hacedores de la política guerrerista de alto nivel, además del propio redactor de los discursos de Bush: David From, se encuentran los sionistas del Pentágono Douglas Feith, Elliot Abrams, Paul Wolfowitz y otros, su presencia en la administración Bush es la culminación de una serie de estrategias políticas promovidas por el Comité de Asuntos Públicos Americano-israelí ( “AIPAC” siglas en inglés)  quienes actúan a favor de los objetivos proféticos y expansionistas de Israel en el Oriente Medio”.El poder de los sionistas de AIPAC sobre el manejo de la política exterior de la Casa Blanca constituye un hecho histórico muy importante en el análisis que venimos haciendo ya que, en estos cruciales momentos para la paz mundial, existe el convencimiento de que la política guerrerista puesta en práctica por George Bush esta, en efecto dominada, sino totalmente controlada, por un grupo sionista fundamentalista cuyos puntos de vista respecto al destino del oriente medio es aún más radical que el que mantienen los extremistas de derecha del partido Likud que hoy gobierna en Israel.Al respecto, el profesor Edward Said, en su trabajo “American Zionism-The Real Problem” ([22]) expresa: “AIPAC ha sido, durante muchos años, una organización muy poderosa no solo porque esta bien organizada, y conectada a nivel nacional con los más ricos e influyentes miembros de la comunidad judía de Los Estados Unidos, sino además porque nadie se atreve a enfrentarla. Existe respeto hacia AIPAC, pero también temor, especialmente en Washington en donde, en cuestión de horas, casi la totalidad de los  miembros del Senado pueden ser conducidos a firmar una comunicación al Presidente a favor o en nombre del Estado de Israel”. El Prof. Said se pregunta: “¿Quien se atreve a oponerse a AIPAC y lograr mantener su carrera en el Congreso?” Las manifestaciones de apoyo que AIPAC ha logrado hacia Israel va más allá de los 3 mil millones de dólares anuales que Estados Unidos da como ayuda a Israel, también vemos un abultado apoyo político y militar.En lo político, estas demostraciones de apoyo se ponen de manifiesto en los recientes hechos:         La defensa que Bush hace  del derecho de Israel al mantenimiento de armas de destrucción masiva a pesar de la acción, a todas luces desproporcionada y genocida que los gobernantes de ese país hacen contra el pueblo Palestino.El apoyo irrestricto que le brinda a la conducta guerrerista del  Primer Ministro (Ariel Sharon) a pesar del sangriento desenlace (segunda Entifada) ocasionado por la desafiante visita que, durante los primeros días de su arribo al poder, éste hiciera a los lugares sagrados del islamismo en Jerusalén. El respaldo incondicional que sus emisarios en la ONU le brindan a Israel ante la renuencia de su gobierno a aceptar la solicitud que, en forma mayoritaria, le ha hecho ese organismo para que retire el separatista  muro de Jerusalén. En materia de apoyo militar, Estados Unidos, bajo el pretexto de la amenaza nuclear de Irán,  esta armando a Israel con 5.000 bombas de precisión controlables por satélite. (…justo las que necesitan para asesinar con precisión a los líderes palestinos del Hamas). Además, le esta entregando 500 bombas de las denominadas “Bunkers Breakers”. Estas bombas no son precisamente las que podrían utilizar en sus diarios enfrentamientos contra los palestinos ya que éllas, han sido diseñadas para penetrar hasta dos metros de sólido concreto armado. (…justo lo necesario para destruir las instalaciones nucleares subterráneas de Irán) Estos hechos demuestran no solo un doble discurso en relación a la publicitada mediación de paz del gobierno de Estados Unidos frente al conflicto Palestino-Israelí si no que, además, constituye una evidencia fehaciente  de que, ni el gobierno de Israel,  ni  el de Gorge Bush y ni los millones de cristianos Sionistas que habitan en Estados Unidos están dispuestos, por razones meramente proféticas, a compartir Jerusalén con los Musulmanes. Antes por el contrario, el objetivo es el de erradicar a los musulmanes del suelo palestino por cuanto la profecía, en la cual ellos sectariamente creen, anuncia la expulsión de los infieles islámicos de la tierra prometida. En opinión de la alianza judío-cristiano-sionista, Israel es la única Nación creada por la voluntad divina de Dios y Jerusalén es su ciudad sagrada, de manera que todo aquel que profane el suelo de  Israel estará profanando a Dios.Dentro de este escenario, los judío-cristiano-sionistas continúan considerando que el mundo Islámico aún permanece aliado y en contra de Dios por lo cual tendrá que enfrentar su aniquilación en la batalla de los últimos días. Estas posturas religiosas en verdad tienen su asidero en las escrituras escatológicas cristianas. Las profecías medievales vieron al Islam como una fuerza demoníaca ya condenada en esa época. En el año 1190, cuando Ricardo Corazón de León se preparaba para la Tercera Cruzada, la profecía interpretada por Joaquín de Fiore,  afirmaba que el islámico gobernador de Jerusalén era el anticristo y que moriría en las manos del cruzado Ricardo durante la conquista de la ciudad sagrada de Jerusalén. Más tarde esta profecía no se cumplió y otros intérpretes comenzaron a señalar al Imperio Otomano como el verdadero anticristo.([23])Después de la caída del Imperio Otomano, el tema del anticristo continuó hasta el siglo XX,  primero con la Alemania de Hitler, luego con la Unión Soviética de José Stalim, Nikita Kruchov y del propio Abigail Gorbachov. Pero los fanáticos fundamentalistas, al quedarse sin anticristos, luego de la caída del bloque soviético, volcaron su mirada a su antiguo anticristo, al señalado en las escrituras, al verdadero Satán: el mundo árabe.Sin embargo, para sorpresa de muchos, uno de los más connotados activistas de la derecha cristiana de Estados Unidos, el reverendo Jerry Falwell,([24]) afirmó en 1999, en una conferencia que dictara ante una congregación de fundamentalistas evangélicos realizada en Kingsport, Tennessee que “el anticristo estaba vivo y que haría su aparición durante la próxima década (2000-2010) y que, por supuesto, sería un Judío” El impacto de esta afirmación fue tan demoledor para la congregación judía que, más tarde, Falwell hizo un mea culpa y tuvo que disculparse aparentemente para rescatar su credibilidad política.Con todo, la creencia prevaleciente es la de un anticristo islámico. Esta postura esta siendo fuertemente soportada por los grupos radicales de Israel quienes con el apoyo del partido Likud gobernante, están demonizando al Islam como un diablo irredimible y condenado a la destrucción,“El mundo árabe es el mundo del anticristo” escribió Guy Dury en “Escape From the Coming Tribulation” (1975) “Dios dijo que él dejaría la tierra árabe devastada y desolada” señaló Arthur Bloomfield en “Before the Last Battle - Armageddom” (1999)La retórica anti islámica, se recrudece y peligrosamente acompaña a los proyectos bélicos del imperio. Durante el pasado mes de Junio la apocalíptica revista “Midnight Call”  publicó un fiero ataque al Islam hecho por Franklim Graham (hijo del predicador cristiano-sionista, Billy Graham) donde textualmente señala: “…Islam is an evil religión” (el Islam es una religión diabólica)La destrucción que estamos observando en Babilonia nos lleva a la publicación de Charles Dyer: “The Rise of Babilón: Sign of The End Times” (1991)([25]) Aquí, Dyer señala que la restauración  de Babilonia hecha por Saddam Husseim, fue solo un paso hacia una señal del final de los tiempos, por cuanto  tal restauración sería pasajera porque las profecías bíblicas son infalibles y ellas establecen que cuando Babilonia fuese eventualmente destruida Israel finalmente iniciaría su camino hacia la paz y la seguridad.   Dyer pronostica que lo profetizado por Zacarías se cumplirá. Zacarías predijo: “El día llegará cuando se puedan destruir todas las naciones enemigas de Israel”, Las naciones que, en este momento, son enemigas de Israel son las que integran el “eje del mal” y son las naciones petroleras que también son enemigas de Estados Unidos. El pronóstico de Dyer, suponemos que se basa en la posibilidad de que el gobierno de Israel, en retaliación por un ataque nuclear a su territorio de manos de los extremistas árabes, realizaría, con la ayuda de los Estados Unidos, un masivo asalto termonuclear sobre todo el mundo árabe. El ambiente de propaganda de odio que, estratégicamente, se está creado en contra del pueblo islámico, es similar al logrado por la Alemania Nazi para justificar la persecución y destrucción de la comunidad judía.Tanto la industria cinematográfica,  como Los medios de comunicación controlados por judíos, cristianos sionistas y evangélicos, ya comenzaron a difundir películas y programas de radio y TV orientados a crear una matriz de opinión anti-islámica en el pueblo estadounidense.El 27 de Julio del 2004, ([26]) el conocido comediante Jackie Mason, en su afamado programa “Jim Bohannon Show”, transmitido a todo el país por la “Westwood One Radio Network, sin la más mínima consideración a la comunidad musulmana residente en Estados Unidos dijo: “El Islamismo es una religión de odio y muerte que recibe sus órdenes de una doctrina que, como el Corán expresa mas de 50 versiones de odio, veneno, hostilidad y muerte…dedicados al terrorismo” y luego agregó: “yo no sé como, en el sentido tradicional, esa doctrina se puede llamar religión. Ella más bien debería señalarse como una teología de muerte creada para matar gente” De igual forma, otra matriz de opinión (similar a la creada sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Husseín, pero dirigida ahora al Gobierno Iraní), pretende hacerle ver a la opinión mundial  que el programa  de energía nuclear iraní constituye una amenaza para la paz y la seguridad  tanto para Israel como para de todo el Oriente Medio.Israel ahora, con el apoyo de Estados Unidos, se prepara, para hacerle a Irán lo mismo que le hizo a Irak cuando, en 1981, le bombardeó sus instalaciones nucleares bajo la misma excusa de la amenaza. Ante esta amenaza de bombardeo (ya planificado por Israel y el Pentágono) el General Mas’ud Jazayeri ([27]) Director de la Oficina de Publicaciones y Relaciones Públicas del Gobierno de Irán,  respondió: “La conexión de Estados Unidos con Israel es como la del perro que guía a su amo ciego” y luego añadió: “Si la República Islámica de Irán es atacada nuestra respuesta será de tal naturaleza que haremos desaparecer  toda la entidad sionista” (esto lo dijo en Julio de 2004)
La Ampliación de la Guerra
Pero…después de Irak…¿quiénes serán los siguientes?.De acuerdo a lo señalado por el influyente columnista Norman Podhoretz ([28]) “..la misión de Bush es pelear la IV Guerra Mundial.(la III Guerra fue la llamada Guerra Fría) …una guerra contra los militantes del Islam. Pero ella no se debe confinar solo a los países del “eje del mal” (Irak, Irán y Korea del Norte) si no que debe ampliarse a Siria, líbano e incluso a los pases amigos como Arabia Saudita y Egipto...Bush debe tener el coraje para imponer nuestra cultura política al mundo islámico luego de derrotado en la misma forma como lo hicimos con Alemania y Japón”   Para los que creen en el Apocalipsis la lista apunta a los países islámicos que se encuentran entre los ríos Éfrates y Nilo, de manera que los siguientes serían Irán, Siria, Jordania Y Arabia Saudita, pero por razones estratégicas y de movilización inmediata de las tropas ya posicionadas en Iraq, el paso inmediato sería hacia Irán y Siria.Para ello, la maquinaria  de la calumnia y de la mentira certera, previa a la invasión a estos dos países, ya se inició:En Abril del 2003 John R. Bolton, Viceministro de Estado para el Control de Armas y Seguridad Internacional de los Estados Unidos, refiriéndose a los programas nucleares de Irán y Siria dijo: “Es nuestra prioridad, a fin de garantizar la paz en el Oriente Medio, la eliminación de estos programas, de manera que aquellos que soportan el terrorismo en contra de civiles inocentes no puedan continuar haciéndolo”.Con la misma intención, el propio Ministro de Defensa Donald Rumsfeld ([29]) declaró: “Nosotros tenemos información de que cargamentos con suministros militares han estado atravesando la frontera desde Siria hacia Irak” y luego señaló: “Estos suministros constituyen una amenaza directa a la vida de los miembros de las fuerzas de coalición. Consideramos que dicho tráfico constituye un acto hostil del cual tendrá que responsabilizarse el gobierno de Siria”.Para estar aún más seguros de que Irán y Siria son los próximos “targets” en la lista de invasiones del imperio, veamos lo que el protegido de Bush, el Primer Ministro de Israel, Ariel Sharon, dijo en un artículo publicado por el columnista William Safire en el New York Times de Octubre del 2002: “Los Sirios, conjuntamente con los Iraníes, están jugando un doble juego, ellos están incrementando la tensión en nuestra frontera del norte…los iraníes han suplido a los terroristas entre 9.000 y 10.000 cohetes, incluso, algunos nuevos con alcance de hasta 200 millas. Si la guerra con Irak se mantiene ya veremos como Siria, Irán y el Hezbollah se prepararán para abrir un segundo frente de apoyo a Irak”.El trabajo previo para la invasión a Irán, posee características similares al realizado para justificar la invasión a Irag: la amenaza de la posesión de armas de destrucción masiva (esta vez por parte de Irán).Ya comenzaron a verse (vía CNN) declaraciones de expertos internacionales afirmando que nuevas fotos satelitales dan muestra de las instalaciones militares ubicadas al sureste de Teherán y en donde afirman se están realizando investigaciones y pruebas de armas nucleares.Ante esas afirmaciones, el jefe de la delegación iraní ante la Agencia Internacional de Energía Atómica (“IAEA” en inglés), en respuesta (vía Reuters)  aclaró que dichas afirmaciones eran totalmente falsas y que como prueba de ello, el gobierno iraní estaba dispuesto a cooperar con la IAEA si dicha agencia deseaba inspeccionar el sitio.Por su parte, Mohammed El Baradei, jefe de la Agencia de Inspeccion Nuclear de la Naciones Unidas declaró (via CNN. 16-09-04) que “no existen evidencias que prueben lo señalado por Estados Unidos en el sentido de que Irán estuviera utilizando su programa nuclear para la fabricación de armas atómicas” y luego agregó “Esto significa que no existen razones que justifiquen solicitar, ante el Consejo de Seguridad, la adopción de medidas punitivas”.  Como se puede apreciar, la táctica de la mentira, empleada en este caso, para justificar la intervención en Irán  es muy similar a la utilizada por Colin Powell durante los meses previos a la invasión a Irak. En esa oportunidad, Powell mostró, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, fotografías satelitales de supuestas instalaciones iraquíes usadas para la producción de armas de destrucción masiva.En un artículo elaborado por Mike Whitney y publicado en “Znet” el 17-09-04 ([30]) Whitney señala: “La administración de Bush esta asumiendo una doble estrategia frente a Irán. En primer lugar, están preparando un expediente de intervención que, basado en el supuesto incumplimiento de Irán del Tratado de no Proliferación Nuclear (NPT en inglés) será presentado ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta estrategia se basa en la posibilidad de que dicho Consejo apruebe una decisión que permita a Estados Unidos Atacar a Irán. En segundo lugar, el Departamento de Defensa (DOD en inglés) está tomando la ruta directa a la guerra. Ellos utilizarán las fotografías ante la opinión pública norteamericana, como prueba de la amenaza nuclear de Irán. También acusarán a Irán de estar apoyando  la resistencia iraquí. Todo esto será utilizado para justificar un “ataque preventivo” sobre Irán”.Atacar a Irán desde Israel sería el primer paso para activar el proyecto de guerra preventiva en marcha hacia ese país. A las excusas de la existencia de armas nucleares y los señalamientos de la vinculación del gobierno iraní con los terroristas de la resistencia iraquí, se le agregaría la más peligrosa de las razones desde el punto de vista de la globalización de la guerra: la activación de la “Doctrina Carter” para evitar la presencia en el Golfo Pérsico de los intereses petroleros de la República Popular de China.Irán, al igual que Libya, se encuentra bajo a una sanción económica aplicada por Estados Unidos: la llamada “Iran-Libya Sanctions Act” (ILSA). Bajo esta sanción se penaliza a cualquier empresa extranjera que se atreva a invertir en la industria petrolera o gasífera de  estos países.China se atrevió a negociar con el gobierno de Irán y en Noviembre del 2004, Beijing firmó con Teherán un acuerdo por 100 mil millones de dólares por la compra de 10 toneladas de gas natural licuado por un período de 25 años y por la participación de la Compañía Petrolera del Estado Chino en actividades de exploración, perforación y procesamiento petroquímico de hidrocarburos.[31]La decisión de China de invertir en la industria petrolera del suelo Iraní se convierte en el mayor desafío a los intereses de la Pax Americana en la región del Asia Central y del Oriente Medio.Irán, por su parte, ante la amenaza de invasión del imperio norteamericano, está por unirse al poderoso eje conformado por China Y Rusia bajo el llamado “Shanghai Cooperation Organization” (SCO)Los pasos dados por Irán en esta manifiesta alianza con la economía de mayor crecimiento en el mundo, lo que significa, en el lenguaje geopolítico de la guerra, es la posibilidad de un respaldo del gigante asiático en caso de una invasión a su territorio.               En la lista podrían seguir Siria, (país petrolero acusado también de poseer armas de destrucción masiva), Libia, Líbano, Yemén, y Somalia, pero la desesperada sed de petróleo que padece el  imperio los podría llevar al país africano que, en este momento, les llama más la atención: Sudán, país islámico con un conflicto en progreso, y con  grandes reservas petroleras. La maquinaria de ablandamiento a través de la mentira es ahora, simultáneamente  dirigida a Sudán. Desde 1999 en la ciudad de Darfur (donde están los pozos petroleros bajo gestión de la compañía China, “China Nacional Petroleum Company”) se ha desatado un conflicto entre una guerrilla paramilitar (¿financiada por el imperio?) y tropas del gobierno sudanés. El enfrentamiento aún continúa y  en abril del 2004 la cadena de noticias CNN mostraba escenas de refugiados que huían de las terribles masacres de la confrontación. Señalaban entre 30.000 y 50.000 el número de muertos cuando, en realidad, el número de bajas de ambos bandos, durante todo el período, no supera las 1.200 personas, pero ello fue suficiente para que la cadena de noticias del imperio comenzara a difundir, precisamente ahora, noticias sobre un genocidio en progreso. “Yo creo que tenemos la responsabilidad moral   de hacer todo cuanto esté a nuestro alcance” dijo Tony Blair (refiriéndose al conflicto  de Sudán) en una conferencia de prensa el 22 de Julio del 2004 en Londres. Dos días más tarde las Naciones Unidas aprobó una resolución de envío de sus cascos azules a Sudán si, en un período de 30 días, el gobierno de esa nación no resolvía satisfactoriamente el conflicto.   “El Gobierno de Sudan tiene 30 días para resolver el conflicto o de lo contrario la Organización de las Naciones Unidas se verán obligadas a intervenir militarmente”. Señaló Cofi Annan (uno de los hombres más acosado por el imperio)  Secretario General de las Naciones Unidas, en conferencia de prensa del 23 de Julio del presente año.“El gobierno de los Estados Unidos respalda la decisión de las Naciones Unidas y se encuentra listo para dar cumplimiento al mandato que establece un período de 30 días para que el gobierno de Sudán resuelva el conflicto con los paramilitares en la ciudad de Darfur” acotó ante las cámaras de CNN el Secretario de Estado Colin Powell  el 4 de Agosto de 2004.Posteriormente y luego de la “campaña restauradora” del Oriente Medio, del asalto al petróleo de Sudán y de la liquidación de los islámicos “evildoers”, el Pentágono podría decidir avanzar hacia  Korea de Norte (país comunista sin petróleo pero con armas nucleares) o Venezuela (país con las mayores reservas de crudo pesado del mundo) y, finalmente Cuba, país sin petróleo pero con una recia postura antiimperialista y de lucha por la soberanía de los pueblos.Las mentiras sobre Venezuela van desde tener un gobierno que apoya a las guerrillas colombianas y al narcotráfico hasta el haberse convertido en un país peligroso para el continente, que irrespeta los derechos humanos y que ha confiscado el poder Judicial. Respecto a Cuba, la prosapia denigrante e insana de George Bush no tiene límites y en reciente conferencia de prensa llegó a decir que en Cuba no solo se irrespetan los derechos humanos si no que además, la isla se ha convertido en un antro de comercio sexual y de tráfico de menores. 
 ¿El Final de los Tiempos?
Los caballos de la guerra marchan a galope tendido, Bush ha ordenado la disposición de fuerzas masivas en toda la región del oriente medio mientras simultáneamente, compromete fuerzas para  Filipinas y Korea del Norte creando el mayor teatro de confrontación bélica del presente milenio. De acuerdo con el Washington Post, la diapositiva final de esta presentación describe a “Irak como un pivote táctico, a Arabia Saudita como un pivote estratégico y a Egipto como el premio final”La tendencia, como hemos visto, es la de identificar al mundo islámico como el anticristo y a las profecías como el soporte religioso que justifique una conducta imperial de robo y pillaje en aras de una paz y de una justicia basadas en la persecución y aniquilación  del Mundo Islámico. Pareciera que las cartas del anticristo ya están echadas No es cierto que el resultado de las elecciones en Iraq pueda cambiar la peligrosa tendencia a la conflagración  o se pueda decidir el destino de la guerra (o de la profecía).  Quienes confían en Bush no creen estar frente a un presidente guerrero y genocida, para la gran mayoria de los creyentes del país desarrollado más religioso del mundo (90 % de la población cree en Dios  y 80% cree en milagros) el presidente George Bush fue puesto en la Casa Blanca por la gracia divina de Dios  y allí debe continuar hasta que concluya su misión.Hace 60 años un General Alemán llamado Herm Goering dijo:”…Hitler fue enviado a nosotros por Dios para salvar a Alemania”Hoy, otro general, esta vez uno estadounidense llamado William Boykin([32])  expresó: “…Bush está en la Casa Blanca porque Dios lo puso allí  para tiempos como estos” Los que creían  que John Kerry, ganaría las elecciones del 2004 y que esperaban que el candidato demócrata, hiciese regresar a casa a los combatientes de Irak, aún no se han percatado que esta guerra no es la guerra de Bush, ni tampoco hubiese sido la de Kerry, ya que ellos, o  cualquiera que ocupe el salón Oval de la Casa Blanca, son solo ejecutores de una política neoimperial que, en los últimos años, ha consolidado una indetenible maquinaria de posicionamiento global del imperio en aras de garantizar su propia sobrevivencia. La diferencia entre uno y otro es, tal vez, que Kerry, nieto de Judíos y quien afirma que “la causa de Israel debe ser la causa de América” ([33]) hibiese sido, (en caso de ganar las elecciones de Noviembre del 2004) un mejor gerente de la guerra que Bush  e, indiscutiblemente un mejor aliado de Israel.De acuerdo a una encuesta realizada en Diciembre del 2002 por la empresa Gallop([34])  un 46% de la población de Estados Unidos esta compuesta por Evangélicos, Cristianos Sionistas y Judíos y todos comparten la visión de un nuevo milenio a partir del final de los tiempos cuando Jesucristo se enfrente a Satán en la gran batalla de Armageddom.La visión del nuevo milenio que sostienen es fundamentalmente apocalíptica y con profundas raíces en la tradición judía, se aferran a la premonitoria idea de que el momento de la justicia divina ha llegado, una justicia que, por no tener compromisos, auguran que será violenta y sangrienta.Esta visión de la guerra como un mal necesario y como la única forma de lograr la paz y la justicia, es lo que ahora comparten tanto cristianos fundamentalistas como judíos e islamistas.Esta singular coincidencia entre la interpretación de las profecías de Daniel e Isaías y el escenario bélico creado por el ocaso del imperio es lo que subyace en las actuales decisiones de una dirigencia desesperada que, como la de Estados Unidos, ha puesto a la sobrevivencia humana  en la ruta a una muerte  sin retorno, que representa la llamada  “Nueva Centuria Americana”. Entre el río Éufrates en Irak y el río Nilo en Egipto (Irak, Irán, Kuwait, Siria, Jordania, Palestina, Israel, Arabia Saudita, Libano y Egipto) se encuentra una gigantesca cuenca de petróleo pero, además de este “oro negro”, también se encuentra la “tierra prometida” y el escenario para lo que podría ser la profecía autocumplida del nuevo milenio: la gran batalla de Armageddom. 
Notas:
[1] U.S. Newswire. Medialink Worldwide. “Anti-Zionist Orthodox Jews Protest the State of Israel, Says Neturei Karta International” New York 29-04-05.
[2] Jews as Cannon Fodder for Zionists. “Jews Against Zionism” (http://www.jewsagainstzionism.com) el 17-07-04.Lenni Brenner “Zionism in Age of the Dictators (Chap.1)
[3] Citado por Donald Wagner en “Cristian and Zion: British Stirrings” The Daily Star. London 10-09-03.
[4] Trabajo ya citado (39)
[5] Cyrus Scofield. “Rightly Dividing the World o Truth”. Philadelphia. USA. Philadelphia School of the   Bible. 1928 [6]   Prólogo para John Gerstner. “Wrongly Dividing the Word of Truth” . Brentwood, Tennessee.USA.    Wolgemuth & Hyatt, 1991.
[7] Charles Ryrie. “Dispensationalism Today” Chicago. USA. Moody Press. 1965  
[8] Arik Bender. Articulo publicado en la página web “Maariv Internacional” el 27 de Julio del 2004
[9] Hal Lindsey. “Israel and the Last Days” .Eugene, Oregon USA. Harvest House. 1983.  
[10] Jack Brubaker. “Lancaster Online” Publicado en Lancaster New Era el 16 de Julio de 2004.
[11] Rupert Cornwell.  “In God he trust – how George Bush infused the White House with a religious   spirit”  Washington. 21 de Febrero 2003.  http://news.independent.co.uk/world/politics/story.jsp?story=380167
[12] Justin A Frank. “Bush on the Couch: Inside the Mind of the President”. USA. Regan Books. 2004.
[13] Robert M. Sapolsky. “The Trouble with Testosterone” Scribner, New York. 1997. p 241-288
[14] State of the Union address, Washington 28 de Enero de 2003
[15] David Domke. “God Willing?: Political Fundamentalism in the White House, the War on Terror, and the Echoing Press”.Pluto Press.London 2004
[16] Nigel H. Maund “The Epic Struggle for World Hegemony” Informatión Clearing House. 03-30-05
[17] Hal Lindsey. “The Late Great Planet Earth” New York, Bantam. 1970. Charles Ryrie. “The Rise of Babylon, Signs of the End Times” Wheaton. Illinois. USA. Tyndale House. 1991.
[18] Hal Lindsey “Planet Earth: The Final Chapter” Palos Verdes, California USA. Western Front. 1998.   
[19] Hal Lindsey. “Planet Earth- 2000, Will Man Survive?. Palos Verdes, California.USA.Western    Front.1996.
[20] William Rivers Pitt. “The Greatest Sedition is Silence”. Boston. USA. Pluto Press. 2003 
[21] James Petras. “Treason in high places: Pentagon zionist, AIPAC and Israel”. La Pagina de Petras. 07-09-04[22] Edward Said. “American Zionism – The Real Problem” Al-Ahram. 09-27-2000. http://www.edwardsaid.org/modules/news/
[23] Paul S. Boyer. “When Time Shall Be No More: Prophecy Belief in Modern American Cultura” New   Cork . Harvard Iniversity Press.1992
[24] Daniel Levitas. “The Terrorist Next Door: The Militia Movement and the Radical Right” .Thomas   Dunne Books St. Martin’s Press. Toronto. 2002
[25] Charles Ryrie. “The Rise of Babylon, Signs of the End Times” Wheaton. Illinois.USA. Tyndale   House.1991.  [26] WorldNetDaily. “Jackie Mason calls Islam murderous religion” . 27 de Julio de 2004
[27] Teherantimes.com. “Iran’s Response To Israeli Threats Will Crush Zionist Entity: General.  Noticia    publicada el 27 de Julio de 2004
[28] Referencia incluida en “Polítial Strategy Art of  War” Tom Ball. 2 de Agosto de 2004
[29] Tom Ball. “Top 21 Pieces of Evidence that Show Iraq is only the First Step to Reshaping the Middle   East: A Reference for Seekers of Truth”. Sitio de Internet: Political Strategy Art of War. 2 de  Agosto   2004.
[30] Mike Whitney. “Iran October Surprise”. Znet. September 17, 2004
[31] Kaveh Afrasiabi. “China rocks the geopolitical boat”. Asia Times Onlines. Nov. 6-2004
[32] William Boykin. New York Times. 17 October 2003
[33] Linda S. Heard. Artículo “Whether it’s Bush or Kerry, Israel’ Laughing”publicado en el periódico    “Arab News” del 27 de Julio del 2004.[34] Datos de la encuesta realizada por la empresa Gallop en los Estados Unidos en Diciembre del 2002    y rese
ñada por Daniel Levitas en el trabajo “A Marriage Made for Heven”, publicado en la edición    N°4 Vol.31 de la revista online “Reform Judaism”  

 

El sionismo cristiano

El sionismo cristiano

26.12.06
El sionismo cristiano como fundamento del conflicto árabe-israelí

x Mohammed Taleb

En 1952, el teólogo protestante Rheinold Nieburgh exclamaba: "somos el Israel americano de Dios." Con esta pretensión político-teológica, llegamos a una de las claves más importantes para hacer inteligibles los resortes de la solidaridad y la complicidad israelo-estadounidense.

"Nuestro aliento es más largo que esta larga estancia en medio de la nada"
Tawfiq Zayyad [1]

Elementos para un análisis sistémico e interdisciplinario del conflicto entre Israel/Occidente y Palestina/mundo árabe.

1ª Parte: De la Reforma protestante a Theodor Herzl. Del nacimiento de Estados Unidos a la Declaración Balfour.

Al contrario del reduccionismo metodológico, nuestra aproximación al conflicto entre Israel y Palestina reposará en un análisis de tipo sistémico: se trata de prestar menos atención a los objetos que a las relaciones. El sentido de un hecho no sólo reside en sus características escuetas sino también en la trama de las relaciones que se tejen alrededor y a través de él.

En este análisis, el conflicto entre Israel y Palestina forma y constituye un sistema que sólo es inteligible si lo inscribimos en un metasistema constituido por la relación conflictiva entre Occidente y el mundo árabe y musulmán. Esta misma relación se puede articular con la relación conflictiva entre el norte y el sur (o, con otra imagen, entre el centro y la periferia).

tify">Estos ensanches sucesivos no sólo son espaciales. La profundidad temporal también está implícita y conviene, para no reducir la comprensión del conflicto Israelo-palestino a su temporalidad inmediata, observar el contexto del conflicto teniendo en cuenta su larga historia. Aquí queremos rebatir la extendida idea que lo sitúa en Theodor Herzl y su proyecto colonial de finales del siglo XIX y principios del XX.

En realidad queremos subrayar que este conflicto no es inteligible si no tenemos en cuenta los supuestos de una dinámica concreta, social e histórica que es la de la Reforma protestante en los siglos XVI y XVII. En efecto, queremos recordar que la génesis del proyecto colonial sionista procede de una innegable teología cristiana protestante.

Este análisis sistémico particular debe ser también interdisciplinario porque por sí solos, los recursos de la ciencia política o del derecho internacional no son suficientes. Hay que tener en cuenta también la teología y la antropología cultural. Pero la interdisciplina no se ciñe exclusivamente a la esfera de la razón académica y en nuestra comprensión de este conflicto también queremos convocar las fuerzas de la intuición.

Habitualmente los occidentales, a través de sus medios de comunicación, sus intelectuales y sus dirigentes políticos, consideran que la paz entre israelíes y palestinos requiere la intervención de un tercero neutral o, en todo caso, de un tercero que no tenga responsabilidades directas en la causa del conflicto. Conflicto entra "judíos y árabes", entre "judíos y musulmanes", entre "hijos de Israel e hijos de Ismael"… las lecturas esquemáticas son muchas.

El punto común entre ellas, además de su esencia, es que Occidente pretende exonerarse de todas sus responsabilidades originales. Los occidentales incluso consideran que apuestan por la paz criticando a unos y otros, denunciando los "excesos" de la política israelí y el "extremismo" de la posición palestina. De hecho, aunque la tierra palestina es el lugar donde se produce, donde se manifiesta explícitamente el conflicto israelo-palestino, su esencia, sus causas profundas, radican en la propia historia de occidente, desde la Europa nacida de la Reforma hasta [su implantación en] Estados Unidos. El proyecto sionista en Palestina (es decir la instalación de los judíos en tierra palestina) no surge mecánicamente del judaísmo como pretenden muchas personas, sino de una cuestión político-teológica que se remonta al cristianismo protestante.

¡Sola scriptura! ¡Únicamente la Escritura! Este principio es uno de los ejes fundamentales de la Reforma protestante iniciada por Lutero (1488-1546), que afirma que la Biblia (el Antiguo y Nuevo Testamentos) es la última referencia de la fe cristiana. Mientras que la versión latina de la Biblia (San Jerónimo, siglo V), de facto, está monopolizada por las elites religiosas e intelectuales de la Europa cristiana, la Reforma democratiza en cierto modo el acceso a las santas escrituras. Se propagan las traducciones a las lenguas vernáculas y los protestantes desempeñan un papel esencial en este proceso religioso y cultural (la traducción de Lutero al alemán).

¿En qué medida este principio "Sola scriptura" interviene en nuestro planteamiento inicial, a saber, la colusión original entre el protestantismo y el proyecto sionista en Palestina? De hecho, esta democratización del acceso a los textos bíblicos y la elevación de la Biblia al nivel de piedra angular de una identidad cristiana centrada en Cristo, se realizó en un contexto histórico particularmente conflictivo. Recordemos para nuestro propósito, que durante los siglos XVI, XVII y XVIII, la Europa romana se lanzó a un proceso de "reconquista" religiosa con el fin de oponerse la Reforma. En la estela de esta Contrarreforma, o "Reforma Católica", los protestantes sufren innumerables persecuciones.

Esta vivencia debió de dejar sobre la conciencia protestante una impresión singular y, en el contexto de la generalización de la Biblia, favorecía una identificación con los hebreos perseguidos en el Egipto de los faraones. Podemos considerar legítimamente esta teología identificativa como una de las fuentes de la solidaridad entre civilizaciones que cohesiona el mundo occidental y el Israel moderno creado en 1948.

La teología protestante que identifica a los reformistas perseguidos de los siglos XVI, XVII y XVIII con los hebreos de la antigüedad, va a encontrar en América del Norte una tierra de acogida. En muchos aspectos, la relación entre Estados Unidos e Israel, lejos de reducirse a una simple alianza político-militar coyuntural, está arraigada en la historia antropológica del país.

En sus memorias, el ex presidente de EE.UU. Jimmy Carter, afirma que la herencia baptista sudista le había dado una "afinidad" con Israel, cuya creación había sido "ordenada" por Dios: "el establecimiento del Estado moderno de Israel es el cumplimiento de la profecía bíblica." (Citado en "La dimension théologique du lobby israélien aux Etats-Unis", Marwan Bishara, Le Débat Stratégique, n° 30, enero de 1997). En otro punto, el célebre promotor de "la ideología de los derechos humanos" declaraba: "Israel y Estados Unidos se han formado con pioneros. Mi país también es una nación de emigrantes y refugiados, integrada por pueblos venidos de varios países... Compartimos la herencia de la Biblia." (Jérusalem Post, marzo de 1979, citado en "Les origines lointaines de la colonisation de la Palestine", Ahmed Taleb, Nedjma, n° 19, abril de 1989, p. 23).

Esta "afinidad" sólo tiene sentido en el marco del sionismo cristiano de la cultura político-religiosa estadounidense. Sin esta base antropológica, la eterna solidaridad de Estados Unidos con el estado israelí y el movimiento sionista permanece ininteligible. El caso es que hay, en efecto, una simetría entre ambos.

Los americanos del norte no hicieron otra cosa que revivir su propia experiencia "histórico-divina" de la conquista del continente a través de la nueva experiencia sionista israelí. El colono que desafía el "desierto", echando al "salvaje" para fundar un kibbutz, se parece mucho al colono de la "conquista" del oeste. "El israelí es un hombre de la frontera como lo fue el estadounidense. Ambos tuvieron que pelear contra una población indígena hostil" escribe Ferdynand Zweig (citado en Israël et les Etats-Unis ou les fondements d’une doctrine stratégique, Camille Mansour, Armand Colin, 1995, p. 246-247).

En cierto modo, la expansión y el colonialismo específicos del sionismo judío dan una legitimación a la experiencia sionista cristiana de Estados Unidos. Por otro lado, hay que subrayar que el punto de anclaje más importante de esta "afinidad" reside en el hecho de que ambos sionismos se presentan como las reencarnaciones modernas de la historia de los hebreos de la antigüedad. La Biblia es aquí la matriz conceptual de justificación de la experiencia social concreta. En el caso de Estados Unidos es tanto más cierto en cuanto que el sistema de representación que presidió la creación y el desarrollo de esta nueva entidad política [EE.UU.] se apoyaba también en la memoria de la Biblia.

Jean Paul Mayer es experto en asuntos estratégicos. Trabajó como alto funcionario del Estado Mayor de la Marina y en la Delegación de los estudios generales del Ministerio de Defensa. Ha publicado Dieu de Colère. Stratégie et puritanisme aux Etats-Unis (Association pour le Développement et la Diffusion de l’Information Militaire, col. Esprit de Défense, 1995). Titula el primer capítulo de este libro, "El Israel americano de Dios" y escribe:

"El título puede sorprender, pero así es como un gran número de ciudadanos de Estados Unidos bautizan a su país. Armados con la voluntad de construir una nueva sociedad ideal, los primeros estadounidenses creían que Dios había mantenido este continente vacío para acoger un día a los perseguidos. Los primeros colonos proclaman que van a construir sobre estas tierras nuevas el ‘Israel americano de Dios’, denominación que tendrá mucho éxito Afirman que su país será diferente de otros ya que Dios se lo reservó a los verdaderos creyentes para que edificasen la ciudad de Dios. Uno de ellos, el predicador John Eliot, incluso teoriza sobre un gobierno divino en su célebre The Christian Commonwealth (la comunidad cristiana) (...) El Dios de Calvino y de los puritanos en bastantes aspectos está mucho más próximo al Dios de majestad y cólera del Antiguo Testamento que al Dios de amor de la revelación cristiana; por eso a menudo se califica al puritanismo como ‘anglo-hebraísmo’" (pp. 14-15).

Los autores norteamericanos adquieren acentos proféticos para describir el futuro de su nueva patria: "será grande, una gran nación porque el Señor ha elevado a su Israel americano por encima de otras naciones en número, gloria y fama." profetizaba Ezra Sitles en 1783 (p. 20-21).

"The Pilgrim Fathers" (Los Padres Peregrinos) huyen de la restauración política y religiosa de los Estuardo de Inglaterra. Se exilian a Holanda, para embarcar después, el 16 de septiembre de 1620, a bordo de Mayflower; llegan a Plymouth, Nueva Inglaterra. Estos disidentes puritanos de la iglesia anglicana de Inglaterra atraviesan el Atlántico con un proyecto, el de construir la Ciudad de Dios, que es menos el Dios del Evangelio que el de los textos más guerreros de la Biblia hebraica.

En su libro, Les mythes fondateurs de la nation américaine. Essai sur le discours idéologique aux Etats-Unis à l’époque de l’Indépendance (1762-1800) (Bruselas, Complexe, 1992), la historiadora Elise Marienstras reconstruye muy bien el ambiente intelectual de la fundación [de EE.UU.] y "la aventura":

"La mayoría de las veces, el Atlántico se compara con el mar Rojo, la emigración de las sectas inglesas se identifica con la huida de los hebreos. La comparación, efectivamente, era útil en varios aspectos: el mar que se cierra tras el paso de los fugitivos es una barrera definitiva entre el pueblo elegido y sus opresores; pero también la travesía del mar Rojo pertenece a la historia providencial. Se trata de una historia fuera de la medida del tiempo convencional, que sitúa en un tiempo muy lejano el destino de la especie humana y el cumplimiento de la voluntad divina. Hizo falta que los hebreos atravesaran el mar Rojo para salir de la historia de Egipto; después de la travesía del desierto que permitió su gestación, se forma la nación judía y recomienza la historia según el plan divino" (p. 76).

En 1799, el pastor congregacionalista Abbot Abiel, publica una obra con el revelador título Rasgos de semejanza entre el pueblo de Estados Unidos de América y el antiguo Israel. Como en todos los sionismos, el tema de la elección es primordial. En la ideología estadounidense esta elección lo convierte en excepcional y así pretende encarnar, por el bien del género humano, lo universal:

"Pueblo elegido, los estadounidenses son un nuevo pueblo de Israel. La semejanza de los antiguos judíos con los estadounidenses se basa en tres rasgos esenciales:

1. la ventura de Israel
2. su diferencia con las otras naciones
3. la causa de los dos puntos anteriores: el favor divino."

Esta excepcionalidad de Estados Unidos viene acompañada de una misión divina, de una responsabilidad moral con respecto a los sectores de la humanidad que no tienen el privilegio de la elección. El presidente Theodore Roosevelt lo dice bien: "el colono duro y feroz que echa al salvaje de su tierra, se gana la confianza de todos los hombres civilizados." "Le verdict de l’Histoire: Le cas des Cherokkes" Norman Finkelstein, Revue des études Palestiniennes n° 5, otoño de 1995, p. 32-33).

Los grandes escritores de la independencia establecen un paralelismo entre los colonos americanos blancos y los hebreos de la antigüedad: en A Discourse (1786) Enes Hitchkock escribe: "cualquiera que preste atención a los numerosos puntos de similitud que existen entre su historia [de los judíos] y la nuestra [de EE.UU.], no encontrará excesivo o artificial aplicar este pasaje (de la historia bíblica) a esta nación cristiana y a esta revolución cuya grandeza hoy reconocemos."

Benjamin Franklin también contribuye a este sionismo cristiano con su libro Comparación entre la conducta de los antiguos judíos y la de los antifederalistas de Estados Unidos. Y escribe: "yo también tendré necesidad del favor del Ser supremo en cuyas manos estamos y que condujo a nuestros antepasados, como lo hizo con el antiguo Israel, de sus tierras natales hacia este país que rebosa de todo lo que es necesario y útil para la existencia." (Segundo discurso inaugural).

Sería falso creer que estamos allí, en el corazón de una memoria que no tiene actualidad, es decir que ya no tiene resonancias en la conciencia del cuerpo social estadounidense. Hasta hoy el sionismo cristiano representa una fuerza de primera importancia. Las cifras que dan los especialistas de esta corriente son impresionantes y demuestran claramente que, a pesar del movimiento de la contracultura de los años 60, el ideal del "Israel americano" sigue vivo: los protestantes, los más comprometidos en este movimiento, asumen la problemática evangélica del "segundo nacimiento", el renacimiento del espíritu, no solamente de la carne.

Son los Born Again, los "renacidos". Richard Landes, director de un centro de estudios sobre el milenarismo cristiano en Boston, precisa: "en Estados Unidos, el núcleo duro de los Born Again aglutina cientos de miles de fieles que tienen una influencia considerable sobre 50 millones de fundamentalistas. Gozan de numerosas relaciones políticas en Estados Unidos y en Israel." (L’Oriente Le Jour, 19/6/98).

El analista palestino Camille Mansour en su estudio sobre Estados Unidos confirma esta cifra: "la identificación estadounidense con Israel está todavía más marcada en ciertos sectores, como los cristianos fundamentalistas y evangélicos, para quienes el estado de Israel cumple una función escatológica. La figura más célebre de estos cristianos fundamentalistas, cuyo número se elevaría 50 millones, fue durante los años 80 Jerry Falwell, dirigente de la ‘mayoría moral’, y cuyos sermones para la televisión batieron récords de audiencia." Israël et les Etats-Unis ou les fondements d’une doctrine stratégique, París, Armand Colin, 1995, p. 247).

Por su parte, Claude Lévy, en un notable estudio consagrado al "lobby judío estadounidense", precisa el tipo de relación que existe entre los grupos de presión proisraelíes y los grupos sionistas cristianos: "En efecto, por sí mismos, los judíos norteamericanos serían completamente incapaces de modificar la política estadounidense en Oriente Próximo, ya que tradicionalmente el Departamento de Estado es favorable a las tesis árabes.

Lo que proporciona la fuerza a AIPAC (el principal lobby proisraelí, n. del e.) es su capacidad de convencer a otros segmentos de la población estadounidense para apoyar su causa. AIPAC encuentra aliados especialmente en los sindicatos afiliados al AFL-CIO [2], así como entre millones de protestantes fundamentalistas que consideran a Israel esencial para la supervivencia política y espiritual de Estados Unidos. Su compromiso con Israel se funda en la creencia de que la creación del estado hebreo está escrita en la Biblia.

Muchos de estos fundamentalistas consideran a los judíos el Pueblo Elegido y los milenaristas ven en ellos la recreación del Gran Israel, el precursor de la segunda llegada de Cristo. En Estados Unidos existen más de cincuenta millones de fundamentalistas entre los que hay treinta millones de evangelistas que, por razones religiosas, son favorables a las tesis sionistas y por eso se les denomina ‘sionistas cristianos’. Begin condecoró con la Orden Jabotinski a uno de los dirigentes de los evangelistas, Jerry Falwell." (Revue Française d’Etudes Américaines, n° 63, febrero de 1995, p. 79).

Exactamente en 1979, alrededor de este telepredicador evangelista, Jerry Falwell, se organiza la "mayoría moral" que pretende defender los valores puritanos y nacional-coloniales estadounidenses (5 millones de adeptos): es el despegue de la nueva derecha, expresión forjada por un católico de Texas, Richard Viguerie. La base social de esta derecha conservadora es el Biblia Belt o cinturón de la Biblia, el sur y suroeste de Estados Unidos.

Impulsados por la mayoría moral, los fundamentalistas sionistas cristianos despliegan una actividad ilimitada en el universo televisivo y, en general, en el de las nuevas tecnologías de la comunicación. La influencia está a la altura de esta actividad. "Conocemos el enorme impacto de los telepredicadores de la iglesia evangelista como Jim Bakker o Jimmy Swaggart sobre cerca de 80 millones de estadounidenses, inmersos en una profunda crisis cultural generada por los años de la contracultura." (Histoire des Etats-Unis, Jean-Michel Laroix, París, Puf, 1996, p. 483).

Podemos concluir este estudio evocando el enlace entre las dinámicas sionistas cristianas y el lobby proisraelí. En la dirección central del AIPAC, que es uno de los principales componentes de este grupo de presión, existe un cargo cuya misión es mantener un lazo operacional permanente con las redes sionistas cristianas. Este atractivo de los proisraelíes para dinámicas religiosas e identificativas es subrayado por el investigador Marwan Bishara en su artículo sobre "La dimension théologique du lobby israélien aux Etats-Unis" que citábamos al principio de esta nota:

"La novedad es la forma cada vez más ideológica, e incluso teológica, que reviste la acción de ciertos componentes del lobby judío en Washington. Esta novedad se debe a la conjunción de dos factores: el reforzamiento de los ortodoxos religiosos y de la extrema derecha en Israel y el papel más marcado del movimiento evangelista -tanto en el seno del partido demócrata como en el del partido republicano, sobre todo en el sur, pero también en el norte- y, de manera más general, el surgimiento del discurso teológico en la definición del papel universal de Estados Unidos en el siglo XX."

Indiscutiblemente existe una dimensión mesiánica en la temática del "nuevo orden mundial" de Bush padre y Clinton (este último procede de la tradición baptista del sur), que nació en algún momento entre la destrucción del muro de Berlín y la destrucción de Iraq (como estado, nación y sociedad). Este nuevo orden -y éste es un elemento importante-, es la nueva versión del "imperio del bien" de Reagan y sus amigos sionistas cristianos de la mayoría moral frente al "imperio del mal".

En este marco inscribimos la retórica guerrera de Bush Jr., especialmente desde el 11 de septiembre de 2001, con el tema del "eje del mal". En 1952, el teólogo protestante Rheinold Nieburgh exclamaba: "somos el Israel americano de Dios." (Dieu de colère, p. 25). Con esta pretensión político-teológica, llegamos a una de las claves más importantes para hacer inteligibles los resortes de la solidaridad y la complicidad israelo-estadounidense.


 

Mohammed Taleb es historiador y filósofo. Trabaja desde hace varios años sobre las interferencias entre los parámetros antropológicos, culturales y teológicos para la comprensión del conflicto israelo-árabe. También se interesa por las posturas culturales de la globalización-occidentalización neoliberal y su impacto desorganizador sobre los pueblos y las sociedades del sur, tanto desde el punto de vista de la existencia social concreta como la de sus personalidades, su imaginario y sus representaciones del mundo. Su obra principal es "Visages du sionisme chrétien. Essai d’interprétation historique et théologique", París, Revue des études Palestiniennes, n° 21 (otoño de 1999) y n° 22 (invierno de 2000). Preside la nueva asociación Ishtar.

Notas

[1] Tawfiq Zayyad.- Uno de los grandes poetas palestinos de la resistencia. Nació en Nazaret en 1940 y murió en 1994. Es autor de las siguientes obras: Os estrecho las manos, (1968), Enterrad a vuestros muertos y alzáos (1969), Canciones de revolución y rabia (1970), Los prisioneros de la libertad y otros poemas prohibidos (1974), Circunstancias del mundo (1975). Cultivó también la novela y el teatro y es autor de un libro, Sobre literatura y literatura popular palestina. Dos poemas suyos en La Haine: http://www.lahaine.org/index.php?p=812

[2] http://es.wikipedia.org/wiki/AFL-CIO

oumma.com. Original en francés: http://oumma.com/spip.php?article2260

Palestina: la única víctima del Holocausto - Norberto Ceresole

Palestina: la única víctima del Holocausto - Norberto Ceresole

    «No existe el pueblo palestino... Ellos no existen».

(Golda Meir. Declaración al Sunday Times, el 15 de junio de 1969)

El estado de Israel es el Dios de Israel

El judaísmo es la religión nacional de Israel. Por lo tanto la política de Israel es la consecuencia final lógica e inexorable del monoteísmo judío. El Estado de Israel —en el efímero reino mítico de David y en la actualidad— es la consecuencia natural de las indicaciones dadas por la autoridad suprema: Dios. Yahvé es el único monarca o jefe de Estado de Israel, además de ser el único propietario de la Tierra de Israel. Yahvé es el fundamento del poder, lo que significa que es la única fuente de legitimidad.

La guerra —en su aspecto inter-nacional o «civil», (esta última es llamada también, en el Antiguo Testamento, «expiatoria»)— es la consecuencia determinante del dominio de Yahvé sobre el Estado judío. En esos momentos Yahvé se transforma en el «Dios de los Ejércitos». Por lo tanto toda guerra judía es, en primer lugar, una «guerra santa», porque en última instancia lo que siempre está en juego es la conquista y/o preservación de la «Tierra prometida» (Josué, Jueces, Samuel, Reyes). En todos los casos la guerra es siempre una decisión divina.

Por lo tanto los crímenes del Estado Judío, las agresiones de Israel sobre el resto del mundo, son siempre una responsabilidad directa del dios yahvítico. Ese dios nacional judío está detrás de todas las acciones militares del Estado judío: es el responsable de la expulsión a sangre y fuego de las poblaciones palestinas originales, es el responsable de las torturas, es el responsable de los bombardeos y es el responsable del martirio que se sufre en las cárceles judías. Cuando una bala judía mata a un niño palestino, quien está detrás de ella es siempre Yahvé, protegiendo la «Tierra prometida».

Israel, Estado sin Constitución, sin fronteras fijas, fundado sólo sobre una noción religiosa, reconoce como ciudadanos potenciales a todos los judíos del mundo. A los pocos palestinos que se quedaron en su tierra después de 1948 (musulmanes, cristianos y drusos), se les ha concedido recién una ciudadanía incompleta y posiblemente reversible. Esos palestinos, descendientes de los antiguos cananeos, fueron los propietarios de la tierra «prometida» por lo menos quince milenios antes de que Yahvé se la diese en «propiedad» a un personaje mítico llamado Moisés. De estas extraordinarias anomalías jurídicas resulta que la única manera correcta de nombrar a los ciudadanos israelíes es el término «judío». Esto es lo que quieren las autoridades de ese seudo-Estado. Es también el instrumento conceptual que permite gravar con pesadas tasas a la diáspora judía en el mundo.

Historia profana de Israel

La palabra «profano» tiene en nuestro idioma un significado claro y preciso: «Que no es sagrado ni sirve a usos sagrados, sino puramente secular». Una «historia profana» sería entonces una redundancia si nuestro mundo occidental posrománico o cristiano no hubiese sido el resultado de una profunda enemistad entre dos niveles de existencia: la sociedad eclesiástica (el poder espiritual) y la sociedad política (o «civil»), o el poder temporal.

Por lo tanto: ¿Es posible escribir una historia profana de Israel? En otras palabras: ¿Existe una historia de Israel fuera del texto mítico del Antiguo Testamento? Los arqueólogos e historiadores dan, unánimemente, una respuesta negativa a esta pregunta. Si la historia de Israel, desde la barbarie de las primitivas tribus hebreas (que llegan muy tardíamente al Canaán bíblico) hasta el día de hoy, quedara limitada a datos puramente físicos y/o documentales, esa historia sería sin duda alguna tan insignificante que no valdría la pena escribirla.

Por lo tanto la única historia posible de Israel es la historia mítica de Israel. Aquella historia que comienza con un falseamiento de fechas y la creación arbitraria de personajes (como es el caso de los Profetas, a los que se les hace vivir diez siglos antes de la escritura de los primeros Libros del AT), y termina con un «Holocausto rodeado de misterio», como dice Elie Wiesel. El «Holocausto», como toda la historia mítica de Israel, «...está más allá de la Historia, en verdad, fuera de ella, desafía a la vez el conocimiento y la descripción, no puede ser ni explicado ni visualizado, no puede jamás ser comprendido ni transmitido... es una mutación a escala cósmica». El Holocausto es, por ello, la coronación consustancial de la historia mítica de Israel. «La historia de Israel es historia sagrada, historia del pueblo elegido por Dios para recoger su palabra y preparar el advenimiento de su reino... La historia de Israel adquiere en consecuencia un carácter único que no es susceptible de explicación con criterios meramente humanos» (Antonio Truyol y Serra, Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado).

Estamos entonces enfrentados ante un grave problema. Habría, en principio, una imposibilidad teológica para escribir una historia (profana) de Israel. Lo que implica el reconocimiento de que todos los actos de ese pueblo son excepcionales, es decir, están inspirados en y son realizados por un mandato divino. Todos sus actos, especialmente los políticos y sobre todo los militares.

Así el Estado de Israel actual, el primitivo «Hogar Nacional» que surge con la «partición de Palestina», debería ser estudiado no a través de la historia concreta real sino a partir de una decisión sagrada, o divina. Los hombres, los actores de la historia, serían meros agentes de una Voluntad Superior. El Estado de Israel no puede estar sujeto a las leyes humanas porque es el producto final del excepcionalismo judío. Los judíos son ontológicamente excepcionales.

Dios no es sólo el único «propietario» del Heretz Israel (la Tierra de Israel según el «mapa» del Antiguo Testamento), es también su único monarca. La política judía —la del Estado de Israel— es la consecuencia natural del monoteísmo hebreo. Dios se expresó primero por mediación de Moisés y, luego, por los «jueces», que son caudillos político-religiosos expresamente señalados por Dios. Finalmente el verdadero gobierno lo ejerció una teocracia, en nombre de Yahvé.

Un día aparecen en escena lo que en términos contemporáneos son los judíos laicos o «socialsionistas». Es decir, los descendientes de Filón de Alejandría, el primer «intelectual» judío helenizado. Cuando los judíos ya instalados en Canaán (a sangre y fuego, Josué) le piden a Samuel un «rey normal», «como todas las naciones», se origina una exigencia política de nuevo tipo: una atenuación del vínculo directo entre Yahvé y su pueblo. La respuesta de Yahvé la expresa su profeta Samuel (I Sam., VIII, 7). Le permite a su pueblo adoptar la institución monárquica, en la medida que los reyes queden sometidos a su Ley. Cuando el rey se aparte de ella quedará sometido al dedo acusador de los sacerdotes, es decir, los teócratas serán los únicos intérpretes de la ira de Yahvé.

Es un esquema muy actual porque dentro de él se realizó el último magnicidio: el asesinato del general Rabin. Pero tanto con reyes como con generales, Dios y no el pueblo es la única fuente de poder legítima en el judaísmo. ¿Puede una democracia judía sustentarse a largo plazo? En otras palabras: ¿Puede una democracia laica judía legitimarse en los designios de Dios?

Ahora bien, ¿Qué sería Israel sin el judaísmo? En última instancia todos los discursos políticos en Israel, hoy, y desde su fundación como Estado, remiten al Antiguo Testamento. En cuestiones vitales como la posesión de la tierra, el AT es en definitiva una escritura de propiedad, un documento jurídico y un permiso económico que le permite, a un judío polaco, o ruso, que llega por primera vez a «tierra santa», adueñarse de tierras, propiedades y fortunas que antes de la Decisión Superior, y durante miles de años con anterioridad a la llegada de las primeras tribus hebreas, pertenecían a los antiguos habitantes cananeo-palestinos. Es evidente que no estamos en presencia de un simple colonialismo, en especial porque el Antiguo Testamento, ese registro de propiedad exclusivo de los judíos es al mismo tiempo una «licencia para matar».

Se podría aceptar incluso que el Estado de Israel tenga derechos sagrados sobre el territorio que hoy ocupa. Pero sólo en la medida exacta en que ese Estado sobreviva como Estado confesional fuera y alejado de la llamada «comunidad internacional» de nacionales normales, es decir, no excepcionales, y basado exclusivamente en un Derecho Teológico. Si, en cambio, dentro de la población de ese Estado pretende sobrevivir, como es el caso actual, una importante población laica, los «derechos» de ese Estado sobre una tierra «sagrada» caducarían automáticamente. En buena lógica, sólo los creyentes (los hassedin) podrían disfrutar de un derecho de propiedad otorgado por Dios. ¿Cómo un no creyente podría disfrutar de ese derecho?

Por lo tanto la laicización del Estado de Israel obligaría a todos los habitantes de ese Estado a retornar a la historia real concreta y a sujetarse a leyes positivas y no divinas, incluidas las leyes de la guerra. Lo primero, entonces, sería abandonar las tierras cananeas palestinas y propiciar el retorno a ellas de los expulsados, a sangre y fuego, entre 1947 y 1949.

Si Yahvé es el vértice de la historia, se podría entender que sus seguidores gozaran de «derechos especiales», en la medida que aceptemos la excepcionalidad judía: es decir la superioridad judía basada en una excepcionalidad ontológica. Pero un judío laico no puede pretender derechos especiales, no es superior a un gentil cualquiera. ¿Cuál es el papel de los judíos laicos en la «tierra prometida», o «santa»? ¿Con qué justificación reemplazó a los primitivos habitantes árabes de esas tierra?

Estamos así en origen de una guerra civil judía. Y no sólo de una guerra judía-árabe.

Exceptuando el caso de Israel, tanto el concepto de «historia» como el de «historiografía» se han edificado bajo el signo de lo profano; no podría ser de otra manera desde el momento en que es preciso excluir causas divinas o sobrenaturales en el devenir humano, porque tales causas podrían introducir un elevado nivel de arbitrariedad en los análisis. Especialmente cuando la historia de las religiones nos señala la existencia de dioses nacionales, o nacionalistas, como es el caso de Yahvé.

Es sabido que en Occidente la disociación entre los dos niveles de la existencia (el sagrado, o eclesial; y el profano, o político) fue el producto del lento proceso de penetración del cristianismo sobre las estructuras geopolíticas y administrativas del Imperio Romano. En el mundo antiguo-pagano no había ni podía haber división entre Estado e Iglesia o Iglesias. El mundo antiguo precristiano era una comunidad total de vida, que abarcaba a la religión como parte de la política. La unidad interna entre lo profano y lo divino de ese mundo antiguo, desde sus orígenes hasta hoy conocidos, se desarrolló y se mantuvo por lo menos durante unos 16 milenios, o sea 160 siglos, hasta aproximadamente el siglo III dC. El mundo disociado, esquizofrénico, de Occidente es, por lo tanto, un producto novísimo.

La penetración del cristianismo en Roma es el origen de la dualidad que invade la vida occidental, y la causa final de que la conducta internacional de ciertos Estados sólo pueda ser explicada a nivel «sagrado», es decir, mítico. Con la lenta cristianización del Imperio, el nivel divino adquiere una representación institucional que antes no tenía. La vida espiritual de los hombres queda bajo la autoridad de una Iglesia que se desprende de la autoridad temporal, y las más de las veces, a partir de allí, la enfrenta y la combate. Por oposición al «monismo» del mundo antiguo, nace el mundo moderno.

Cristianismo e Imperio son dos historias paralelas durante unos tres siglos, aproximadamente (es bien sabido que la conversión de los paganos no es ni simultánea ni automática y que además es muy tardía no sólo en los vastos espacios germánicos, incluidos los ya romanizados). San Pablo escribe su Epístola a los Romanos en tiempos de Nerón, al que se supone un tiempo de persecución de los cristianos, según la historia legendaria que es en esencia una historia cristianizante (o judeo-cristiana).

Los cristianos quieren apoderarse de un Imperio intacto: habían constatado la inutilidad del revolucionarismo y del secesionismo judío (Flavio Josefo, La guerra de los judíos). El monoteísmo abrahámico, judío o yahvesiano en su origen, había tropezado con la política, en este caso, con la realidad militar del Imperio. El ex judío Pablo, en cambio, es el príncipe de la estrategia. Sabe que no puede ni debe competir con el Imperio: sabe que en principio debe darse al César lo que es del César; pero sólo en principio.

Si el cristianismo no se hubiese apoderado del Imperio, su hermano mayor, el judaísmo, tampoco hubiese sobrevivido. Es esencialmente falsa la idea de un cristianismo tradicional «antisemita». Sin un cristianismo convertido en «religión oficial» primero, y en oposición sistemática (al poder temporal) después, no existiría ni el recuerdo del monoteísmo en el mundo occidental.

Judaísmo y sionismo

El sionismo no es más que la ideologización tardía (siglo XIX dC) del judaísmo primitivo (siglos III, II, aC). La ideología sionista descansa en un postulado muy sencillo: está escrito en el Génesis (XV, 18): En aquel día hizo Yahvé un pacto con Abraham diciendo: a tu descendencia daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates. A partir de allí, los dirigentes sionistas, incluso los que son agnósticos o ateos, proclaman: Palestina nos ha sido dada por Dios.

«Este país existe como realización de una promesa hecha por el propio Dios. Sería ridículo pedirle cuentas sobre su legitimidad». Tal es el axioma de base formulado por la Sra. Golda Meir. «Esta tierra nos fue prometida y nosotros tenemos el derecho sobre ella», repite Beghin. «Si un pueblo posee la Biblia, si se considera perteneciente a ese pueblo de la Biblia, debe poseer igualmente las tierras bíblicas, las de los Jueces y de los Patriarcas, de Jerusalén, de Hebrón, de Jericó y aún de otros lugares», insiste Ben Gurión.

Ben Gurión dice muy claramente: «No se trata de mantener el status quo. Tenemos que crear un Estado dinámico, orientado hacia la expansión». La práctica política responde a esta singular teoría: apoderarse de la tierra y expulsar a los habitantes, como lo hizo Josué, el sucesor de Moisés. Menahem Beghin proclamaba: «Eretz Israel será devuelta al pueblo de Israel. Toda entera y para siempre». Así, de entrada, el Estado de Israel se coloca por encima de cualquier Derecho Internacional. Aplica la excepcionalidad judía. Que luego será reforzada por otra excepcionalidad: la del «Holocausto».

Impuesto a la O.N.U. el 11 de mayo de 1949 por la voluntad de los Estados Unidos y la URSS, el Estado de Israel fue creado, pero con tres condiciones:

  1. No tocar el Estatuto de Jerusalén.
  2. Permitir a los Árabes palestinos regresar a sus hogares originales.
  3. Respetar las fronteras fijadas por la resolución de la partición.

La Resolución de UN sobre la «Partición» de Palestina es una decisión estratégica de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Esto quiere decir que, en su origen, la creación internacional de un Estado Judío en Palestina estaba ya presente en el mismo Tratado de Versalles, que cierra falsamente la llamada Primera Guerra Mundial (PGM). Recordemos que no sólo se reúnen Versalles (en 1919) los llamados «cuatro grandes», sino que también participa de ese «Convento Masónico» una importante delegación sionista encabezada por el rabino norteamericano Stephen Wise. Naturalmente, la delegación del Vaticano fue excluida del evento (Ver: Jean Lombard Coeurderoy, La cara oculta de la historia moderna, vol. 3, cap. XXX).

La delegación sionista en Versalles era muy importante y por lo tanto reclama un status de supranacionalidad para los judíos europeos. Esas comunidades judías debían culminar en un Hogar Nacional Judío instalado en Palestina. Pero los judíos que entonces residían en Palestina eran muy pocos. Sólo la caída del Imperio Otomano y la posterior «modernización» de Turquía (modernización que en los tiempos actuales convierten a Turquía en el principal aliado regional de Israel) abrirían la inmigración desde Europa, pero sobre todo desde Rusia. Hacía falta una Segunda Guerra Mundial para culminar con ese proceso.

Durante todo el siglo XIX y parte del XX se desarrolló lo que se podría definir como guerra judío-rusa. Todo el terrorismo ruso antizarista del siglo XIX fue implementado por el judaísmo, que veía en ese régimen a su principal enemigo en el mundo. Cuando estalla la guerra ruso-japonesa los judíos rusos buscan una alianza con Tokio. Es por ello que tras el fracaso de la revolución de 1905 se incrementa sustancialmente la inmigración judía desde Rusia hacia Palestina. En un sentido muy estricto se podría sostener que el posterior triunfo bolchevique de 1917 es la venganza judía contra el zarismo.

Durante la PGM son los británicos, con apoyo árabe, quienes conquistan para los judíos la Palestina Turca. En ese momento (finales de la PGM) viven en Palestina sólo 56.000 judíos. No obstante esa realidad Sir Arthur James Balfour se compromete ante el lobby judío en Londres a aplicar «... todos los esfuerzos a la creación de Hogar Nacional judío en Palestina, aunque respetando los derechos civiles y religiosos de las otras comunidades».

El 21 de mayo de 1919 el presidente Wilson, el gran abanderado del Nuevo Orden Mundial, aprueba la atribución de mandatos temporales por parte de la Sociedad de las Naciones. Se procede así a realizar la Conferencia de San Remo el 18 de abril de 1920. Allí Francia obtiene el mandato sobre Siria y Líbano; y Gran Bretaña sobre Jordania, Irak y Palestina. Las disposiciones adoptadas por la Sociedad de las Naciones para este último mandato fueron redactadas por el delegado norteamericano Benjamín Cohen y revisadas y aprobadas en Londres por Chaim Weizman, quien luego, décadas más tarde, en 1939, como presidente del Consejo Judío Mundial, le declarará la guerra, también desde Londres, en nombre de todos los judíos, a la Alemania nacionalsocialista.

El Mandato para Palestina, firmado el 24 de julio de 1922, no es más que la «universalización» de la Declaración Balfour, que deja así de ser una iniciativa puramente británica para pasar a convertirse en una decisión de la Sociedad de las Naciones. Todos los estados miembros de esa Sociedad, el primer peldaño del Nuevo Orden Mundial, le encargan a Gran Bretaña la preparación en ese territorio, que continúa siendo habitado por árabes-palestinos en un 95%, para convertirlo en un Hogar Nacional judío (artículo 2), además de la creación de una Agencia Judía de enlace con las autoridades británicas (artículo 3), la estimulación de la inmigración judía (artículo 6) y la concesión de facilidades para la naturalización (artículo 7).

De Versalles a Nuremberg

La política se corresponde muy rigurosamente a esta ley de la selva: la partición de Palestina que se deriva de la resolución de las Naciones Unidas no fue respetada jamás. La resolución de la división de Palestina, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (formada por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial) el 29 de noviembre de 1947, marca el propósito de Occidente sobre su bastión avanzado: en esta fecha los judíos constituían el 32 % de la población y poseían el 5,6 % del suelo: sin embargo ellos recibieron, gracias a la «partición» el 56 % del territorio, con las tierras más fértiles.

El Presidente Truman, de origen judío, ejerció una presión sin precedente sobre el Departamento de Estado. El Subsecretario de Estado Sumner Welles escribió: «Por orden directa de la Casa Blanca los funcionarios americanos debían emplear las presiones directas o indirectas para asegurar la mayoría necesaria en la votación final». El Ministro de Defensa de entonces, James Forrestal, confirma: Los métodos utilizados para ejercer presión, y para obligar a las demás naciones en el seno de las Naciones Unidas, rozaban el escándalo. El poder de los monopolios privados fue movilizado. Dex Pearson, en el Chicago-Daily del 9 de febrero de 1948, precisa algunas matizaciones, entre otras que: Harvey Firestone, propietario de las plantaciones de caucho en Liberia, actuó cerca del Gobierno liberiano, uno de lo votos positivos a favor de la creación del Estado Judío.

Desde 1948, incluso las decisiones parciales han sido violadas por lo dirigentes judíos. Los árabes protestan contra tamaña injusticia y la rechazan, los dirigentes israelíes, con armamento «socialista» procedente de Checoslovaquia, se aprovechan para apoderarse de nuevos territorios, en concreto de Jaffa y San Juan de Acre: ya en 1949 los sionistas controlan el 80 % del país y 770.000 palestinos habían sido expulsados de sus tierras.

El método empleado para lograr esa expulsión, una de las más salvajes de la historia de la humanidad, fue el del terror. El ejemplo más clamoroso fue el de Deir Yassin: el 9 de abril de 1948 los 254 habitantes de este pueblo (hombres, mujeres, niños, ancianos) fueron masacrados por las tropas del Irgún, cuyo jefe era Menahem Beghin. Beghin escribe que no hubiera sido posible el Estado de Israel sin la «victoria» de Deir Yassin. La Haganá por su parte realizaba ataques en otros frentes. Los árabes desarmados huían gritando: «Deir Yassin».

Se consideró como «ausente» a todo palestino que había abandonado su domicilio con anterioridad al 1 de agosto de 1948. Fue así como los 2/3 de las tierras propiedad de los árabes (70.000 hectáreas sobre 110.000) fueron confiscadas. Cuando en 1953 se promulgó la ley de la propiedad de bienes raíces, la indemnización se fijó sobre el valor que tenía la tierra en 1950 pero, entre tanto, la libra israelí había perdido cinco veces su valor. Además, desde el inicio de la inmigración judía, y dentro del peor estilo colonialista, las tierras se compraban a los propietarios feudales (los effendi) no residentes; pero los campesinos pobres, los fellahs, eran expulsados de la tierra que cultivaban, merced a estos arreglos, hechos sin contar con ellos entre sus amos antiguos y los nuevos ocupantes. Privados de sus tierras, no tenían otro remedio que huir.

Las Naciones Unidas habían designado a un mediador sueco, el conde Folke Bernadotte. En su primer informe el conde Bernadotte escribe: «Sería ofender a los principios elementales impedir a estas víctimas inocentes del conflicto volver a sus hogares, mientras que los inmigrantes judíos afluyen a Palestina y, además, amenazan, de forma constante, reemplazar a los refugiados árabes enraizados en esta tierra desde hace siglos». Describe el pillaje sionista a gran escala y la destrucción de aldeas sin provocación militar aparente. Este informe fue entregado el 16 de septiembre de 1948. El 17 de septiembre de 1948 el conde Bernardotte y su asistente francés, el coronel Serot, eran asesinados por el Irgún en la parte de Jerusalén ocupada por los sionistas.

Este no era el primer crimen sionista contra cualquiera que denunciara su impostura. Lord Moyne, Secretario de Estado británico en el Cairo, declara, el 9 de junio de 1942, en la Cámara de los Lores, que los judíos no eran los descendientes de los antiguos Hebreos y que no tenían la reivindicación legítima sobre Tierra Santa. Partidario de moderar la inmigración en Palestina fue acusado entonces de ser un enemigo implacable de la independencia hebrea. El 6 de noviembre de 1944, Lord Moyne caía abatido en El Cairo por dos miembros del grupo Stern (de Isaac Shamir). Algunos años más tarde se revelaba que los cuerpos de los dos asesinos ejecutados habían sido canjeados por 20 prisioneros árabes, para enterrarles en el Monumento de los Héroes en Jerusalén. Curiosamente el Gobierno británico deploró que Israel honrase a los asesinos y les considerase como héroes.

El 22 de julio de 1946, el ala del hotel Rey David, de Jerusalén, donde se hallaba instalado el Estado Mayor militar del Gobierno británico, explotaba, causando la muerte de alrededor de 100 personas: ingleses, árabes y judíos. Fue obra del Irgún, de Menahem Beghin, quien reivindicó el atentado.

El Estado de Israel vino a sustituir a los antiguos colonialistas y con sus mismos métodos: por ejemplo, la ayuda agrícola que permitía el riego fue distribuida de una forma discriminatoria, de tal suerte que los ocupantes judíos fueron sistemáticamente favorecidos: entre 1948 y 1969, la superficie de tierras de regadío pasó, para el sector judío, de 20.000 a 164.000 ha. y para el sector árabe de 800 a 4.100 ha. El sistema colonial fue así perpetuado e incluso agravado. La segregación se manifiesta también en la política de vivienda. El Presidente de la Liga Israelí de los Derechos Humanos, el Dr. Israel Hahak, profesor en la Universidad Hebraica de Jerusalén, en su libro « Le Racisme de l’Etat d’Israël » nos enseña que existen en Israel ciudades enteras (Carmel, Nazareth, Illith, Hatzor, Arad, Mitzphen-Ramen, y otras) donde la ley prohibe residir formalmente a los no judíos.

Esta cultura del odio racial ha dado sus frutos: Después de Qana (Sobre la matanza judía de Qana, en el Líbano ver: Norberto Ceresole, El nacional judaísmo, un mesianismo pos-sionista, Capítulo primero), algunos soldados judíos, cada vez más numerosos, imbuidos de la historia del «Holocausto», imaginaron toda clase de escenarios para exterminar a los árabes, recuerda el oficial Ehud Praver, responsable del cuerpo de profesores del ejército. El mito del «Holocausto» fue creado para legitimar el racismo judío. Según Praver demasiados soldados creen que el «Holocausto» puede justificar cualquier acción criminal contra los árabes.

El problema fue expuesto muy claramente con anterioridad incluso a la existencia del Estado de Israel. El Director del Fondo Nacional Judío, Yossef Weitz, escribe ya en 1940: Debe quedar claro para nosotros que no hay lugar para dos pueblos en este país. Si los árabes lo abandonan, nos bastará [...]. No existe otro medio que el de desplazarles a todos; es necesario no dejar una sola aldea, una sola tribu. Es preciso explicar a Roosevelt, y a todos los Jefes de Estado amigos, que la tierra de Israel no es demasiado pequeña si todos los árabes se marchan, y si las fronteras se ensanchan un poco hacia el norte, a lo largo del Litani, y hacia el este sobre los altos del Golán.

En el rotativo israelí «Yediot Aronoth» del 14 de julio de 1972, Yoram Ben Porath recordaba con fuerza el objetivo a alcanzar: Es el deber de los dirigentes israelíes explicar clara y valientemente a la opinión un cierto número de hechos, que el tiempo hace olvidar. El primero de ellos es el hecho de que no hay sionismo, colonización, Estado Judío, sin la expulsión de los árabes y la expropiación de sus tierras. Nos encontramos, aquí y ahora, en la lógica más rigurosa del sistema sionista: ¿cómo crear una mayoría judía en un país poblado por una comunidad árabe palestina autóctona? El sionismo político ha aportado la única solución que deriva de su programa colonialista: crear una colonia de población expulsando a los palestinos y sustituyéndolos por la inmigración judía.

Arrojar a los palestinos y apropiarse de sus tierras ha sido una empresa deliberada y sistemática. En la época de la Declaración Balfour, en 1917, los sionistas no poseían más que el 2,5 % de las tierras y en el momento de la decisión de la partición de Palestina, el 6,5 %. En 1982 tenían el 93 %. Los procedimientos utilizados para despojar al nativo de su tierra son los del colonialismo más implacable, con un tinte racista aún más marcado en el caso del sionismo (excepcionalismo judío).

La primera etapa tuvo los caracteres de un colonialismo clásico: se trataba de explotar la mano de obra local. Era el método del barón Eduardo de Rothschild. Igual que en Argelia, aquel explotaba, en sus viñedos, la mano de obra barata de los fellahs, éste había extendido simplemente su campo de actuación a Palestina, explotando en sus viñedos a otros árabes igual que a los argelinos.

Un cambio se produjo, alrededor de 1905, cuando llegó, procedente de Rusia, una nueva ola de inmigrantes tras la derrota de la Revolución de 1905. Los judíos revolucionarios rusos importaron a Palestina un extraño socialismo sionista. Crearon cooperativas artesanales y Kibbutzs campesinos eliminando a los fellahs palestinos para crear una economía que se apoyaba en una clase obrera y agrícola judía. Del colonialismo clásico (del tipo inglés o francés) se pasó, de esta manera, a una colonia de población, en la lógica del sionismo político, que abarcaba a ese flujo de inmigrantes en favor de los cuales y contra nadie (como dice el profesor Klein) deberían ser reservadas la tierra y los empleos. Se trataba de reemplazar al pueblo palestino por otro pueblo y, naturalmente, apoderarse de su tierra.

El punto de partida de la gran operación fue la creación, en 1901, del Fondo Nacional Judío que presentaba este original carácter con relación a los otros colonialismos: la tierra adquirida no puede ser revendida, ni tampoco arrendada, a los no judíos. Otras dos leyes conciernen al Kéren Kayémet y al Kéren Hayesod. Estas dos leyes, escribe el profesor Klein, han posibilitado la transformación de estas sociedades, a quienes se querían atribuir un cierto número de privilegios. Sin enumerar estos privilegios, introduce, como una simple observación el hecho de que las tierras propiedad del Fondo Nacional Judío son declaradas «Tierras de Israel», y una ley fundamental ha venido a proclamar la inalienabilidad de estas tierras. Es una de las cuatro leyes fundamentales (elementos de una futura Constitución que no existe todavía, 53 años después de la creación de Israel) adoptadas en 1960. Es molesto que el sabio jurista, con su habitual cuidado de la precisión, no realice ningún comentario sobre la inalienabilidad. No da ni siquiera la definición: una tierra salvada (redención de la tierra) por el Fondo Nacional Judío, es una tierra que se convierte en judía: y no podrá jamás ser vendida a un no-judío, ni arrendada a un no-judío, ni siquiera trabajada por un no-judío.

¿Se puede negar el carácter de discriminación racista de esta Ley fundamental? La política agraria de los dirigentes israelíes es la de un espolio metódico a los campesinos árabes. La Ordenanza de bienes raíces de 1943 sobre la expropiación por razones de interés público es una herencia del período del mandato británico. Esta Ley ha desviado su sentido al aplicarse de forma discriminatoria, por ejemplo cuando en 1962 expropiaron 500 ha. en Deir El-Arad, Nabel y Be’neh, el interés publico consistía en crear la ciudad de Carmel reservada en exclusiva para los judíos. Otro procedimiento: la utilización de las Leyes de urgencia decretadas en 1945 por los ingleses contra los judíos y los árabes. La ley 124 otorga al Gobernador Militar, so pretexto, esta vez de seguridad, la posibilidad de suspender todos los derechos de los ciudadanos, incluidos sus desplazamientos: basta con que el ejército declare una zona prohibida por razones de seguridad del Estado, para que un árabe no pueda ir a sus tierras sin una autorización del Gobernador Militar. Si este permiso no se concede, la tierra se declara entonces baldía y es cuando el Ministerio de Agricultura puede tomar posesión de las tierras no cultivadas para garantizar su cultivo.

El orden establecido por esta legislación no tiene precedentes en el mundo civilizado. Para justificar el mantenimiento de estas Leyes de terror, el estado de urgencia jamás ha sido derogado, desde 1948, en el Estado de Israel. Simón Peres escribía, en el periódico Davar el 25 de enero de 1972: La utilización de la ley 125, sobre la que se basa el gobierno militar, es la continuación directa de la lucha por la implantación judía y de la inmigración judía.

La Ordenanza sobre el cultivo de las tierras yermas, de 1948 modificada en 1949, va en el mismo sentido, pero por una vía más directa: sin, tan siquiera, buscar el pretexto de utilidad pública o de la seguridad militar. El Ministro de Agricultura puede requisar cualquier tierra abandonada. Ahora bien el éxodo masivo de las poblaciones árabes bajo el terror, del género de Deir Yassin en 1948, de Kafr Kassem el 29 de octubre de 1956, o de los pogroms de la unidad 101 creada por Moshé Dayan, y durante mucho tiempo mandada por Ariel Sharon, ha liberado, con estos métodos, grandes territorios, abandonados por sus propietarios o trabajadores árabes y entregados a los ocupantes judíos.

El mecanismo para la desposesión de los fellahs se completa por la Ordenanza del 30 de junio de 1948, el Decreto ley del 15 de noviembre de 1948 sobre las propiedades de los ausentes, la Ley relativa a las tierras de los ausentes (de 14 de marzo de 1950), la Ley sobre adquisición de tierras (de 13 de marzo de 1953) y toda una batería de medidas que tienden a legalizar el robo que obligaba a los árabes a abandonar sus tierras para instalar en ellas colonias judías, como lo demuestra Nathan Weinstock en su libro « Le Sionisme contre Israël ». Para borrar hasta el recuerdo de la existencia de una población agrícola palestina, y acreditar el mito del país desierto, las aldeas árabes fueron destruidas, con sus casas, sus cercados e incluso sus cementerios y sus tumbas. El profesor Israel Shahak facilitó, en 1975, distrito por distrito, la lista de 385 aldeas árabes destruidas, por las que pasaron los bulldozer, de las 475 existentes en 1948. Para convencer de que antes de Israel, Palestina era un desierto, cientos de aldeas han sido arrasadas por los bulldozer con sus casas, sus cercados, sus cementerios y sus tumbas.

Las colonias israelíes continúan implantándose, con un mayor impulso desde 1979 en Cisjordania, siguiendo siempre la más clásica tradición colonialista, es decir, con los colonos armados. El resultado global es el siguiente: después de haber expulsado a un millón y medio de palestinos, la tierra judía como la llaman los del Fondo Nacional Judío, se expandió del 6,5 % en 1947, hasta el 93% en 1980 (de la que el 75 % es del Estado y el 14 % del Fondo Nacional).

Analizando las consecuencias de la Ley del retorno, Klein expone la siguiente cuestión: Si bien el pueblo judío supera ampliamente a la población árabe en el Estado de Israel, se puede decir también que toda la población del Estado de Israel no es judía, puesto que el país cuenta con una importante minoría no judía esencialmente árabe y drusa. La cuestión que se suscita entonces es conocer en qué medida la existencia de una Ley del Retorno, que favorece a la inmigración de una parte de aquella población (definida por su pertenencia religiosa y étnica) no se puede considerar como discriminatoria.

El autor se pregunta en concreto si la Convención internacional sobre la eliminación de cualquier forma de discriminación racial (adoptada el 21 de diciembre de 1965 por la Asamblea General de las Naciones Unidas) no es de aplicación a la Ley del Retorno. Con una dialéctica que dejamos que el lector juzgue, el eminente jurista concluye con esta distinción sutil: «En materia de no-discriminación una medida no debe estar dirigida contra un grupo concreto. La Ley del Retorno esta hecha en favor de los judíos que quieren establecerse en Israel, no está dirigida contra ningún grupo o nacionalidad. No veo en qué medida esta Ley sea discriminatoria».

Al lector que pudiera quedar desconcertado por este razonamiento audaz, que equivale a decir, según aquella célebre ocurrencia de que todos los ciudadanos son iguales pero unos son más iguales que otros, le ilustra perfectamente la situación creada por esta Ley del Retorno. Para los que de ella no se benefician se prevé una Ley de Nacionalidad; que concierne (artículo 3) a toda persona que, inmediatamente antes de la fundación del Estado, era un sujeto palestino, y que no puede llegar a ser considerado israelí en virtud del artículo 2º (el que se refiere a los judíos).

La Ley de Nacionalidad está referida a los palestinos, es decir a los primitivos pobladores, que son considerados como que no habían tenido nacionalidad con anterioridad, es decir como si fueran apátridas por herencia. Ellos deben probar (prueba documental, muy frecuentemente imposible porque los papeles han desaparecido en la guerra y el terror que acompañaron a la instauración del Estado sionista) que habitaban en esta tierra de tal a tal fecha. Sin que sea posible, para convertirse en ciudadanos, la vía de la naturalización, que exige por ejemplo, un cierto conocimiento de la lengua hebrea. Después, si lo juzga útil, el Ministro del Interior concede (o deniega) la nacionalidad israelí. En resumen, en virtud de la Ley israelí, un judío de la Patagonia puede ser considerado ciudadano israelí desde el instante mismo en que ponga los pies en el aeropuerto de Tel Aviv; un palestino, nacido en Palestina, de padres palestinos y descendiente de miles de generaciones palestinas, es considerado como un apátrida. ¡No existe en ella ninguna discriminación racial contra los palestinos; simplemente una medida a favor de los judíos!

Parece difícil rebatir la Resolución de la Asamblea General de la O.N.U., del 10 de noviembre de 1975 que define al sionismo como una forma de racismo y de discriminación racial. En 1880 había 25.000 judíos en Palestina en una población de 500.000 habitantes. De 1882 a 1917 llegaron 50.000 judíos a Palestina. Después vinieron, durante el período de entre guerras, los emigrantes polacos y los del Magreb. Pero la masa más importante llegó de Alemania (resucitando milagrosamente de las «cámaras de gas»); cerca de 400.000 judíos llegaron así a Palestina antes de 1945.

En 1947, en la víspera de la creación del Estado de Israel, había 600.000 judíos en Palestina sobre una población total de 1.250.000 habitantes. Fue entonces cuando se inició la expulsión violenta de los Palestinos. Antes de la Guerra de 1948, alrededor de 650.000 árabes habitaban en los territorios que iban a llegar a ser del Estado de Israel, según el mapa de la «partición». En 1949 sólo quedaban de aquellos 160.000. Por causa de una alta tasa de natalidad sus descendientes eran 450.000 a finales de 1970. La liga de los Derechos Humanos de Israel revela que del 11 de junio de 1967 al 15 de noviembre de 1969, más de 20.000 casas árabes fueron dinamitadas en Israel y en Cisjordania.

Existían, en el censo británico del 31 de diciembre de 1922, 757.000 habitantes en Palestina, de los que 663.000 eran árabes (590.000 árabes musulmanes y 73.000 árabes cristianos) y 83.000 judíos (es decir: el 88 % de árabes y el 11 % de judíos). Es necesario recordar que este pretendido desierto era una zona exportadora de cereales y legumbres.

Ya en 1891, un sionista de primera hora, Asher Guinsberg, al visitar Palestina aportó el siguiente testimonio: En el extranjero, estamos acostumbrados a pensar que Eretz-lsrael es hoy casi un desierto, un desierto sin cultivos, y que cualquiera que desee comprar tierras puede venir aquí y hacerse con las que le venga en gana. Pero en verdad no hay nada de eso. Es difícil encontrar campos no cultivados en toda la extensión del territorio. Los únicos campos no cultivados son los terrenos arenosos o de montañas pedregosas donde no crecen más que los árboles frutales, y esto, tras una dura labor y un gran trabajo de limpieza y recuperación. En realidad, antes que los sionistas, los beduinos (de hecho los cerealistas) exportaban 30.000 toneladas de trigo al año; la superficie de huertos árabes se triplicó de 1921 a 1942, la de naranjales y otros agrios se multiplicaron por 7 entre 1922 y 1947, la producción se incrementó por 10 entre 1922 y 1938.

Según un estudio del Departamento de Estado Americano remitido a una Comisión del Congreso más de 200.000 israelíes están ahora instalados en los territorios ocupados (Golán y Jerusalén-Este incluidos). Constituyen aproximadamente el 13 % de la población total en estos territorios. Unos 90.000 de ellos residen en los 150 asentamientos de Cisjordania donde las autoridades israelíes disponen poco más o menos de la mitad de las tierras.

En Jerusalén-Este y en los arrabales árabes que dependen del municipio, prosigue el Departamento de Estado, casi 120.000 israelíes se han instalado en unos doce barrios En la franja de Gaza, donde el Estado hebreo ha confiscado el 30 % de un territorio ya de por sí superpoblado, 3.000 israelíes residen en una quincena de asentamientos. Sobre los Altos del Golán, hay 12.000 distribuidos en una treintena de localidades. Desde los años setenta, no ha existido nunca una aceleración semejante de la edificación en los territorios. Ariel Sharon (el Ministro de la Vivienda y de la Construcción), continúa Yedioth, está ocupado febrilmente en establecer nuevos asentamientos, desarrollar los ya existentes y preparar nuevos terrenos para edificar.

Recordemos que Ariel Sharon fue el General Comandante de la invasión del Líbano, el que armó a las milicias falangistas que ejecutaron los pogroms en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Sharon cerró los ojos ante estas degollinas y fue cómplice, como lo reveló la propia comisión israelí encargada de investigar sobre las matanzas.

El mantenimiento de estas colonias judías en los territorios ocupados, su protección por el ejército israelí, y el armamento a los colonos, hace ilusoria cualquier autonomía verdadera de los palestinos y hace imposible la paz mientras subsista la ocupación de hecho.

El esfuerzo principal de la implantación colonial se lleva a cabo en Jerusalén con el fin premeditado de hacer irreversible la decisión de anexión de la totalidad de Jerusalén, hecho que ha sido unánimemente condenado por las Naciones Unidas.

Las implantaciones coloniales en los territorios ocupados son una flagrante violación de las Leyes Internacionales y en concreto de la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949, que en su artículo 49 dispone: la potencia ocupante no podrá proceder a transferir una parte de su propia población civil a los territorios ocupados por ella. Ni el propio Hitler infringió este Ley Internacional: jamás instaló colonos civiles alemanes en tierras de donde hubieran sido expulsados campesinos franceses.

Primera Intifada

El pretexto de la seguridad, como el del supuesto terrorismo de la Intifada, son de risa. Las cifras son, a este respecto, elocuentes: 1.116 palestinos han muerto desde el comienzo de la primera Intifada (la revuelta de las piedras), hasta el 9 de diciembre de 1987, por los disparos de los militares, de los policías o de los colonos. Fueron 626 en 1988 y 1989, 134 en 1990, 93 en 1991, 108 en 1992 y 155 desde el primero de enero al 11 de septiembre de 1993.

Entre las víctimas figuran 233 niños menores de 17 años según un estudio realizado por Betselem, la Asociación Israelí de los Derechos Humanos. Las fuentes militares cifran en casi 20.000 el número de palestinos heridos por las balas y la Oficina de las Naciones Unidas de Ayuda a los Refugiados de Palestina (UNRWA) en 90.000. Treinta y tres soldados israelíes han muerto desde el 9 de diciembre de 1987, 4 en 1988, 4 en 1989, 1 en 1990, 2 en 1991, 11 en 1992 y 11 en 1993. Cuarenta civiles, la mayor parte colonos, han muerto en los territorios ocupados, según una cifra facilitada por el ejército. Según las organizaciones humanitarias, en 1993, 15.000 palestinos, estaban presos en las cárceles de la Administración penitenciaria y en los centros de detención del ejército. Doce palestinos han muerto en las prisiones israelíes desde el comienzo de la Intifada, algunos de ellos en circunstancias que aún no han sido aclaradas, asegura Betselem. Esta organización humanitaria indica también que al menos 20.000 detenidos han sido torturados, cada año, en los centros de detención militar, en el curso de los interrogatorios.

Además de las violaciones del Derecho Internacional considerado como papel mojado; más aún, como escribe el profesor Israel Shahak: porque estas colonias, por su propia naturaleza, se inscriben en el sistema de expoliación, de discriminación y de apartheid.

He aquí el testimonio del profesor Shahak sobre la idolatría que representa reemplazar al Dios de Israel por el Estado de Israel: «Soy un judío que vivo en Israel. Me considero un ciudadano respetuoso con las leyes. He cumplido mi servicio militar cada año, aunque ya tenga más de cuarenta. ¡Pero no estoy consagrado al Estado de Israel o a ningún otro Estado u organización! Estoy apegado a mis ideales. Creo que es necesario decir la verdad, y hacer lo que sea preciso para salvaguardar la Justicia y la igualdad para todos. Estoy vinculado a la lengua y a la poesía hebreas y me gusta pensar que respeto modestamente algunos de los valores de nuestros antiguos Profetas. Pero ¿profesar un culto al Estado? ¡me imagino a Amós o a Isaías si se les hubiera exigido consagrar un culto al Reino de Israel o de Judea! Los judíos creen y repiten tres veces al día que un judío debe consagrarse a Dios y sólo a Dios: Amarás a Yahvé, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Deuteronomio VI, 5). Una pequeña minoría cree aún en ello. Pero me parece que la mayoría del pueblo ha perdido a su Dios, y le ha sustituido por un ídolo, exactamente como cuando adoraban tanto al becerro de oro en el desierto, al que ofrecieron todo su oro para erigirle una estatua. El nombre de su ídolo moderno es el Estado de Israel».

El gran negocio del Holocausto

En el libro The Holocaust Industry su autor (Norman G. Finkelstein [joven profesor judío de la Universidad de Nueva York], Verso, London, 2000) evidencia el cambio de actitud que adoptaron las asociaciones judías norteamericanas que, acabada la Segunda Guerra Mundial, decidieron no cooperar con los movimientos izquierdistas anti-nazis, ni con los socialdemócratas alemanes, sino que se unieron a los movimientos de la ultraderecha como la «All-American Conference to Combat Communism» y «miraban a otra parte» cuando influyentes veteranos procedentes de las SS entraron en los EUA.

Sin embargo, todo experimentó un cambio radical tras la guerra árabe israelí de 1967. Aunque Israel se alineó con Occidente poco después de que se formase el Estado, en 1948, muchos israelitas de dentro y fuera del gobierno mantenían una gran simpatía hacia la Unión Soviética. Desde su fundación en 1948, Israel no contaba con un lugar preeminente en los planes estratégicos de los USA. Entre los pocos intelectuales judíos norteamericanos que habían creado lazos con el Estado de Israel antes de 1967 destacó Noam Chomsky (además de gramático generativo, hijo de un hebraísta americano, se educó en un hogar sionista y pasó cierto tiempo en un kibbutz llegando a encabezar la ADL (Liga Antidifamación).

Las cosas cambiaron tras la guerra de junio de 1967. Los EUA pasaron a considerar a Israel como un importante aliado para mantener a raya a los enemigos árabes: a partir de allí se formaliza el concepto de la «Civilización Occidental frente a las hordas retrógradas árabes». El New York Times pasó de dedicar a Israel 60 columnas entre 1955 y 1965 a 260 columnas en 1975, comenzando de este modo una política de creación de opinión pública.

Para proteger esa estrategia, las élites judías americanas «recordaron» el Holocausto. El negocio del Holocausto se desató sólo después del apabullante dominio militar de Israel. El temor a un nuevo aislamiento del pueblo judío y de indiferencia hacia el mismo les llevó a que mostrasen la situación como muy similar a la que atravesó el pueblo judío treinta años atrás.

Excepto por el apoyo de los EUA, Israel no contaba con apoyo internacional después de la guerra de octubre de 1973. No obstante, inmediatamente después de la guerra de 1973 los USA dotaron a Israel de ayuda militar masiva mucho mayor que la precedente. Este fue el momento en que las el culto del Holocausto se afianzó, en un momento en el que Israel estaba menos aislada que en 1956.

¿Por qué no se apoyó el consenso internacional que pedía la retirada de Israel de las tierras ocupadas durante la guerra de junio así como una «paz justa y duradera» entre Israel y sus vecinos judíos? (UN Resolution 242) —se pregunta el autor. Las élites judías americanas recordaron el Holocausto Nazi antes de junio de 1967 sólo cuando vieron que resultaba políticamente eficaz. Dada su demostrada utilidad, el Judaísmo Americano explotó el Holocausto Nazi después de la guerra de junio. El Holocausto demostró ser el arma perfecta para descalificar y evitar cualquier clase de crítica a Israel.

No fue la alegada debilidad ni el aislamiento de Israel, ni tampoco el miedo a un segundo Holocausto, sino más bien su demostrada fuerza y alianza estratégica con los USA lo que llevó a las élites judías a montar por todo lo alto la industria del Holocausto después de junio 1967. Las interpretaciones más consistentes señalan también a la emergencia de una «política de identidad» por un lado, y a la «cultura del victimismo», por otro, como fines adicionales de la explotación del Holocausto.

Alrededor de la mitad del dinero que se recauda del bolsillo de los contribuyentes norteamericanos en los EUA no va a Israel sino a las instituciones judías de América. La explotación de la industria del Holocausto, de «las necesitadas víctimas del Holocausto», es la última y la más repugnante expresión de cinismo político, dice el propio autor.

El enriquecimiento de los dirigentes de estas asociaciones hace que por, ejemplo, éstos ganen más de 100.000 dólares al año (105.000 Saul Kagan, Alfonse D’Amato 103.000 $ —por seis meses de trabajo contra los bancos alemanes y austríacos, o Lawrence Eagleburger que gana al año 300.000$ como presidente de la International Commission On Holocaust-Era Insurance Claims) mientras que a una de sus supervivientes que pasó seis años en los campos de Czestochowa y Skarszysko-Kamiena -¿dónde el brutal exterminio?- como la propia madre del autor del libro- recibiese en concepto de indemnización total la exigua suma de 3.500 dólares.

Aliados al comienzo con las organizaciones de negros, los judíos norteamericanos, cada vez más situados en una política de derechas, rompieron con la Alianza de los Derechos Civiles a finales de los 60, cuando los fines del movimiento de derechos civiles comenzaron a pasar de las demandas de igualdad política y legal a demandas de igualdad económica. Cuando los conflictos pasaron de ser conflictos raciales a conflictos de clase y los judíos huyeron a zonas residenciales, casi tan rápidamente como habían hecho los gentiles blancos para escapar de lo que percibían como el deterioro de los colegios y de sus vecindarios (antes judíos «holocaustados» que negros, ¡por Yahvé!) .

«La conciencia del Holocausto» —señala el escritor judío Boas Evron— es en realidad «un adoctrinamiento propagandístico, oficial, un conjunto de eslóganes y una falsa visión del mundo cuyo verdadero objetivo no es en absoluto la comprensión del pasado sino la manipulación del presente» (Boas Evron, «Holocaust: The Uses of Disaster» in Radical America (July-August 1983), 15).

La estructura del Holocausto se articula sobre diversos dogmas: 1) El Holocausto marca un acontecimiento histórico categóricamente único. 2) El Holocausto marca el clímax del odio eterno e irracional de los gentiles hacia los judíos. En su nivel más básico cualquier acontecimiento histórico es único en virtud del tiempo y del lugar, y todos los acontecimientos históricos comportan rasgos distintivos así como rasgos en común con otros acontecimientos históricos. No pocos judíos han denunciado también el afán interesado de pretender convertir el Holocausto en un asunto «sagrado», y el propio Norman Finkelstein considera que el debate sobre la «unicidad del Holocausto» es estéril y moralmente desacreditado, y sin embargo los sionistas persisten en ello. ¿Por qué? Según Jacob Neusner («A Holocaust Primer», 178; Edward Alexander, «Stealing the Holocaust», 15-16, in Neusner, Aftermath) no sólo porque separa a los judíos de los demás, sino también porque justifica sus pretensiones sobre los demás.

Que el Holocausto es algo único encubre la pretensión de que los judíos son únicos, superiores, excepcionales. El Holocausto es especial porque los judíos son especiales. Elie Wiesel es vehemente al afirmar que los judíos son únicos «Todo lo que nos atañe es diferente, los judíos somos ontológicamente excepcionales». La industria del Holocausto ratifica una «política de identidad» y una «cultura del victimismo», ambas siempre rentables para sus bolsillos. Pero algo aún más importante: invocar el Holocausto es una forma de deslegitimizar cualquier crítica que se pretenda formular al Estado Judío y a los judíos en general.

Otro de los capítulos del libro de Filkelstein habla de los estafadores y charlatanes que se han enriquecido a costa del Holocausto, entre los cuales cita al polaco Jerzy Kosinski, autor de «The Painted Bird». Este libro se convirtió en un best-seller, traducido a muchísimas lenguas y de lectura obligatoria en numeroso institutos y facultades. La falsedad de un libro que se presentaba como la autobiografía del autor, como un niño que vivió solo en medio de la Polonia invadida y sometida a los torturadores y sádicos nazis, quedó en ridículo al descubrirse que el farsante había vivido toda la guerra acompañado de su familia y que todo fue una pura invención de la que obtuvo pingües beneficios. Otro estafador es Binjamin Wilkomiski con su libro «Fragments». Este libro se tradujo a 12 lenguas y ganó el Premio Nacional del Libro Judío; pues bien se ha demostrado igualmente que quien se presentaba en el libro como un pobrecito niño judío sufridor de sádicos torturadores nazis se había pasado la guerra tan ricamente en Suiza. Más grave: al fin se descubrió que no sólo no era un huérfano judío sino un suizo de nacimiento llamado Bruno Doessekker. Hay bastantes más casos de falsedad constante, de mentiras dirigidas a proteger al judío de toda crítica, como «Hitler’s Willing Execuitioners» de Daniel Jonah Goldhagen. Se apoyan entre ellos. Wiesel y Gutman apoyan a Goldhagen, Wiesel apoya a Kosinski y Gutman, y Goldhagen apoya a Wilkomiski. En un sentido técnico estricto estamos ante una mafia. En esto consiste la literatura del Holocausto. Muchos judíos inventaron su pasado de supervivientes. Como dice la propia madre del autor del libro «Si todos los que dicen ser supervivientes del Holocausto nazi lo son de verdad, ¿A quién mató Hitler?». Apabullante verdad.

Otro de los capítulos de «The Holocaust Industry» explica con precisión los procedimientos de chantaje que las poderosas organizaciones judías norteamericanas siguieron para continuar con su saqueo de Europa y con especial detenimiento, el último caso más escandaloso, Suiza. El negocio del Holocausto se ha convertido en una pura arma de extorsión. De los 32 millones de dólares correspondientes a las 775 cuentas en Suiza no reclamadas y presumiblemente correspondientes a judíos, éstos consiguieron —recurriendo a todo tipo de chantajes, boicots, amenazas y una estrategia de terrorismo ideadas en buena parte por Elan Steinberg, Rabí Singer, Rabí Marvin Hier— Decano del Simon Wiesenthal Center (un sueldo en 1995 de 525000 dólares) y D’Amato— que la banca suiza les pagase 1,25 billones de dólares.

Bedgar Bronfman ha reconocido recientemente que la tesorería de la World Jewish Congress ha amasado, por lo menos, siete billones de dólares. Algo semejante se ha seguido haciendo contra Alemania, primero contra su gobierno, ahora contra empresas como la BAYER. Siempre la misma estrategia, el escándalo, la difamación, el empleo sistemático de los medios de comunicación.

En el último capítulo del libro de Finkelstein, y a la luz de datos y números contrastados, se evidencia, como ya sabíamos muchos, que la cantidad de judíos que perecieron en los campos fue infinitamente inferior, y que a la vista de la cantidad de supervivientes las condiciones de vida no fueron en modo alguno tan duras como se ha dicho; en definitiva, que « la fertilidad fue bastante alta y las cifras de mortalidad remarcablemente inferiores». (Eva Schweiter «Entschaedigung für Zwangsarbeiter», en Tagesspiegel, 6 Marzo 2000). La Industria del Holocausto ha buscado y conseguido saquear billones de dólares a países, alguno de ellos incluso empobrecidos. «El WJC ha creado una industria extraordinariamente poderosa e inmensa del Holocausto y es además culpable de promover un resurgimiento del anti-semitismo en Europa» dijo Isabel Vincent en el National Post (20 Feb.2000). Israel Singer de la WJC anunció el pasado 13 de marzo del 2000 que ahora van por Austria y que «este país les adeuda otros diez billones de dólares».

El revisionismo histórico

El revisionismo histórico ha demostrado:

1. que una parte importante del relato canónico de la deportación y de la muerte de los judíos bajo el sistema nazi ha sido arreglada en forma de mito.

2. que dicho mito es utilizado hoy en día para preservar la existencia de una empresa colonial dotada de una ideología religiosa (monoteísta y místico-mesiánica): la desposesión por Israel de la Palestina árabe.

3. que ese mito es asimismo utilizado para chantajear financieramente al Estado alemán, a otros Estados europeos y a la propia comunidad judía en los Estados Unidos de América y de otros países con diásporas significativas.

4. que la existencia de tal empresa política (Israel: un poder concretado en el monopolio del monoteísmo, e implementado por un ejército, varias policías, cárceles, torturas, asesinatos, etc.) busca consolidarse por una serie de manipulaciones ideológicas en el seno del poder hegemónico de los Estados Unidos, que procura por cualquier medio hacerse aceptar como amo del mundo, mediante el terror generalizado y además mediante prácticas disuasivas y persuasivas.

Entre todos los sentidos que se le ha dado a la palabra «revisionista», se trata de señalar principalmente el que distingue a los historiadores y científicos sociales que consideran comprobado el hecho de que no hubo —en ningún caso— (en los campos de concentración alemanes de la época del Tercer Reich, incluido el territorio no alemán administrado militarmente por Alemania) uso de gases homicidas que supuestamente se operaban en recintos llamados «Cámaras». Junto con muchos otros expertos, químicos, por ejemplo, el revisionista considera, en consecuencia, que no existe cifra definitivamente establecida para evaluar las pérdidas humanas en las comunidades judías durante la segunda guerra mundial pero que, en todo caso, la de seis millones de personas es absolutamente desmesurada y contrapuesta a la ofrecida por los registros de la Cruz Roja Internacional (150.000 muertos —judíos y no judíos, del comienzo al fin de la guerra— en Auschwitz-Birkenau).

El 21 de septiembre de 1989 la ex agencia oficial soviética Tass hizo públicos los archivos de Auschwitz y de otros campos de concentración alemanes. Allí constan los registros de los prisioneros y de los fallecidos, uno a uno. Desde 1939 hasta 1944-45 hubo un total de 300.000 prisioneros en Auschwitz y también un total de 74.000 fallecidos en el mismo campo. Los soviéticos no especifican cuántos de ellos eran judíos, aunque sí señalan que más de la mitad de esos fallecimientos se debieron a desnutrición, tifus y otras enfermedades (que por lo demás eran compartidas con el resto del pueblo alemán, tanto civil como militar). Por lo tanto durante unos cinco años habrían sido asesinados en Auschwitz (y no necesariamente por las autoridades alemanas del campo, sino por las «mafias» del Partido Comunista Alemán [DKP] que lo gobernaban en el interior), no cuatro millones de personas (en su mayoría judías, según el mito), sino algo menos de 40.000, entre judíos y no judíos. Sin duda alguna un horror. Pero recordemos que durante la misma guerra, y solamente en Hamburgo, en una sola noche de bombardeo aliado, murieron asesinados 48.000 civiles alemanes, en su mayoría niños, mujeres y ancianos (para no hablar ni del genocidio de Dresden, ni de los muertos civiles alemanes de posguerra [de 9 a 11 millones de personas]).

Desde la óptica «holocáustica» no hay ninguna posibilidad de hacer ni historia ni arqueología, en su más estricta definición académica. Pasados 56 años desde el final de la segunda guerra en su frente occidental, y abiertos los archivos de Moscú hace ya una década, no existe aún, ni existirá jamás ningún documento ni resto físico o químico que demuestre la existencia de las «fábricas de la muerte» tal como se ven en las películas de Hollywood, imaginadas bien a partir de novelas, o bien a partir de «memorias» de testigos indirectos.

El análisis revisionista ha demostrado hasta la saciedad que esas «memorias», que pretenden reemplazar a documentos inexistentes (como por ejemplo órdenes de exterminio [oficiales o extraoficiales], presupuestos económicos para construir «fábricas de muerte», diseños, planos o representaciones creíbles del «arma del crimen», procedimientos administrativos para ejecutar tan vasto y único crimen, etc. etc.), o bien están basadas en hechos falsos, o bien en testigos directos de dudosa credibilidad (muchos de ellos, como ya hemos visto, comprobadamente estafadores). Es imposible, además, reconstruir los hechos históricos a partir de la pura «memoria». No hay historiografía, es decir, comprehensión histórica, sin documentación fiable. Por otra parte sabemos con absoluta precisión de dónde (de qué «campos», exactamente), y qué factores provocaron la muerte de personas que muestran ciertas fotografías que se exponen como «pruebas» en el mundo entero desde finales de la segunda guerra.

Es por eso que los revisionistas tienen una buena noticia que darle al mundo: la maldad humana absoluta (como p.e. el «jabón judío» presentado como «prueba» por los soviéticos en esa aberración jurídica que fue el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg), inventada para definir una etapa de la historia de Europa, y en especial de Alemania, definitivamente no existe; la historia real humana no es un duelo entre ángeles y demonios.

Los revisionistas reclaman la aplicación de los métodos de rutina en historia para estudiar los acontecimientos que condujeron al origen y al fin de la segunda guerra mundial, porque constituyen el fundamento común de la historia de nuestro tiempo. El revisionismo no es político y no tiene línea política. El revisionismo es lo común y corriente para cualquier historiador serio. Es lo que distingue la historia del dogma religioso. En un dogma, la verdad ha sido establecida y autentificada de una vez por todas. No hay lugar para la duda. La mente humana anhela las certidumbres y puede encontrar consuelo y amparo en unos dogmas establecidos —en el «mundo antiguo»— desde mucho antes de la aparición de los primeros síntomas del llamado «monoteísmo».

El núcleo de mi concepción de la historia, en especial de la historia de la Segunda Guerra Mundial, está en los textos (y no necesariamente en las interpretaciones de cada autor) que integran la página de Internet: www.abbc.com/aaargh. Ella se elabora en París pero se edita en Chicago, Illinois (actualmente [fines de 2000] ha sufrido un fuerte ataque de los «soldados cibernéticos» de Israel). Esa página tiene una sección principal en idioma francés, y otras secciones en inglés, alemán, italiano, español e indonesio. Recomiendo especialmente la sección francesa porque en ella están expuestos la casi totalidad de los escritos de Robert Faurisson (posteriormente recopilados en papel, en cuatro volúmenes [más de dos mil páginas en total], titulado Escritos Revisionistas), que son absolutamente decisivos para comprender el mito del llamado «Holocausto». En la misma sección francesa están también los escritos de Paul Rassinier, en especial sus dos libros clásicos: La mentira de Ulises y Los responsables de la segunda guerra mundial. Muchos otros trabajos de gran relevancia pueden asimismo encontrarse en esta página, como los peritajes químicos realizados en Auschwitz por Fred Leuchter y Germar Rudolf, o las investigaciones del historiador italiano Carlo Mattogo en los ahora abiertos archivos de Moscú, o lo que podríamos llamar la evolución de la «teoría del rumor». En la sección en idioma español puede leerse el famoso libro de quien fuera — durante 34 años, nada menos — secretario general adjunto y filósofo oficial del Partido Comunista Francés, mi amigo y prologuista Roger Garaudy: Los mitos fundacionales de la política israelí (este libro ha sido traducido del francés a casi todos los idiomas vivos hoy en uso en el planeta Tierra). Y las excelentes investigaciones del español Enrique Aynat: Consideraciones sobre la deportación de judíos de Francia y Bélgica al este de Europa en 1942, y Los informes de la resistencia polaca sobre las cámaras de gas de Auschwitz (1941—1944).

Allí puede consultarse el Archivo Norberto Ceresole (www.abbc.com/aaargh/espa/ceres[2].

Síntesis y conclusiones

Retomemos la situación en 1917, en vísperas de la Declaración Balfour: tenemos en Palestina una población árabe, musulmana y cristiana. Algunos judíos locales y algunos judíos procedentes de Rusia han venido con el dinero de los banqueros judíos de Europa occidental. Esta población árabe vive bajo el régimen otomano, que le deja la rienda suelta a los notables (effendis), con la condición de que se cobren los impuestos y se respeten algunas reglas sencillas. Hay que reconocer que el nacionalismo moderno no la moviliza, y que esta población goza de una autonomía de hecho, en la medida en que tiene sus ejecutivos, sus recursos, sus intercambios. La presencia secular de unos pocos judíos orientales nunca ha planteado el menor problema. La llegada de judíos rusos y polacos, agitados por el sueño sionista, se percibe como algo puramente exótico.

Todo cambia cuando llegan los ingleses, al concluir la Primera Guerra Mundial. Se instalan por la fuerza ocupando los restos del imperio otomano. Entre 1917 y 1948, treinta años de terror inglés permiten el ascenso de un sistema judío de adueñamiento de las tierras, expropiación de las poblaciones palestinas, en provecho de distintas bandas de ladrones, asesinos, ingenuos y banqueros procedentes de Polonia, Besarabia, Rumania, Rusia, Lituania, o sea, judíos desesperados por hacer dinero, y adquirir tierras y privilegios variados, los cuales vampirizan el país. Asientan lo que es la dinámica de cualquier colonización: la transferencia de la riqueza local de manos de los árabes palestinos a las de judíos, bajo la mirada cómplice de los ingleses.

Si los franceses quisiesen hacer una comparación que les aclare el panorama, basta con que imaginen una situación en la que Alemania, después de imponerse militarmente en 1940, hubiese llevado a varios millones de alemanes, polacos, rusos y bálticos a instalarse en Francia, para ir comprando todas las tierras, colonizando las ciudades, abriendo escuelas, bancos, formando sindicatos enteramente reservados a los ciudadanos del Tercer Reich, mientras creaban milicias étnicas.

En 1948, una asamblea llamada «Naciones Unidas», se atribuyó un derecho que por supuesto no le pertenecía: el de proclamar un Estado judío en Palestina. Está claro que en el estado actual y presente del derecho, los judíos no tenían ni tienen todavía el menor derecho a apropiarse la menor parcela de la tierra palestina, como tampoco lo hubieran tenido en Madagascar, Argentina, Uganda o Birobidjan (donde se contemplaron proyectos semejantes).

Todo cuanto han hecho los judíos en Palestina desde 1948 es nulo desde el punto de vista del derecho, aunque Israel nos ha enseñado que se pueden proclamar decenas de resoluciones de las Naciones Unidas, sin que pase gran cosa. Israel es un Estado de hecho, impuesto por la fuerza. Todo el territorio israelí es territorio ocupado, y no sólo Cisjordania y Gaza.

Aún las resoluciones inicuas de las Naciones Unidas de 1947 son caducas ya que preveían la creación de dos Estados en Palestina. El derecho internacional es pues una ficción que se utiliza según las circunstancias, y esto es conocido. Pero el derecho de hombres y mujeres a vivir en la dignidad es absolutamente indeformable. No se le puede arrebatar a las personas, en todo caso, no más que la propia vida. Palestina les pertenece a los palestinos. No puede pertenecer, bajo ningún artificio, ni a moldavos, ni a polacos, ni a ucranianos, ni a rusos, ni a marroquíes ni a yemenitas, emigrados y organizados para robarse la tierra, los árboles, el agua, las carreteras, las viviendas de las personas que durante milenios habían habitado allí. Hubieran tenido que matarlos a todos, sueño que siempre quisieron realizar gente como Jabotinski, Beghin, Shamir o Ariel Sharon. Esa gente que alimentan el fantasma de la exterminación de los judíos por los alemanes («Holocausto») no tienen más que un objetivo: exterminar a los árabes. Véase lo sucedido en Sabra y Chatila. Son las circunstancias las que permiten a veces, y a veces no, ponerlas en práctica. Y esta certeza es lo que asusta a algunos israelíes, cuando Ariel Sharon se acerca al mando: ellos saben que él es el hombre más capaz de realizar el viejo sueño judío, amparado en el Mito del «Holocausto», de exterminar y expulsar a todos los árabes de Palestina.

De modo que, desde 1917, y más aún desde 1948, la dominación de los judíos sobre los palestinos y otros pueblos árabes se hace por la fuerza. Seamos exactos, no por la amenaza sino por el uso de la fuerza: arrestos masivos, golpes y torturas en las comisarías, encarcelamientos por motivos ligeros, asesinatos, tienen lugar por miles, y millones, desde 1948. Todas las organizaciones humanitarias tienen expedientes cargados sobre estos horrores cotidianos. A los policías y soldados judíos les inculcan un racismo poderoso que les lleva a un sadismo especialmente vicioso, admitido y celebrado por los oficiales. Racismo y tortura son institucionales en ese país tan amado por la mayoría de los progresistas del mundo entero.

La prensa occidental se conmueve al ver que la actual guerra israelí desemboca en la muerte de un niño, en directo, por televisión. Pero el asesinato de mujeres y niños es una vieja especialidad de los «combatientes judíos» que se han ilustrado en ese terreno desde Deir Yasin en 1948. Sin duda merecen el primer lugar en el Guinness Book of Records en ese rubro. Los viejos métodos del NKVD se han perfeccionado bastante. En Palestina, la guerra de 1948 no trajo el orden, sino que expulsó a más de la mitad de la población. El resto vivió como perros sometidos al capricho de los militares judíos, a los cuales les importaba mucho demostrar que los judíos de los ghettos habían sido unos cobardes, mientras ellos sí son los machos de verdad.

La guerra, con sus altibajos, dura desde 1948. Israel creyó que podía hacer diversión en varias oportunidades atacando a los países árabes aledaños, que se encontraban abocados a la misma. Para edificar un ejército poderoso, Israel tuvo que desarrollar una red de aspiración de recursos a escala internacional. Es la llamada «Industria del Holocausto» (Ver Norman Finkelstein, La Industria del Holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío).

Todas esas guerras las ganó Israel : 1948, 1956, 1967, 1973 e incluso 1982. Pero cada victoria demostraba acto seguido su vacuidad; ¿Construir un enorme dispositivo termonuclear? Bueno, ¿y después qué? El único objetivo militar que pueden perseguir los Israelíes es lo que llaman demagógicamente la «paz», shalom, es decir la aceptación de su presencia por los pueblos árabes de la región, y especialmente por el pueblo palestino. Ninguna de estas guerras ha permitido a los israelíes acercarse a la meta. Han conseguido arreglos con los vecinos a los que habían agredido y de los cuales habían arrebatado territorios. El hecho de devolver los mismos después de diez, veinte o treinta años de ocupación no hace a Israel más «aceptable».

Ante la inanidad de las guerras, la inutilidad de las bombas atómicas, la ineficacia de los cohetes y submarinos, el coste de las ocupaciones militares de los territorios sustraídos a los vecinos, los israelíes han encontrado la suprema astucia : convertir a las organizaciones palestinas en auxiliares de la policía israelí. Esto es el resultado de los acuerdos de Camp-David, Oslo, Washington etc., por los cuales los judíos contratan a Yaser Arafat como jefe de la policía auxiliar judía, que tiene a cargo la protección de los judíos a cambio de concesiones (autonomía, territorios) que siempre se quedan en la promesa, y la negativa en cuanto a realizaciones concretas, vueltas a prometer en el próximo «acuerdo de paz», vueltas a rechazar, a reprometer etc. Los judíos nunca cumplen su palabra, jamás. ¿Por qué? Porque quieren que Arafat siga corriendo tras la ilusión de que algún día se premiarán sus esfuerzos. Y como los Estados Unidos nunca le piden a Israel que cumpla lo que les corresponde de los acuerdos firmados, pues se vuelve a empezar casi de cero cada vez.

¿Qué piensan los palestinos de esta farsa? En el terreno ven que no solamente las cosas no mejoran, sino que empeoran notablemente. El grado de opresión es mucho más elevado ahora de lo que era hace diez o veinte años. El país está dividido en centenares de micro-unidades geográficas («bantustanes», se llamaban en la antigua Sudáfrica) entre las cuales es sumamente difícil circular; la opresión israelí se ha reforzado, y se apoya además en el hecho de la neutralización de una parte de las organizaciones palestinas que se han convertido a los negocios y a la corrupción que engendra el flujo financiero, procedente de Europa en gran medida, a modo de «apoyo al proceso de paz». Cuando tuvo lugar el primer incidente — fue lo de Sharon pero pudo ser cualquier otro —se vio a la masa palestina abalanzarse sobre las implantaciones judías con el grito de «mueran los judíos». Lo que es absolutamente lógico y de una tremenda exactitud histórica ¿Quién es el opresor, el asesino, el ladrón, el que día a día los despoja, prohibe, controla, golpea, hambrea, viola y tortura? Es el judío, en uniforme, o sin él.

¿Qué hacen los israelíes ante esos jóvenes que acuden con tirapiedras? Podrían dejar sus asuntos pendientes, arremangarse, y caerles a trompadas, al cuerpo a cuerpo. Pues no, son cobardes, tiene material sofisticado, fusiles con mirilla para sniper, helicópteros lanza-cohetes: de modo que disparan, y matan, y tienen puntería, y apuntan para matar, pues no saben hacer otra cosa.

Todos los dirigentes del estado son matadores experimentados, antiguos miembros de los servicios de inteligencia y del ejército. Barak estaba en los comandos: en los años setenta, formaba parte de los grupos infiltrados en Beirut por mar, para ir a asesinar a los dirigentes palestinos en la cama. Y lo hizo. Esa es su biografía oficial y le enorgullece. Israel es el reino de los sanguinarios.

No pueden hacerse aceptar porque su presencia es inaceptable : ¿a quién, en nuestro planeta, se le podría pedir que aceptase que unos invasores procedentes de países lejanos se apoderen de la tierra que es de uno, de la casa de uno, destrocen la vida social y cultural de uno, confisquen el poder político, les saquen impuestos como a culis chinos, les nieguen la educación? ¿Quién aceptaría esa esclavitud?

Por eso es que los palestinos se entienden en torno a un objetivo único, y están dispuestos a anunciarlo ante las cámaras que han acudido repentinamente: quieren que los israelíes se vayan. No solamente que se vayan del rincón donde cada familia tenía su casa; que se vayan los judíos de su aldea, de su pueblo, de sus ciudades, de cada región, de todo el país. Como Juana de Arco quería echar a los ingleses de Francia, eso mismo es lo que desean los palestinos, con fuerza, con religión, con una determinación que bien puede llegar hasta la muerte.

Hay que reconocer que esta es la única solución. La enorme suma de transgresiones de los derechos humanos, de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad, perpetrados todos los días desde hace más de cincuenta y tres años por el aparato represivo israelí es tan enorme que no cabe ya lugar para la discusión. Si el vecino llega a acomodarse en tu casa y te cae a martillazos para quitarte la comida, ¿qué clase de «paz» vas a hacer con él, si lo que él quiere es seguir desollándote y romperte la cara a martillazos?

Si esto te sucediera, desearías que se fuera. Exactamente lo que desean los palestinos hoy. Y para apoyar la expresión urgente de este deseo, ponen su vida en la balanza, allí mismo donde apunta la mirilla del soldado judío que no duda un instante para matarlos a todos, empezando por niños y mujeres. Las mujeres piden palos, los niños recogen piedras, los hombres usan las manos para destripar a los ocupantes que vienen a provocarlos. Hay que comprender estas cosas, comprender que son la expresión de un derecho legítimo, reconocido por todas las Cartas Magnas de derechos humanos, el derecho de rebelarse contra la injusticia y la opresión. Y si no tienen otras armas más que los brazos, pelearán a brazo partido. Ya lo saben los judíos de Israel. Por ahora, aún les queda la libertad de marcharse.

La solución es pues la siguiente : la salida ordenada de todos los judíos hacia sus tierras de origen, u otras, si encuentran tierras acogedoras junto con el desmantelamiento de Israel como instrumento de expoliación y terror. Que los judíos vivan en el Medio Oriente, eso nunca había molestado a nadie, hasta 1948. Los derechos que hubieran podido adquirir procurando que las poblaciones locales les aceptaran no son tales: siempre han preferido acudir al uso de la fuerza, que no crea derecho. Siempre habrá más palestinos. Más pechos desnudos ante los fusiles, siempre más. En Israel mismo, se asquean algunos judíos de esas matanzas fáciles. Muchos jóvenes se van al extranjero para no formar parte de los masacradores. Eso no quita que las comunidades judías, afuera, consideran altísimo deber asociarse a los crímenes en masa, a las carnicerías de niños, a la barbarie sistemática de sus correligionarios. Todos están aterrados pensando en los efectos de bumerang de la violencia con que tienen aplastados a los árabes, aquí y allá. Todos esos enkipados son cómplices y deberán un día pasar a ser juzgados ante los futuros tribunales internacionales. No hay «actos antisemitas»: hay actos contra cómplices de los criminales contra la humanidad. Esta cólera popular es perfectamente comprensible. Es una guerra lo que está cuajando, y nace de la incapacidad total de los israelíes para hacer lo que dicen que harán: así la autonomía de los territorios ocupados ha sido prometida veinte veces desde el encuentro Begin-Carter-Sadat.

Es el proceso llamado «de paz» lo que hace la vida aún más insoportable que antes a los palestinos, jóvenes y mayores. Algunos Estados árabes están completamente domesticados, por lo cual ya no pueden servir de derivativo a los israelíes, quienes suelen hacer la guerra para ganar tiempo (una buena guerra les proporciona de cinco a diez años de respiro). La Intifada que está recomenzando es la primera guerra israelo-palestina. Esta vez, los palestinos tienen algunos fusiles, y los aprovechan. Cuanto más tiempo pase, los israelíes, que tienen miedo a pelear en las calles, irán utilizando medios pesados, blindados y helicópteros de combate. La respuesta israelí será un endurecimiento de la política llamada de «separación» (lo cual se traduce habitualmente por la palabra apartheid). Pero ¿qué será de la vida de los israelíes que se sentirán blanco de cien fusiles, de mil navajas, de diez mil puños cada vez que saquen a pasear al perro?

Epílogo

Entre la complicidad de EEUU y la «neutralidad» europea

Por SAID ALAMI

De la Agencia kuwaití de noticias (KUNA)

Los feroces e injustificados ataques que el Ejército de ocupación israelí lleva a cabo, desde las primeras horas de la Intifada, contra la población, las localidades y las propiedades palestinas, y de las que no se libran ni los árboles, que son talados a gran escala por el ocupante, han puesto al descubierto la magnitud del plan trazado con anterioridad por la Junta Militar instalada tanto en el Gobierno como en la oposición israelíes.

Este plan consiste, simplemente, en enterrar para siempre el proceso de paz palestino-israelí, que en siete años no ha podido arrancar a Israel el mínimo gesto de buena voluntad hacia los palestinos, que por otra parte no reclaman nada que no sea suyo y que no esté reconocido por el derecho internacional, las resoluciones de la ONU, su Consejo de Seguridad y todos los gobiernos del mundo, incluido el de Washington.

Los generales que gobiernan Israel hoy, como sus antecesores que han gobernado desde que este «Estado-cuña» fue clavado en el corazón del mundo árabe, han demostrado que no abandonan el sueño sionista del Gran Israel, ni aquello de «la tierra de Israel, desde el Éufrates hasta el Nilo», dos ríos que miren por donde, están representados por dos franjas azules en la bandera de Israel. Lo que en realidad busca Israel, lanzando despiadadas agresiones, es la guerra total, tanto contra los palestinos contra los sirios, y si hace falta, como en guerras anteriores, contra Egipto y Jordania.

Israel se atreve a instalarse en semejantes locuras y en otras más graves si fuera posible, sólo gracias al incondicional apoyo que disfruta de EEUU, la primera y única superpotencia. Este apoyo llega a cegar a los dirigentes israelíes de tal manera que posiblemente estén pensando que la mejor salida del berenjenal en que se han metido, llamado proceso de paz, y que nunca han tomado realmente en serio, es una huida hacia adelante, una guerra, en la que, según el pensamiento expansionista que rige la vida de Israel desde 1948, obtendrán más territorios árabes, y más tiempo —posiblemente otros 20 años— antes de que llegue el próximo proceso de paz, que pueda durar otro siete años, para volver a obtener nuevos territorios en una nueva guerra.

Este es, simple y llanamente, el elemental pensamiento criminal de Israel, un Estado nacido para la expansión, la usurpación, las inacabables matanzas contra los árabes, la expulsión de sus poblaciones, hasta que algún día llegue el fin de esta nueva Cruzada, flagrantemente occidental, que esperamos que no dure tanto tiempo como duró la primera.

Los palestinos, árabes y musulmanes, tal como expresan a través de sus medios de información, creen profundamente en la occidentalidad del interminable holocausto que les ha tocado vivir a los árabes de Palestina, Jordania, Líbano, Siria y Egipto, y que de no ser arrancado Israel de la región alcanzará con sus calamidades, en las próximas décadas, a los pueblo de Irak y de la Península Arábiga. Y es que Israel, según el pensamiento criminal sionista que la gobierna desde que Occidente la dio a luz, considera que tiene tantos derechos en Irak, el país del Ur de Abraham y de Nabucodonosor, como en Arabia, de donde el profeta Mohammad, la paz sea con él, expulsó a los Quraida, Qunaiquna, y demás tribus judías después de sus repetidas traiciones a los pactos que firmaban con los musulmanes, y después de que intentaran asesinarle reiteradamente (propósito que lograron finalmente pues, según numerosos testimonios de la época, el profeta murió envenenado por una mujer judía). Las inmensas riquezas petrolíferas y mineras de Arabia, incluida la costa de Kuwait hasta Omán, no se escapan al sueño de esta nueva y bien camuflada cruzada occidental-sionista, a pesar de que esa región queda fuera de las dos bandas azules antes señaladas, lo que convertiría aquello del Éufrates y el Nilo en una simple cortina de humo.

Occidente (el Reino Unido) inventó, implantó y financió a Israel y sus primeras agresiones contra los árabes, en un crimen organizado en el que participaron otros países europeos. Hoy, Israel está sostenido minuto a minuto por EEUU, ante una hipocresía europea, llamada imparcialidad, que roza lo grotesco.

La Unión Europea, algunos de cuyos miembros (Reino Unido) son los auténticos autores del crimen que se está perpetrando desde 1948 contra el pueblo palestino y contra la nación árabe, se aferró en la IV Conferencia Euromediterránea, celebrada a mediados del pasado noviembre en Marsella, a su falsa imparcialidad ante la horrenda matanza que los israelíes están ejecutando en Palestina.

No olvidemos en primer lugar que ese pretendido foro de paz y cooperación euromediterráneo fue creado en Barcelona, en 1995, para diluir el carácter de la cooperación euroárabe que afloraba antes de la señalada fecha, y para evitar que cristalice semejante foro que hubiera sido de gran utilidad para el acercamiento entre Europa y el Mundo Árabe, dos mundos que carecen actualmente de foro alguno para su entendimiento mutuo, sin la constante interferencia de Israel, Estado diametralmente opuesto al mundo árabe, o de otros terceros países ajenos a lo euroárabe.

Con la Conferencia Euromediterránea se ha querido a todas luces, y así lo han comentado ministros árabes (de lo que soy testigo directo), favorecer a Israel, romper su aislamiento y potenciar el proceso de paz árabe-israelí, que ha sido diseñado por Occidente (Sionismo, Israel y Estados Unidos) sólo para servir a los intereses de Israel en detrimento de toda la nación árabe.

Por ello, era lógico, a pesar del enfado de las delegaciones árabes presentes en Marsella, especialmente la palestina, encabezada por Nabil Shaaz, que las delegaciones europeas se aferraran a aquello de la imparcialidad, absolutamente cómico cuando se trate de un verdugo que está degollando a su víctima.

La indignación árabe ante tamaña mezquindad fue expresada rotundamente al negarse las delegaciones árabes a firmar el documento final de la Conferencia, lo cual puede suponer el principio del fin de este foro. En la clausura de la Conferencia, Shaaz hablaba en nombre de las delegaciones árabes, para calificar la postura de la UE, al negarse a formular cualquier forma de condena a las matanzas israelíes contra la población palestina, de «perniciosa doctrina de neutralidad».

Con tanto apoyo y complicidad estadounidense y con tanta «neutralidad» europea ¿cómo no iba Israel a seguir adelante con su plan de destrucción de la paz, masacrando a su antojo al pueblo palestino?

Notas

1. CARTA AL DIARIO EL UNIVERSAL (8 de marzo de 2000). En un reportaje realizado por el periodista Roberto Giusti al señor Alberto Garrido, editado el día 05 del presente mes de marzo, se puede leer, entre algunas inexactitudes menores, la siguiente afirmación:

    «... Más bien es un neonazismo a secas. La teoría ceresoliana culmina con el renacimiento de la Alemania nazi y la eliminación de los judíos.

    —¿Y a quién va eliminar Chávez?

    —Chávez no es neonazi, Ceresole sí. Pero hay ideas de éste que fueron tomadas. No en vano estuvieron en contacto durante cinco años.»

El señor Giusti, o el señor Garrido, o ambos a la vez, se refieren a mi pensamiento, y sostienen que él «culmina» con «la eliminación de los judíos» y el «renacimiento de la Alemania nazi». Es evidente que la palabra «eliminación» puede y debe ser interpretada en el sentido literal de «muerte» o «exterminación». Y de hecho así lo hace una parte de la extensísima literatura especializada existente sobre el tema, que muy probablemente desconozcan tanto Giusti como Garrido. Por lo tanto ese texto publicado por su periódico me señala explícitamente como «criminal» o como «instigador de crímenes raciales», lo que constituye —como usted bien sabrá— un delito gravísimo en casi todos los países occidentales que ya han legislado sobre esta cuestión. Yo supongo que el señor Giusti, el señor Garrido y usted mismo —como editor responsible— tendrán muy en claro en qué parte de mi obra yo sostengo semejante horror: que hay que «eliminar» a los judíos y que debe resurgir la Alemania nazi. Les va a ser muy difícil encontrar esa apoyatura documental en mis trabajos, porque yo jamás he escrito, dicho o sugerido una locura semejante. Lo que sí he dicho y escrito es algo muy pero muy distinto. Es una buena noticia que darle al mundo: en mi opinión jamás se ha producido en la historia, afortunadamente, una «eliminación» de judíos semejante a la que supuestamente se refieren los señores Garrido-Giusti. Y yo me alegro profundamente de que no exista el Mal Absoluto en los asuntos humanos, como pretenden algunos «teólogos». Sin embargo el periódico que usted dirige me acusa, sin base documental alguna, de cometer un delito gravísimo, como es el de proponer la «eliminación» de un grupo humano como mecanismo «normal» dentro de una estrategia política. Asimismo el reportaje sostiene que el presidente Chávez ha «tomado mucho» de mis ideas, con lo cual se lo hace parcialmente partícipe o responsable de las mismas. Supongo que se dará cuenta de lo peligroso de esta situación, del enorme daño que ella me causa, y de su explícita intencionalidad política; por lo que iniciaré, a la brevedad posible, una acción legal contra ustedes. No es la primera vez que alquien me agrede en Venezuela. Conozco perfectamente el fondo último de esta situación: el por qué, el quién y el para qué. Pero por su enorme magnitud destructiva, le aseguro que ésta será la primera agresión que no soportaré en silencio; porque lo de ustedes es demasiado, daña mi credibilidad en todo el mundo científico y político, y pone en riesgo mi propia vida: ha sido la gota que ha colmado el vaso. [Volver]

2. KUWAIT NEWS AGENCY (KUNA) www.kuna.net.kw (23 de abril de 2000). Comentario sobre el libro Caudillo, Ejército, Pueblo; la Venezuela del comandante Chávez. Ed. Al-Ándalus, Madrid, febrero de 2000. La Agencia de Noticias de Kuwait ha publicado el pasado domingo 23 de Abril de 2000 un amplio articulo sobre el libro de Norberto Ceresole «Caudillo, Ejército, Pueblo», recientemente publicado en Madrid, y en el que se recogen también declaraciones hechas por el autor en exclusiva a la mencionada agencia. Por la naturaleza petrolera y moderada del país al que representa, por ser una de las agencias de prensa más importantes del mundo árabe y por dirigirse especialmente a suscriptores en el mundo árabe (aunque también distribuye sus servicios en los cinco continentes), KUNA se interesó en primer lugar por la influencia judía, israelí y sionista, que se registra en la Venezuela del presidente Chávez, tal como ya sucedía en aquel país también antes de su llegada al poder; situación ésta que es idéntica a la que se registra en numerosos países de América Latina. La Agencia KUNA presenta a Ceresole como uno de los cuatro máximos representantes del revisionismo histórico, especialmente en lo referente al cuestionamiento del llamado «Holocausto» judío. Los otros tres historiadores serían, según la agencia árabe, Roger Garaudy, Robert Faurisson y David Irving. Explica la Agencia también que esta posición adoptada por el historiador e investigador argentino ha provocado la actual persecución a la que se esta viendo sometido por parte de algunas autoridades de Venezuela y de otros países de América Latina, por expreso deseo de los poderosos lobbies judío-sionistas en cada uno de esos países, lo que obligó al autor a refugiarse en España, donde reside actualmente. Eso sucede, en el caso venezolano y según KUNA, a pesar de la fuerte amistad que une a Ceresole con Chávez, forjada desde antes de la llegada de éste al poder, mediante una aplastante victoria electoral. KUNA recoge textualmente, traducido al árabe, un párrafo del mencionado libro en el que se lee: «La dominación judía en Hispanoamérica se inició con la expulsión de los judíos de España en 1492 y tomó nuevas dimensiones desde la fundación de Israel en 1948, para especializarse en los temas de Seguridad» (el texto es traducido nuevamente del árabe). La Agencia expuso ampliamente también la situación de Venezuela bajo el gobierno de Chávez, tal como se recoge en el libro de Ceresole, que no oculta en este trabajo la fuerte simpatía que siente por el presidente venezolano. La victoria electoral aplastante cosechada por Chávez y el incondicional apoyo con el que cuenta por parte de su ejército, es calificado por Ceresole, tal como recoge la Agencia KUNA, como «postdemocracia», algo que va mas allá de la democracia en la que los partidos gobernantes muy raramente cuentan con el apoyo de más de la mitad de los votantes. Asimismo el despacho de KUNA recoge la conflictiva situación que atraviesa Colombia, con una guerra civil casi generalizada, donde los servicios secretos israelíes, según el libro, ejercen un importante papel apoyando a las bandas de los paramilitares, fenómeno éste (la fuerte presencia israelí en la contrarrevolución) que se repite en la mayoría de los países de América Latina.